Me apresuro a ponerme el neopreno. Era por la mañana, y hacía un
poco de fresco. Los veranos en Australia eran tremendos. Quería coger una de las buenas olas que traía consigo el mar. He ganado varios trofeos en esto del surf y no puedo decir que no me vaya mal. Llevaba un bañador y encima el neopreno para no coger frío. Eran increíbles los amaneceres sentada sobre la tabla de surf.
Josh: ¿Ya vas a coger olas con lo temprano que es?
Me giré y era uno de mis mejores amigos.
Yo: Hey que tal.
Josh: Tirando. Me han dicho que hoy te llegan nuevos alumnos a las clases de surf, ¿me equivoco?
Yo: No, no te equivocas. Así que me tengo que ir pronto para conocerlos.
Estuvimos cogiendo olas durante un rato. Salí del agua y guardé mi tabla. Uno de los alumnos ya había llegado. Era guapo y tendría unos 25 años.
Yo: Hola, me presento, soy Jade, la instructora y profesora. James: Oh encantado, soy James.
Yo: Si quieres pasemos a mi despacho hasta que lleguen los demás. No sé por qué ese tipo no me daba buena espina, tengo un sexto sentido para reconocer a la gente buena y mala. Y ese creo que no era trigo limpio. Me agaché para coger una cosa tirada en el suelo y...PUM! Me quedé inconsciente durante un rato. Alguien me golpeó la cabeza. Cuando abrí los ojos me tenían amordazada y atada a una silla por los pies y las manos y con el neopreno quitado, solo tenía el bañador. Intenté gritar pero era inútil. Conseguí liberarme del trapo que me tapaba la boca.
Yo: AYUDA!!!!!!!
De repente la puerta calló abajo.
Yo: Gracias por cargarte la puerta. Y ahora, ¿¡ME DESATAS DE UNA PUÑETERA VEZ!?
No sabía quién era, pero era un chico alto y fuerte, moreno y muy guapo.
Chico: Me temo que vas a tener que seguir atada.
Solo me liberó de las cuerdas que me ataban a la silla. No me quitó las de la mano ni las de los pies.
Yo: ¡ME QUIERES SOLTAR! ¡AYUDA!
Me cogió como si de un saco de patatas se tratase. Pataleaba pero no me soltaba.
Chico: ¿Quieres callarte de una vez? O te pongo otra vez el trapo en la boca.
Me callé. Me metió brutamente en la parte trasera del coche. El estaba de piloto.
Yo: Se puede saber que mierda he echo. ¿Eres de la CÍA del FBI o algo?
Chico: Soy el que te va a salvar la vida y si no te callas tendré que tomar medidas.
Arrancó el coche. No sabía como atacarle. Las manos las tenía atadas...EXACTO! Enganché mis manos a su cuello haciéndo que quedase rojo.
Chico: ¡Quieres que tengamos un accidente?
Yo: Pues no! Quiero que me saques de aquí de una vez.
Me dió un cabezazo en la cara, lo que hizo que quedara por segunda vez inconsciente. Cuando desperté estábamos en una playa que desconocía. Con un chalet a lo lejos. Estaba aislada. Yo creo que nadie sabía de su existencia. Seguíamos en el coche. Yo hice un gesto de dolor de cabeza.
Yo: Auch mi cabeza!
Chico: Eso te pasa por no hacerme caso, eres dura de roer.
Yo: Te odio!
Chico: Gracias por la información.
Yo: ¡Me sacas de quicio! ¡Primero te presentas en mi cabaña, te cargas la puerta, y me secuestras! ¿A tí que te pasa?
Chico: ¡Cálmate! Cuando dejes de hacer preguntas te contestaré todas las que has echo. Pero cuando lleguemos así que ahora estate calladita.
Yo: Al menos dime tu nombre.
Chico: ¿Mi nombre?
Yo: Sí, tu nombre.
Chico: Tom. Tom Daley.
