05. Sueños: era él.

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—¿Quién rayos eres? —cuestiona tras achinarlos ojos, su mirada me escanea de los pies a la cabeza, y me remuevo incomoda. Pero, no es una mirada mala, simplemente era una mirada curiosa.

—Eh—titubeo—. Soy _______, hija de Alfonso—informé mientras sonreía levemente, él solo asiente lentamente, posiblemente terminando de procesar todo, su rubio cabello brilla con la tenue luz del foco, sus orbes cafés profundos me miran fijamente, mandado algo a mi cuerpo, corriente eléctrica quizá.

El chico era posiblemente dos cabezas más altos que la mía, su altura era algo demandante, posiblemente eso logró que algo en el me inquietará por completo, no miedo, simplemente nerviosismo. Se relame los labios, remojándolo a su paso.

—Soy Zabdiel de Jesús—informa tranquilamente—supongo que sí es tú padre, y él me ha adoptado como un hijo, eso quiere decir que, soy como tu hermanastro—sonreí ladinamente.

Y solo copio lentamente su gesto, pero ladeo la cabeza hacia los costados, un mechón de mi cabello resbala y lo coloco detrás de mí oreja.

—Eso suena lindo, pero, preferiría que solo fuese Zabdiel y _______—murmuró apenada—. Es que, aún no me acostumbro—muerdo levemente mi labio, y él ríe.

El silencio se instala levemente, después de unos instales solo me encuentro con sus iris cafés observándome, y una pequeña pregunta se me viene a la mente, una dudosa.

O bueno, una exploradora, por ahora quería sentir la paz que emana un lugar tranquilo simplemente con aire de por medio y una paz absoluta.

—Zabdiel...

—¿Si, _______? —responde.

—De casualidad, ¿tiene un lugar en donde la paz sea el personaje principal? —pregunté—un patio, naturaleza o algo así... —me encojo de hombros mientras sonrió débilmente.

—Sí, si gustas puedo guiarte a ello—solo me permito asentir, él comienza por caminar, deduzco que tengo que seguirlo, y lo hago.

Bajamos a la planta baja, lo veo ver sobre sus hombros, después de hacerlo retoma su camino al ver que le sigo, su cuerpo empuja levemente la puerta de la cocina, al entrar solo se adentra más de la inmensidad, y justo a la esquina, casi invisible, logró ver una puerta de madera rustica, su mano toca el picaporte y lo empuja suavemente, dejándome ver un nuevo panorama.

Sin poder evitarlo mis ojos miran con fascinación todo el exterior, toda la nueva vista que me he proporcionado, inclusive podría afirmar que de mis ojos brotaban brillos.

Jesus bendito, todo esto era simplemente maravilloso, no hay beneficio a la duda de ello.

—Es lindo, ¿verdad...? —inquiere, supongo que ha visto mi cara y ha deducido que sí, porque ríe minutos después, sin poder decir palabra algún asiento frenéticamente.

Los árboles verdes chocan con toda mi vista, el pasto recién podado me hace sentir que estoy en una maravilla de lugar, el camino del que estaba sobre dicho, era completamente de madera, luciendo mucho mejor, si no tuviese la suela de mi zapato golpeando contra ella, ni mucho menos mi zapato, podría sentir la maravillosa textura de la madera.

Árboles, árboles y más árboles aparecen en mi campo de visión, simplemente en su máxima expresión, verdosos.

—Dios, me he quedado sin palabras, Zabdiel, esto es, simplemente magnifico y... perfecto.

—Lo sé, pienso lo mismo—murmura mientras camina por aquella madera, no hasta que se detiene justo al filo de una mesa apartada, en donde el ángulo favorecía a mirar todo.

One shotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora