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En medio del silencio de su habitación



Crèditos a Escort_27

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Crèditos a Escort_27

Romance/confort



















Corrían los días gélidos de febrero, una mañana de agua fría en finas gotas serpenteando desde el cielo: dos jóvenes tiernos de carne andaban sin prisa bajo el correr de la lluvia, amparados por un viejo paraguas transparente que apenas les cubría la cabeza, los hombros se les hicieron húmedos a cada lado de donde daban a la orilla del paraguas, los zapatos sucios y las medias encharcadas en agua que a cada paso dado emitían un molesto sonido a los oídos de él.

Se detuvieron en un mini market, ella agarró unas fundas de papas rizadas y otra de Doritos. Él buscó algún desinfectante para el piso porque el que tenía en casa ya pendía a acabarse en un uso más. Cuando salieron, de nuevo los asoló el aire de lluvia (una sensación gaseosa que nublo los lentes de ella) y ese distinguible olor a petricor muy propio de la estación invernal. Caminaron un buen tramo de nuevo hasta llegar a su casa, a la de él. Entraron, dejaron los zapatos y las medias en la lavandería, él le prestó a ella unas pantuflas y una toalla para que se secara el hombro, y que fue a hacerlo cerca suyo en la lavandería a pesar de estar la casa vacía, pues, la madre de él se encontraba en su trabajo, su tío por igual y el abuelo se pasaba los días en su habitación recostado, descansando y que muy pocas veces salía de allí.

Por tanto, tenían un espacio considerable para pasar parte del día allí, y como apenas eran las once —ya que salieron temprano por la actividad de ese día en el instituto— ella quería nuevamente dormir, hacía frío, tenía frío, llovía frío, él la miraba no tan frío. Él le dijo que subiera y se sacara el uniforme de gimnasia para lavarlo a su vez que se encargaba de lavar las medias y los zapatos para que se secaran pronto.

Sin rechistar ella subió llevándose una funda de papas consigo y la llave de la habitación de su novio, abrió; el sutil hedor a canela fue lo primero que rozó sus recuerdos, entró como si fuera su propia habitación. Mas la suya difería mucho con la de su novio; ordenada, limpia, amplia, olorosa... mm si, solo tenía las ganas inmensas de acostarse bajo el edredón.

Descorrió las cortinas del ventanal del frente, había otro ventanal del lado posterior ya que esa habitación quedaba en la esquina de la casa, por tanto, doble cara y mayor entrada de luz. Pasó la mano para limpiar la ligera capa que empañaba el vidrio del ventanal, echó los ojos a mirar hacia la calle desolada, el cielo gris y las gotas de agua que aún caían tranquilos y sin apuro. Luego, fue al clóset en busca de una camisa de su novio para quitarse lo que llevaba puesto. Agarró un buso azul marino de él, se quitó el suyo quedándose solo en una top negra, y se colocó el otro que olía a suavizante de telas.

Estiró los brazos a cada lado y se percató de lo corto que quizás pudiera quedarle, aunque no le molestaba en lo absoluto. Acercó el antebrazo a su rostro, olió, aunque oliera más a suavizante había un pequeño rastro de otro aroma que le recordaba el aroma natural de la piel de su novio. Sonrió y se pasó la tela por el rostro, acariciando la piel ahí en sus mejillas... era tan suave, tanto, así como si fuesen las manos de él que le estuviese acariciando tras unos momentos de paz e intimidad.

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⏰ Última actualización: Nov 25, 2021 ⏰

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