Carolina

15 1 0
                                    

El objeto no es muy largo, seis o siete centímetros tal vez. En cambio, el diámetro es bastante importante. Me pongo encima del sillón, levanto la falda y me acomodo cautelosamente encima del cojín. El falo me penetra completamente. ¡Ah!..
Marcos sirve una bandeja de pollo y un cuenco de arroz, sin perderme de vista.
- ¿Quieres empezar tú?  -pregunta Liam mientras hurga en la bolsa negra, ahora colocada a su lado. Porqué no caí antes: en la bolsa trae juguetes. Le pasa un mando a
Marcos.
- ¡Encantado! -le contesta Marcos socarrón. Se sienta frente a mí y alcanza el mando.
- ¡Sírvete lo que te apetezca! -dice, dirigiéndose a mí. Señala al pollo, arroz y varias fuentes repletas de tapas, mientras empieza a manipular el mando.
Parecido al huevo de placer de la noche anterior, el falo dentro de mí empieza a brincar. Presiono los muslos con mis manos y respiro hondo. El objeto dentro de mí es aún mejor que el huevo. No solo vibra, encima palpita y estimula sin piedad mi zona más sensible. Marcos me observa con cara divertida y aumenta la intensidad del vibrador.
- ¡Ah! -gimo, mordiéndome los labios.
- No está mal, ¿verdad? -se ríe Marcos-. Liam es fanático de los juguetes técnicos. Parece que con el cojín hemos dado en el clavo.
-Pásame el mando, yo también quiero -exige Liam.
Aprieto los dientes. Necesito concentrarme al 100% para no dejar escapar un gemido. No les quiero hacer ese favor. Que se preparen, ya se lo devolveré. Liam
aprieta varios botones, pero como respiro honda y lentamente logro efectivamente contenerme.
- No está mal. Si quieres, eres capaz de controlarte -constata Liam, apagando por fin el vibrador-. ¿Cenamos?
Vuelvo a respirar hondo, relajándome un poco, y me sirvo unas delicatessen de las fuentes y un poco de pollo con arroz, sin perder de vista el mando, ahora encima
de la mesa de la cocina.
Después de haber calmado mi apetito decido tomar un rol más activo. No es que no me gusten los jueguecitos de Marcos y Liam, pero no quiero seguir siendo su
''muñequita'', yo también tengo ideas.
Me levanto lentamente, dejando que el vibrador se vaya deslizando poco a poco.
- ¿Qué haces? ¡Quédate sentada! -ordena Liam.
- ¿Qué te había dicho acerca de las órdenes? -le contesto con voz azucarada, sentándome encima de la mesa, con las piernas cruzadas.
- ¡Siéntate! -brama Liam.
Niego con la cabeza:
- No. No lo haré. -
- ¡Siéntate, Carolina! ¿O quieres que te ayude? -interviene Marcos.
Dios mío, qué machos. ¿Cómo serán las mujeres con las que se acuestan normalmente?
Realmente me gusta que los hombres sean dominantes durante el sexo, pero no permanentemente.
- No, ahora me toca a mí -rebato y hundo mi índice en una fuente con salsa- y vosotros, por una vez, os quedáis quietos.
Me divierte observar como los chicos se quedan desconcertados si alguien no baila al son que tocan ellos. Aunque sé que el juego puede ser peligroso, continúo.
Abro mis labios, doy unos lengüetazos a la punta del dedo y lo meto en la boca. Lo chupo con fruición, moviéndolo hacia arriba y hacia abajo. Liam y Marcos me
clavan los ojos.
-¿Alguien más quiere un poco de salsa? -pregunto seductiva -. ¿Tú tal vez, querido? -Me dirijo a Marcos.
Marcos jadea.
-Dios, Liam. ¿Qué nos has traído a casa?
Liam se encoge de hombros, divertido.
- No sé, la chica por lo visto es imprevisible.-
- La chica está presente -le digo- y ahora, por una vez, os portáis bien y hacéis lo que yo diga.
Alcanzo la fuente con salsa y me dirijo hacia Marcos.
- ¡Pon tus manos detrás del respaldo! -le ordeno.
Marcos me mira confuso, sin saber si seguir mis órdenes.
- ¿Ahora las órdenes las das tú? -pregunta Liam, levantándose de su asiento.
- Por lo visto -le contesto, fresca-. Y tú, querido, quédate tranquilito dónde estabas. ¡Todavía no es tu turno!.
Liam se queda un momento pensativo, luego vuelve a su sitio.
- De acuerdo -asiente, poniéndose cómodo-. A ver qué pasa.
Marcos se muestra reacio a colocar sus manos detrás del respaldo.
- Venga -le susurro, mirándole a los ojos. Vuelvo a hundir mi dedo en la salsa y lo chupo con fruición-. ¡Te gustará!
- ¡Maldita sea! -deja ir Marcos, con los ojos fijados en mi dedo-. Eres una cabrona, la verdad.
- Te devuelvo el cumplido -le rebato, haciéndole señas a sus manos-. ¿O es que tienes miedo?
- Para nada -bufa Marcos y cruza sus manos detrás del respaldo.
- ¡Ves, no es tan difícil! -Dejo la fuente en el suelo y abro lentamente los botones de sus vaqueros. Su pene ya está algo erecto. Parece que le haya gustado mi
pequeña función. Vuelvo a hundir mis dedos en la salsa y le coloco un poco en su polla. Paso mi lengua con cuidado encima de su glande para metérmela toda entera en mi boca y empiezo a chupar. Desde el rabillo del ojo veo como Liam me está observando, fascinado.
Marcos empieza a gemir y hunde sus manos en mi pelo. Enseguida levanto la cabeza, y me descuido de su pene, ahora completamente duro.
- Te he dicho que dejes las manos detrás del respaldo.
- ¡Cabrona! -Marcos gime, pero hace lo que le digo.
Vuelvo a meterme su pene en la boca, encierro su tronco en mi mano y empiezo a mover mi cabeza, arriba y abajo, sin piedad.
Marcos empieza a retorcerse.
- Si no quieres que me corra en tu boca, tienes que parar, ahora mismo -gruñe, con voz tomada.
No pienso parar, todo lo contrario: aumento lentamente el ritmo hasta que su polla empieza a moverse violentamente, corriéndose dentro de mi boca.
Me levanto sonriendo, alcanzo mi copa de vino y me tomo un trago.
- Dios mío -suspira Marcos, mirándome con aprobación-. Ahora entiendo porque Liam no quiere dejarte ir.
Le regalo una sonrisa y busco a Liam que me mira con cara impenetrable, los ojos medio cerrados.
- ¿También quieres? -pregunto coqueta.
- ¡Basta! -brama Liam- ¡Ven aquí, ahora mismo!- Se ha levantado y da golpes encima de la mesa-. ¡Ya!
Arqueo una ceja. Por lo visto es él que quiere tomar el control. Pero, ¿yo quiero eso? Mm, ¿por qué no? No niego que me gusta que Liam me coja sin más. Pero no
se lo quiero poner tan fácil. Me encanta este jueguecito de poder.
- No -contesto, sacudiendo la cabeza.
-Es tu última posibilidad -rebate-. ¡Ven aquí!
- ¡Ni hablar!
- Si tengo que venir a buscarte, será el turno de tu culo.
Sus palabras me provocan una tensión muy agradable en el bajo vientre:
- ¡Inténtalo! -le contesto.
- De acuerdo -gruñe Liam. Se acerca, me agarra y me sube a hombros.
Me quejo y le golpeo la espalda:
- ¡Déjame bajar!
- Ahora mismo -me rebate y me coloca al otro extremo de la mesa. De un manotazo se deshace de todos los objetos que estorban y me da la vuelta: Me hallo encima de la mesa, boca abajo y con el culo al aire.
- ¿Me podrías ayudar? -Liam se dirige a Marcos mientras me mantiene fija con las manos-. En la bolsa hay esposas, las necesitaría.
- ¡Encantado!
Giro la cabeza y veo como Marcos se cierra los pantalones, alcanza las esposas y se me acerca. Mis pezones se ponen de piedra con solo imaginarme lo que me espera.
Cuando Liam me coloca las manos sobre la espalda y cierra las esposas alrededor de mis muñecas, no me defiendo.
- A ver querida, ¡tú te lo has buscado! Marcos, podrías agarrarla un momento...- Marcos sonríe, se sienta sobre la mesa, a mi lado, y fija mi torso encima de la
mesa. Ahora estoy completamente a la merced de Liam, pero es lo que me excita enormemente: mi vagina palpita de deseo.
Liam levanta mi falda y deja mis nalgas al descubierto.
- Tú que crees, Marcos. ¿Cuál es el castigo por dar órdenes sin que le hubiéramos dado el permiso?
- Creo que primero habría que zurrarle el culito y luego follarla.

