De Nuevo En Tus Manos (Logan Henderson) Segunda temporada

Despedida

Narra (TN)

Me siento tan absurda aquí sentada. Me encuentro en mi auto afuera de la universidad. Santo Dios, ¿de verdad había venido? No puedo creer que esté aquí después de todo lo que ha pasado ayer, me siento como una estúpida soportando algo que no debería. Y no sé, realmente no sé qué diablos hago aquí, dándole si quiera la oportunidad de entablar conversación conmigo, debería ignóralo y listo.
Recargo la cabeza en el volante pero mi mano aprieta y se escucha la bocina tan fuerte que retumba con ecos hasta la última esquina, me sobresalto y me percato de que nadie esté cerca. Afortunada o desafortunadamente, son las doce de la noche y no hay ni un alma cerca.
—¿Qué diablos estoy haciendo aquí?— me reprendo con enojo hacia mí misma.
Quiero arrancar el auto y regresar a casa, pero no puedo, hay algo que no me deja y ese es Logan, de alguna forma quiero verlo, escucharlo. Una vocecilla dentro de mí me dice que nada es lo que parece, que todo es una terrible pesadilla y que Logan es para mí, que siempre ha sido mío y yo suya. Pero es una tontería pensar eso ahora, él está casado, aún no entiendo por qué me citó está noche aquí, de todas formas no lo averiguaría sino bajaba del coche.
Respiro hasta llenar por completo mis pulmones de oxígeno y aún sin exhalar me bajo del coche y me acerco a las enormes puertas blancas de la universidad. Solamente entonces exhalo todo el aire. Cuantos recuerdos hermosos he tenido aquí y cuantos momentos dolorosos también. Toco con la punta de los dedos las puertas y no puedo evitar sonreír, aquí es donde todo comenzó, donde aprendí lo que más amo hacer, donde conocí a mi familia.

—Qué lindos recuerdos ¿cierto?

Si voz me sorprende un poco pero me relajo cuando lo veo debajo de una lámpara vieja que está a un costado.
Estoy un tanto petrificada ahora, me parece algo irreal estar aquí con él a tan altas horas de la noche.

—Así parece— respondo en un susurro—¿Por qué estamos aquí, Logan?

Debía saber que estaba pasando, que quería decirme o hacer, esta fue una de las mayores razones por las que me decidí a venir.
Él se acerca con lentitud hacia mí.

—Vamos a entrar— expresa y yo frunzo el ceño de inmediato al escuchar tal explicación.

¿Entrar? Eso sería una total locura. Aunque era verano y la universidad estaba vacía seguramente había algún velador rondando por ahí. Además, las puertas están cerradas, seguro tendrían una alarma o algo así.

—Estás loco— digo atónita.

—Ya sabes que si— me toma de la mano y rodeamos la universidad hasta llegar a una pequeña puerta que está a un costado. No me puedo creer que hable en serio, pero tiene razón, siempre supe que estaba loco, siempre supe que había algo mal en esa cabecita desquiciada que tiene, y siempre quise comprender que era, pero nunca puede, simplemente me acoplé a él, encaje como un rompecabezas en sus actitudes. Ese era el chiste, no comprenderlo me hacían sentir como si cada día a su lado fuera tan distinto al anterior, nunca sabía qué otra cosa se le iba a ocurrir después.
Saca un alambre viejo del bolsillo y se pone en cuclillas para tener la vista más cerca de la cerradura.
Madre mía, sigo sin creer lo que estoy haciendo con él, ese recuerdo de nosotros en la heladería me brinca a la cabeza pero solamente me hace reír.

—Sigo siendo un vándalo— exclama orgulloso al ver que se abrió la puerta y entonces estamos dentro.

Los árboles de color verde son lo primero que veo, todo se nota tan igual y me encanta el sentimiento que crece dentro de mí al estar aquí de nuevo. Caminamos un poco más y puedo ver los edificios a lo lejos, las canchas de fútbol y de tenis.

—Debe de haber alguien cuidando aquí— digo aún en un susurro, no queremos que nadie nos escuche.

—Descuida, nadie nos verá.