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Luces de amor





PARTE II



—Pieck, querida, ¿Por qué no... mejor regresas dentro? —. Pieck lo miró indecisa y se sujetó la cadena que guindaba de su cuello con el pulgar y el índice, manoseando el corazón de oro.

—Quisiera que regresaras conmigo. ¿No dijiste ya que el hijo de Hanji no es tuyo? —frunció el entrecejo, mirándolo con desidia ante la insistencia del tema. Pieck escuchó rabiar a uno de los hombres que tenía Zeke enfrente. —Zeke, ven conmigo. Parecen peligrosos...— echó los ojos encima de aquellos cuatro, aunque uno se miraba un poco más inofensivo, ella no estaba segura de dejarlos a solas. Con los dedos se sujetó al puño de la camisa de Zeke y lo haló.

—Vaya mentiroso—. Dijo Mike entre dientes hacia Erwin quien le devolvió la mirada.

—Sí, querida. Es como te dije: ese hijo no es mío—. Regresó la vista al frente ante el revoloteo en el grupo por contener a uno de ellos. Zeke apretó los labios y se acomodó los lentes por las patas. —Pieck, regresa ahora. Espérame dentro, no tardaré e iremos al cine—. A casi envites Zeke logró que Pieck regresara dentro del restaurant, la vio devolverle la mirada antes de que se internase tras las puertas dobles de cristal.

Un llamado extraño lo hizo voltearse: el estruendo retumbó sordo; el puño de Levi contra su pómulo en un golpe muy bien asestado que hizo a Zeke retroceder un par de pasos y en un intento por mantener el equilibrio fue arremetido rítmicamente, dos y tres golpes contra su rostro dañaron su labio inferior y fue directo al piso a caer cuando un sorpresivo golpe en el abdomen le robó el oxígeno.

—Suficiente Levi—. Sentenció Erwin, agarrándolo con la mano por el hombro. —No queremos llamar la atención en este lugar—. Dirigió sus ojos a por toda la explanada del estacionamiento del restaurant cerciorándose de que nadie hubiese visto. Extraño.

Levi respiraba con dificultad, se recompuso y rabio ante Erwin.

—Levi, si Hanji supiese de esto no le vendría bien—. Intervino Moblit, adelantándose a Erwin.

—Ella no tiene que enterarse—. Dijo y se limpió con el antebrazo el sudor de su frente.

Zeke, quien con parsimonia se incorporó les señaló un sitio más desolado a lo que Erwin pensó si acaso el tipo estaba dentro de sus cabales como para invitarlos a tan recóndita oscuridad. Seguro diría alguna otra cosa ilógica... fueron todos a ese espacio alejado del restaurant y por donde no se avisaba alguna otra compañía.

Erwin y Mike se encargaron de en todo momento sujetar a Levi para que no fuera capaz de abalanzarse de nuevo contra Zeke, aunque por momentos ambos hombres se miraban y aguardaban una sonrisilla de complicidad ante lo posibilidad de soltarlo y «A ver qué pasa, vamos» porque la malicia residía en ambos también, los deseos palpables por ver a aquel que usurpó de aquella manera tan baja e inmunda a través de la negación de sus lazos sanguíneos a una criatura y dañando a la madre en el trayecto.

—¿Qué es lo que quieren? — preguntó Zeke acariciando su labio y volteándose hacia los cuatro. — ¿Saben? Esto es muy molesto.

—¡¿Pero qué demonios?! —espetó Levi soltándose mediante un zambullido de Mike y Erwin. —¿Sabes? Haces preguntas muy estúpidas, ha de ser que para eso es lo que te alcanza el cerebro que tienes. Maldito imbécil—. Bramó.

𝑹𝒆𝒍𝒂𝒕𝒐𝒔 𝑳𝒆𝒗𝒊𝒉𝒂𝒏 ღDonde viven las historias. Descúbrelo ahora