Trago saliva. Solo con imaginarme lo que me espera me humedezco. Liam levanta la mano y me pega dos azotes en las nalgas.
- ¡Ah! -gimo, intentando rebelarme, pero Marcos me sujeta firmemente. Liam acaricia mi clítoris, me frota y me penetra con dos dedos. Los absorbo ávidamente,
alcanzándole mi pelvis. De repente, levanta la mano y me vuelve a zurrar, mientras me sigue penetrando con los dedos. Jadeo. Estoy tan excitada que a penas noto el
dolor.

-Fóllame, por favor -le pido.
-Queríamos follarte entre los dos -brama Liam-. Pero tú nos estropeaste los planes. Habrá que recuperarlo en otro momento-. Retira sus dedos.
-No, por favor, no pares -lloriqueo.
-¿Te encargas tú un momento? -le comenta Liam a Marcos. Este asiente y afloja su agarro, mientras que con la mano libre acaricia mis nalgas. También levanta la
mano y me da un golpe fuerte, luego me penetra con sus dedos.
Vuelvo a gritar.
-Es lo que te mereces -susurra y excita mi parte más sensible.
Luego noto como sus dedos se retiran y otra cosa, dura y grande me penetra de golpe. El pene de Liam es tan erecto que me llena del todo. Empieza a moverse
dentro de mí, haciendo camino con golpes fuertes, mientras que Marcos acaricia mis nalgas temblorosas. Grito con todo mi deseo, me dejo ir del todo, hasta que Liam y
yo nos corremos a la vez.

Los Caballeros del Amor Donde viven las historias. Descúbrelo ahora