Capítulo 8: Miércoles

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Layla P.O.V

Un timbre molesto me despertó, di varias vueltas en la cama y casi caigo al piso en el intento de encontrar el origen de ese fastidioso sonido, lo encontré debajo de mi cama, provenía de mi teléfono.

¿Cómo llegó hasta allá?

Contesté sin mirar quien era y me arrepentí de ello.

—¡Layla! ¿¡Dónde demonios estás!?

—Cálmate viejo gordo, no tienes porqué ponerte histérico —Mi cama me dio una dulce bienvenida cuando me volví a tirar sobre ella.

—¿¡Cómo que no tengo que ponerme histérico!? ¡Son las 10:30 de la mañana! ¡Deberías estar aquí a las 9! Hay que calcular bien lo que vamos a hacer...

Colgué.

No tengo tiempo para perder tiempo, ayer me lo pasé en casa disfrutando de lo que me compro el nerd rico, y hoy planeaba usar las tarjetas de crédito que le quite al Alfa. Aunque debería ir donde el viejo gordo para poder robarle al Vicepresidente de la tal empresa esa.

Un Momento, paren todo, y si... no... Es imposible... o tal vez...

¡Mierd... coles!

[...]

—¡Martínez! —Y aquí estoy, gritándole al viejo gordo mientras entro a su oficina.

—Hasta que al fin llegas Layla —Mi nombre sale de su boca de una manera tan despectiva que me hizo rodar los ojos— Me alegra informarte que ya no estás en el caso.

—No me importa —digo mientras me acerco a su escritorio— De todas maneras no encontrarás nada.

—¿A qué te refieres? —La total desconfianza se filtra en la mirada que tiene puesta en mi; ignorando sus ojos me siento en la silla al frente de su escritorio.

—Me refiero a que, a menos que Ángel Dalas tenga otra billetera no podrás sacarle ni un centavo.

—¿Cómo sabes su nombre? —Una sonrisa de arrogancia se plasma en mi rostro, saco una billetera y la coloco abierta en su escritorio.

—Ángel Dalas, Vicepresidente de una de las compañías más famosas de Inglaterra, su secretario es Marcos Rojas, hace unos años ambos vivían aquí, pero tuvieron la oportunidad de viajar al extranjero y allí se abrieron paso para poder trabajar en dicha empresa —Sus ojos casi se salen de sus órbitas.

—¿Cómo la obtuviste? —Esto es lo único que odio de este trabajo: tener que rendir cuentas.

—Lunes en la noche —respondí simplemente— No sabía que era el Vicepresidente, cuando ataqué.

—¿Cómo lo supiste? —Lo observé inspeccionar la billetera vacía— ¿Dónde están las tarjetas y el dinero? —Ladeé la cabeza a la izquierda mientras una sonrisa ladina se asomaba en mis labios.

—¿Debo responder esas preguntas?

—La primera sí.

Me paro de la silla y tomo la billetera, mis piernas me dirigen en dirección a la puerta sintiendo la mirada del viejo y sus dos guardias, agarré la perilla y abrí la puerta.

—¡Layla!

—Le sugiero que cancele el robo, a menos que quiera que sus hombres salgan heridos o que mueran —Di un paso a fuera.

—Layla ¿Por qué lo dices? —Lo miré y sonreí— ¿Cómo obtuviste esa billetera?

—Un mago nunca revela sus secretos.

Ángel P.O.V

—¿Entonces no pudiste ver su rostro? —Mi Beta, Marcos, me ha preguntado lo mismo tres veces.

—Te dije que no Marcos —Su sonora carcajada me hizo rodar los ojos— Llevaba una careta —expliqué.

—¿Estás seguro de que es tu Mate?

—Eso creo, ella era humana, pero su aroma era irresistible, cuando vi sus ojos sentí algo que no sé cómo describirlo y cuando la toque sentí que...

—Miles de corrientes eléctricas recorrían tus manos y un escalofrío recorrió tu espalda —Completó Marcos por mí, yo asentí dándole la razón.

—¿Y cómo es ella? —pregunte.

—¿Quién? —Cree que puede engañarme, somos amigos desde adolescentes y siempre hemos estado juntos.

—Tu Mate, no me vengas a decir que no la encontraste.

El resto del camino solo escuché las cosas increíbles que Marcos decía de Natalia, su Mate, y yo solo podía pensar en los ojos miel oscuros de aquella chica. Me niego a creer que sea mi Mate, ella es humana y mi padre...

—Aún no puedo creer que vinieras para la Luna Roja —Marcos me saco de mi ensimismamiento.

—Mi lobo me obligó a venir —Ambos nos echamos a reír debido a que eso era imposible, al menos no cuando estoy transformado en humano.

—Alfa —Marcos me llama después de unos segundos de silencio.

—Sí, también lo noté. Nos está siguiendo —musito, pero estoy seguro de que me escucho.

—¿Qué hacemos? —pregunta totalmente calmado.

—Nada, vamos a esperar que ataquen.

—Crees que tal vez nos puedan dar información sobre ella —pregunta mi Beta, de inmediato comprendí a quien se refería.

—¿Lo dices porque me robo? —Una risa burlesca salió de sus labios, rodé los ojos otra vez.

—¿Qué tal si todos los robos de esta ciudad son manejados por una organización? Y si ella pertenece a esa organización podrás saber quién es —Mi Beta es muy listo, agradezco tenerlo a él como mi mano derecha.

—No me importa —Le reste importancia a su teoría.

—Estás muy tranquilo con eso de no saber quién es ella. ¿Tu lobo no está molesto con eso? —Detengo mi andar y él también.

—¿Molesto? Mi lobo no me ha hablado desde el lunes y lo último que me dijo fue que no hablaría conmigo hasta que la volvamos a ver —Ambos volvimos a reír levemente y seguimos caminando.

—Creo que tendremos que dejar este tema para después —Me señaló a unos hombres que venían en nuestra dirección, yo asentí— ¿Entonces qué hacemos?

—Tu solo sígueme la corriente —Lo vi asentir con la cabeza y antes de dar el siguiente paso la voz de mi lobo retumbó en mi mente a la vez que el olor a fresas llegaba a mis fosas nasales.

MATE

Mi ladrona (Versión Antigua)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora