CUANDO Darien entró en el Café Romeo había dejado de rascarse. Al menos, físicamente. Pero ahora tenía una picazón interna. ¿Qué demonios era el plan B? Se había ido sin preguntarle a Serena y no podía dejar de pensar en el asunto.
Siempre le pasaba lo mismo cuando se encontraba con un caso que lo dejaba perplejo. Pero aquello no tenía nada que ver con su trabajo. Y tampoco podría llamar exactamente a su encuentro con Serena un placer. Esa chica lo sacaba de quicio, lo intrigaba y lo interesaba a la vez.
Una combinación peligrosísima.
-Olvídala murmuró para sí mismo, mirando alrededor.
-A pesar de la alergia, le disgustaba haberse perdido la boda de sus hermanos.
-Pero Serena Lovett le disgustaba mucho más. Y no sólo por aquella historia rocambolesca, ni por sus brillantes ojos azules... lo que le disgustaba era cómo la curvilínea rubia había aparecido en su vida.
-Nada de coqueteos, nada de los típicos juegos femeninos de los que, si era sincero, estaba un poco cansado.
-Todo lo contrario, Serena había sido muy directa: «Le dije que iba a casarme contigo». Así, tan fresca. Su reacción alérgica se intensificó de inmediato.
-Darien se rascó la oreja, preguntándose cómo podía estar tan segura. Su padre estuvo casado ocho años antes de descubrir que había elegido a la mujer equivocada.
-¿Cómo podía Serena Lovett creer que él era el hombre de su vida si no se conocían de nada?
-Al abrirse paso entre la gente vio a la causante de todos sus problemas: Luna Chiba, que se dirigía hacia él con su larga túnica dorada flotando tras ella y los antebrazos llenos de pulseras. Era alta, con una cabellera de color naranja que nunca se volvería gris. A los sesenta años, seguía teniendo la energía que la había capacitado para criar a tres chicos. Se le seguía haciendo un nudo en la garganta al recordar cómo su tía cuidó de ellos cuando su madre los abandonó. Luna era la única madre que recordaba. Y, a pesar del caos que era capaz de crear en su vida, la quería con locura.
-¿Dónde estabas? ¿Por qué nos ha ido a la boda? le preguntó, mirándolo con sus ojos brillantes.
-Tú sabes por qué.
-¿Cómo voy a saberlo? preguntó ella, haciéndose la inocente.
-No te hagas la tonta, tía Luna. Te ha funcionado con Endymion y Mamoru, pero yo no pienso tragármelo.
-Darien, cariño, si no te importa darme una pista...
-Serena Lovett.
-El rostro de su tía se iluminó.
-¿Has conocido a Serena?
-¿Que si la he conocido? ¡Ella es la culpable de que me haya perdido la boda de mis hermanos!
-Luna le dio un golpecito en el brazo.
-No tienes por qué sentirte culpable. Endymion y Mamoru se enfadaron un poco, pero estoy segura de que eso de que iban a partirte la cara sólo eran los nervios del momento.
-Ojalá estuviera en lo cierto. A Mamoru podría calmarlo, pero Endymion, un antiguo boxeador, era otra historia. Darien no tenía ninguna intención de recibir un gancho de izquierda.
-En fin, no tiene sentido alargar esta tortura dijo, suspirando. ¿Dónde están?
-Detrás de ti, hermanito.
-Mamoru estaba tras él, con los brazos cruzados y las piernas separadas. El esmoquin no podía esconder que Su hermano había sido en tiempos un tipo duro.
ESTÁS LEYENDO
EL ULTIMO SOLTERO (Café Romeo Libro 3)
Roman d'amourDarien Chiba era un guapísimo vividor que adoraba a las mujeres bellas, al menos por un par de noches. pero por muy tentadora que resultaba la guapísima Serena Lovett, no está dispuesto a arriesgarse. La Maquinaciones de su tía ya había conseguido q...