Capítulo 3 - Una fantasía hecha realidad.

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Hoy os traigo capítulo extra, porque os estáis portando muy bien y me estais regalando muchas visitas, así que me animé a traeros un capítulo más esta semana.

Este capítulo viene hirviendo, así que si eres propensa al infarto, detente y no sigas leyendo.

Por cierto, la canción que me inspiró para este capítulo, el ritmo en sí, fue la siguiente:


Capítulo 3 – Una fantasía hecha realidad

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Capítulo 3 – Una fantasía hecha realidad.

Me sentía como una idiota redomada, quizás por eso olvidé la idea de buscar al bombón y me dirigí hacia casa. Era momento de poner los pies sobre la tierra, y dejar de hacer el imbécil.

Doblé a la izquierda, y seguí avanzando hacia la puerta de mi casa. Y entonces le vi, estaba allí, de pie, junto a mi puerta, descansando la espalda sobre la pared, con las manos metidas en los bolsillos, levantando la vista en cuanto me vio aparecer, dedicándome una sonrisa justo después.

¡Mierda! Se suponía que eso no estaba bien. Pero al ver su mirada y como subía la comisura de sus labios... me olvidé de todo.

Caminé hacia él, con elegancia, abrí la puerta, mientras él hablaba.

- Ya pensé que te habías arrepentido – se quejó. Entré en mi casa, y luego tiré de su corbata, atrayéndola hacia dentro, lanzándole contra la pared, haciéndole sonreír, divertido. Me eché sobre él y me lancé a besarle, con desesperación.

- No hables – pedí, para luego comenzar a quitarle la corbata, abriéndole los botones de la camisa, metiendo mis manos bajo ella, después. Cerré los ojos, recordando el día anterior, cuando me toqué pensando en él, comenzando a gemir, entrecortadamente, mientras él se encendía, de golpe.

Bajó la cremallera de mi vestido, deteniéndose de golpe, ante mi atenta mirada, para luego empujarlo hacia abajo, dejándome con aquella ropa interior blanca, de transparencias frente a él.

Alargó la mano, me quitó el broche del sujetador, y lo apartó de mí, para luego tirarlo, haciendo que cayese sobre la encimera de la cocina. Apretó mis pechos con ambas manos, acariciando mis pezones con la yema de sus dedos, mientras yo gemía de nuevo.

Le quité la camisa, justo cuando sus labios volvieron a unirse a los míos, desesperadamente.

Me cogió en brazos, subiéndome a la encimera de la cocina, para luego agarrarme las bragas, despojándome de ellas, dejándolas caer al suelo, mientras yo apoyaba el talón sobre la encimera, y él miraba hacia mi sexo.


Su boca se acercó a ese punto, soplando la cantidad justa de aire, haciéndome estremecer. Abrí la boca, más que lista para gemir, justo cuando sus dedos rozaron ese punto.

- ¡Oh Dios! – gimió, justo al introducir un par de dedos dentro de mí, dándose cuenta de lo terriblemente húmeda que estaba. La forma en la que él me tocaba, me gustaba incluso más de lo que imaginé, tanto, que ni siquiera sabía ya dónde estaba o quién era, y por supuesto mi garganta estaba seca de tanto gemir. Pero si pensaba que aquello era todo... me equivocaba.

¿Te Quedas Conmigo? | TERMINADA - DISPONIBLE EN BUENOVELADonde viven las historias. Descúbrelo ahora