05. Sueños: pesadillas constantes.

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Despierto asustada justo cuando aquella silueta clava una estaca en mi pecho, atravesando mi corazón, destruyéndolo a su paso, al igual que mi vida.

Siempre era lo mismo con aquellas pesadillas, mi ritmo cardíaco se encuentra acelerado y mi frente empapada por una gran cantidad de sudor.

Tenía entendido que cuando morirás en tu sueño, tu cerebro le enviaba una señal que te despertarás, porque no comprendemos que sucede después de ello, nunca podíamos deducir que era lo que exactamente pasaba después de ir al otro plano.

Simplemente, era algo que comprenderíamos cuando pariéramos de este, además, esto era algo extraño, esta vez no pude ver más allá, cosa que siempre lograba hacerlo, curioso era lo mismo que me estaba atormentando mucho últimamente en mis sueños, ya no se me hacía raro verlo, lo raro era que, siempre en la entrada de aquel oscuro camino, me recibía un hombre alto, de cuerpo fornido y de complexión delgada.

Podía ver su rostro, era muy peculiar, ojos mieles, labios carnosos y cabello peinado al estilo Justin Bieber en el año 2010.

Su rostro siempre estaba sereno y tranquilo, estaba ahí, siempre, observándome con una sonrisa, aquella sonrisa que dejaba ver sus perfectos dientes blanquecinos, tendiéndome de su mano tras ofrecerme una tranquilizadora mirada, tan perfecto que se esfumaba al tocarla.

Escuchó como la puerta de mi habitación se abre, e instantáneamente brinco de la cama, sujetándome de las cobijas de esta. Ladeo la cabeza sobre aquel proveniente ruido, por ende, veo un cuerpo familiarizado entrar apresurada.

Oh dios, otra vez he gritado de horror en mis sueños, dándose ella cuenta de mis pesadillas o sueños, no sabría como llamarle, no sabría si es bueno, o es malo.

—¿Qué haces despierta _______? —murmura con ese tono severo mientras se cruzaba de brazos, una de sus cejas se arqueaba cada vez más que dudé que se le fuese salir de la cara.

Debía estar molesta, otra vez, quiero decir.

—Las mismas pesadillas de siempre, mamá—anuncié mientras suspiré cansada, sinceramente, preferiría los demás sueños, en donde no moría por un pedazo de madera—. Es lo mismo de siempre, me matan y luego veo a ese tipo que, por cierto, esta guapísimo—sonrió, pero inmediatamente ladeo la cabeza quitando aquel pensamiento. —eso es lo de menos, pero, después de ello, simplemente despierto, mama...

Ella solo se ríe, como si le causara gracia alguna verme así, con pesadillas, con sueños extraños, y sé que no me entenderá.

—Comienza por querer olvidarlo y simplemente desaparecerá—niega—a veces nos aferramos demasiado a algo—menciona, así que solo asiento, si, olvidar, como si fuese fácil, y más si se repite constantemente, claro.

Rodeo los ojos mientras me acobijo nuevamente, ella me da una dulce sonrisa y deja un cálido beso sobre mi cabeza, la veo agitar la mano mientras camina con dirección a la puerta.

—Descansa, _______, recuerda que mañana por la mañana debes empacar tus cosas, tu padre vendrá por ti, menciona que te extraña y, así lo dicto el juez... —lo único que hago es cerrar mis ojos mientras me quejó.

No es que no me gusta ir, simplemente, detesto salir de casa.

—Mama... —murmuró, ella se gira sobre sus talones para mirarme, esta justamente recargada sobre el marco de mi puerta. —no quiero ir...

Ella niega antes de dibujar una mueca burlona.

—Oh, ¿Es enserio, _______? —se burla—estas algo mayorcita como para hacer tu berrinche, iras y punto. —finaliza saliendo de mi habitación, simplemente la puedo oír mientras camina sobre los pasillos.

One shotsDonde viven las historias. Descúbrelo ahora