Capítulo 7

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CINCO días después de la llamada telefónica, Darien y Serena no habían encontrado a Zafiro. Llamaron al aeropuerto, a las estaciones de autobuses, estaciones de trenes y todas las agencias de alquiler de coches de St. Louis pero, a menos que el hombre tuviera un alias, nadie sabía nada de un tal Zafiro Nemesis. Según el Departamento de Tráfico, los Nemesis sólo tenían un coche y era la furgoneta negra que conducía Petzite.

El miércoles por la tarde, Darien estaba en la oficina del Café Romeo, comprobando de nuevo la lista. No quedaban muchos sitios donde mirar. Especialmente porque no tenían una sola pista.

Y ése no era el único problema.

No sabía cuánto tiempo podría aguantar. Ver a Serena cada día lo estaba poniendo enfermo. No tenía apetito, no podía dormir, no podía dejar de pensar en ella.

Y lo peor de todo, no recordaba las razones por las que no debía caer en la trampa. Era una mujer preciosa, inteligente, fascinante... pero ¿sería su alma gemela, la mujer de su vida? Ésa era la cuestión. ¿Cómo iba a saber la respuesta? Especialmente, en menos de dos semanas.

Darien se había jurado a sí mismo no cometer el error que cometió su padre. Él no elegiría una mujer que no fuera para toda la vida. La cuestión era cómo saber que no iba a equivocarse.

Irritado, masculló una maldición, mientras miraba el calendario. La fecha en la que debía irse a Cleveland estaba marcada con un círculo rojo. Sólo tenía que aguantar un poco más. Eso y seguir con las duchas frías.

La puerta se abrió y Sammy asomó la cabeza en la oficina.

-Uno de los inodoros del servicio de caballeros está atascado.

-¿Otra vez?

El camarero se encogió de hombros.

-A lo mejor la última vez no usaste bien el desatascados

Había usado el desatascador tres veces en las últimas tres horas. Y en diferentes inodoros. Casi estaba por pensar que alguien los atascaba a propósito.

-Será mejor que te des prisa -insistió Sammy-. Ya hay cola.

Darien se levantó de la silla, mirando al camarero con poco disimulada indignación.

-¿Por qué no lo desatascas tú mismo?

Sammy se cruzó de brazos, muy digno.

-Madame Luna me contrató como camarero, no como fontanero. Supongo que ahora también querrás que desmonte el fregadero.

-¿Qué le pasa al fregadero?

-Alguien ha tirado dos cucharillas en el triturador de basura y no veas el ruido que hacen.

Darien intentó contenerse. Sabía que si se ponía a dar voces. Sammy lo amenazaría con llamar a su tía Luna y lo último que deseaba era estropearle las vacaciones.

-No va a funcionar -le advirtió.

-¿Qué no va a funcionar? -preguntó Sammy, mirándolo con expresión inocente.

-Todos estos jueguecitos. Atascar los inodoros, tirar cucharillas en el triturador de basura, esconder el mando de la televisión en casa de mi tía... ¿Por qué no dejas de portarte como un crío?

-Eres tú el que está jugando. Pero tú juegas con la pobre Serena, que es mucho peor. Es evidente que está loca por ti y tú le haces albergar esperanzas.

Darien apretó los dientes.

-Eso no es verdad.

-¡Por favor! Bajaste a desayunar esta mañana sin camisa. ¿Cómo voy a competir yo con eso?

EL ULTIMO SOLTERO (Café Romeo Libro 3)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora