Parte 3

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A primera hora de la mañana, la cocina de la residencia Cullen estaba muy concurrida. Cuando Carlisle bajó listo para ir al hospital, vio que Alice y Rosalie estaban batiendo una mezcla en sendos cuencos, mientras Esme les daba indicaciones a los varones sobre cómo decorar y rellenar unos cupcakes.

―¿Qué es todo esto? ―preguntó divertido con la escena.

Esme se limpió las manos en su delantal y se acercó a su esposo. Señaló una bandeja con más de veinte cupcakes decorados con merengue de color naranja.

―A Edward se le ocurrió que podíamos ayudar en la venta de pasteles de la señora Brown ―explicó la mujer con una sonrisa de orgullo materno.

―Buena idea. Me interesa saber lo que ha hecho que todos quisieran participar.

―Soportar el olor de toda esta comida humana es mucho más interesante que leer varios libros ―se adelantó a responder el fortachón de la familia.

―Así que ya les dijiste lo de la chica Messler ―dedujo el doctor mirando a su hijo de cabello cobrizo.

El vampiro asintió.

―Intenté ver algo relacionado con ella, pero no funcionó ―comentó Alice.

―Dejaremos la investigación para después del instituto ―señaló Edward―. Todavía tengo algo que hacer antes de que llevemos todo esto.

Esme besó a su esposo como despedida. Carlisle estuvo a punto de salir cuando recordó que no había hecho una pregunta a su hijo.

―¿Averiguaste lo que provocó el ataque de pánico?

Edward negó con la cabeza, pues no había tenido la oportunidad de conseguir una respuesta clara o útil.

―No importa, puedes hacerlo hoy. Yo investigaré casos de otros pacientes que podrían estar atravesando por lo mismo. Nos vemos más tarde.

Los demás continuaron con la labor de terminar la siguiente tanda de cupcakes, esta vez, de chocolate, con frosting de fresa dispuesto de forma similar al de una rosa.

―Regreso en unos minutos ―informó el de pelo cobrizo.

***_***_***

Megan se quedó toda la noche contemplando su cuerpo, deseando ver alguna mejoría en su semblante. Había intentado tomar su mano hasta cansarse. También había intentado recorrer el hospital en busca de alguien que pudiera escucharla. Ella misma se sorprendía de lo paciente que había sido al ir de habitación en habitación, también pasando por los puestos de enfermeras, hablando de su vida, esperando que alguien reaccionara en algún momento. Incluso había pensado en que podría encontrar a alguien en su misma condición vagando en las cercanías.

Cuando el sol comenzó a iluminar afuera, regresó a su habitación y se extrañó al darse cuenta de que su tía no había regresado. Decidió ir a buscarla a la casa para ver si todo estaba bien. Llegó en el momento en el que la mujer estaba cerrando la puerta principal. Se subió en el asiento del copiloto para acompañarla. Quizá irían de vuelta al hospital. Por unos instantes, cerró los ojos y escuchó la música de la radio, imaginando que estaba realmente allí, con su cuerpo en ese asiento, sentada al lado de su tía.

A las siete de la mañana, la señora Brown arribó en su vehículo al estacionamiento del instituto. Los miembros del comité de bienvenida ya la estaban esperando. Megan sonrió al ver a sus compañeros allí. Se limitó a observar sus acciones de cerca. Tres adolescentes se acercaron hasta su automóvil para ayudarla a bajar lo que había preparado. El puesto estaba compuesto por una mesa larga y varios carteles coloridos, junto la escalinata del edificio principal. Aquel lugar era estratégico, pues la mayoría de alumnos y profesores debían pasar por allí para ingresar a las instalaciones educativas.

El secreto de los Cullen || Edward CullenDonde viven las historias. Descúbrelo ahora