Junho despertó agitado y se encontró con los tranquilizadores ojos de Wooseok.
—¿Has vuelto a verlo? —preguntó Wooseok mientras acariciaba el cabello de Junho, él solo asintió— Está bien, todo está bien —Wooseok le dio una cálida sonrisa mientras se levantaba de su cama— Vamos, los demás nos esperan y ya sabes como se pone Seungwoo si llegamos tarde
Junho era un ángel, aunque aún no se acostumbraba a su nueva vida.
Junho recordaba su vida como humano, se supone que no debería, luego de morir él debió perder todas sus memorias pero por alguna extraña razón él recordaba todo.
Los mayores habían tratado de borrar sus memorias porque muchas de ellas eran dolorosas, pero lamentablemente no habían podido. Junho había sido objeto de burlas y maltratos físicos desde pequeño. Él nunca comprendió porque lo odiaban tanto y nunca trato de defenderse, haciendo que las personas que lo maltrataban lo usarán como saco de boxeo a diario.
Un día todo se había salido de control y uno de sus agresores lo había empujado desde el balcón de su escuela, Junho sintió un fuerte dolor y luego todo se había vuelto negro.
Cuando abrió los ojos se encontró con Wooseok, quien había corrido a abrazarlo. Aunque el mayor no dijo nada, por primera vez en mucho tiempo Junho se había sentido en paz y seguro.
El lugar en donde ahora vivía estaba rodeado de otros ángeles con historias parecidas a la suya. Eran almas puras que habían tenido que dejar el mundo humano antes de tiempo. El líder del lugar era Seungwoo, quien se comportaba con un viejo gruñón en ocasiones pero también tenía sus momentos de locura. Wooseok era el segundo al mando, siendo como la mamá que ponía orden cada que Seungwoo se salía de sus cabales. Entre los mayores también estaba Seungyoun, pero el mayor se comportaba peor que un niño de 5 años, definitivamente era el ser más travieso que alguna vez Junho pudo conocer. Entre los más pequeños se encontraban, Hyeongjun quién se había vuelto su mejor amigo y Dohyon que devoraba todo lo que se le cruzaba en el camino, habían muchos más ángeles ahí pero Junho aún era un poco tímido así que aún no había podido relacionarse con todos.
Entraron al gran salón en donde Junho pudo observar lo mismo que veía casi a diario, Seungwoo estaba regañando a Seungyoun porque en vez de controlar a los niños él se comportaba peor que ellos, Junho se sentó al lado de Hyeongjun y él le sonrió mostrando todos sus dientes.
—Buenos días Junhonie —dijo Hyeongjun—
—Buenos días Hyeongjunie —dijo Junho mientras revolvía su cabello—
—Bueno —dijo Wooseok llamando la atención de todos— Ya que estamos completos me gustaría comenzar con la reunión... Seungwoonie —dijo Wooseok mirando a Seungwoo, aunque sus palabras habían sonado dulces su mirada fue tan fría que él podría congelar el infierno si quería— Deja en paz a Seungyoun y comienza con la reunión antes de que me vuelva loco —Seungwoo tragó y asintió. Él podía ser el líder y el mayor ahí pero irremediablemente le tenía miedo a Wooseok, aun cuando ya habían pasado décadas juntos—
Seungwoo comenzó con su habitual charla de papá gruñón y terminó asignando las tareas de la semana. Recalcó una vez más que las visitas al mundo de los humanos estaban prohibidas y que Dios había insistido en que les recordara que no debían salir fuera del territorio que les habían asignado. Cuando terminó el sermón, todos pasaron al gran comedor y Dohyon fue el primero en aventarse sobre la mesa para poner en su boca todo lo que podía.
Junho y Hyeongjun regresaron a sus habitaciones una vez habían cumplido con sus deberes.
—¿Cómo lo estás manejando? —preguntó Hyeongjun—