Luna tenía problemas como todos, pequeñas crisis de tristeza ocasionadas por las palabras hirientes de sus padres a diario ¿Cómo podían odiar a un ser tan maravilloso?
Quería protegerla y quedarme siempre a su lado.Pero no fue así, después de lograr entrar a la preparatoria que tanto deseábamos tuve noticias terribles debía irme al Estado a vivir con mi abuela, mis padres se habían separado, mi padre se fue con su nueva familia abandonandonos, quién había sido mi ejemplo a seguir durante toda la vida me había dejado herido y llorando, ¿Cómo podías admirar a alguien qué ni siquiera le importo su propia familia?
Me mudé a una ciudad no muy lejos de donde solía vivir, lo que más me dolía no era el abandono de mi padre si no era el hecho de que probablemente podría perder a mi Luna para siempre.
Los primeros días separados no fueron tan difíciles solamente me quedaban contar hasta que fuera domingo para volver a verla, los 6 días que pasaban fueron largos pero no imposibles, nuestro pequeño grupo de amigos me ayudó a no que eso no pasará quería seguir estudiando en aquella preparatoria donde me fue tan difícil entrar y seguir viendo a mi Luna a diario por lo menos no la perdería de esa forma.
Sin duda era parte del destino que ella y yo estuvieramos juntos para siempre.