Chapter XIII

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—¿Quién eres? —le pedí entre dientes.

—¿Ya no te acuerdas de mí? —su voz era burlona y despectiva.

—Contesta —le exigí.

—Mi nombre es Elenhaj —arrugué mi ceño, jamás había oído hablar de ella.

Estaba segura de haberlo recordado.

—Claro que no has oído hablar de mí —mi corazón se saltó un latido, aún estaba en guardia por cualquier movimiento sospechoso que la desconocida hiciera.

«¿Eh?»

«¿Cómo supo...?»

—Ay, por favor, no es tan sorprendente —caminó hacia un lado de la habitación y me moví a la par con ella, yendo a la otra dirección.

Seguíamos quedando frente a frente.
Sus cabellos dorados se hondeaban con la brisa que entraba por la ventana. Su nariz afilada y pequeña se mantenía alzada con altanería, sus labios estaban ligeramente morados y al caminar no hacía ningún ruido, casi como si flotara al moverse.

—Has crecido, tienes cierto encanto... Cautivador se reconoce, pero no lo suficiente. —Me quedé seria, observando cualquier movimiento. Llevó su mano hacia su melena y en su dedo corazón yacía un anillo, negro y con una perla blanca.

—Si no te vas ahora de mi casa, llamaré a la policía —toqué la parte trasera de mi short y maldije al no sentir el conocido bulto de mi teléfono.

—... Es de mala educación interrumpir cuando alguien habla —me miró de refilón con molestia.

—Bueno, ¿Qué quieres? —no podría bajar la guardia, algo me decía que ella era muy peligrosa.

Media más que yo, casi el metro ochenta, pero no por eso me dejaría intimidar; quizá en fuerza habría un pequeña diferencia entre ella y yo, pero en estrategia le ganaría fácilmente.
Sus piernas eran largas y fuertes, su pequeña cintura estaba atrapada en un corsé blanco apretado, usaba botas militares negras y su piel blanca como la nieve sólo le hacía notar que era una extranjera.

—Hay algo sorprendente, —me miró inspeccionando mi cuerpo de pies a cabeza —sigues viva.

—¿Porqué estás en mi casa? —le pregunté, una rabia muy conocida hirvió dentro de mí —¿Qué quieres de mí?

—¿De tí? —dijo con diversión y sorna —¿Qué podrías ofrecerme tú? Inmunda mortal.

Soltó una carcajada y me estremecí por dentro, reconocí ese sonido, una alerta sonó en lo muy profundo de mi mente. Algo me decía que ya la había conocido antes, y que no había sido agradable.

—Tú, nada. Estoy esperando a alguien. —Caminó y me moví con ella, se acercó al colchón quemado y se sentó sobre él —Alguien que conoces, y que me debe algo.

—¿Y porqué tanta molestia en esperar dentro? —le contesté —. Las únicas personas que viven aquí es mi padre y yo; hasta donde tengo memoria no te debo nada. Y si buscas a mi padre, él llegará dentro de poco tiene una secretaria, arregla cuentas con una llamada y lárgate.

C R O WDonde viven las historias. Descúbrelo ahora