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Dos semanas habían pasado desde esa conversación de Kaname y Rima, dos semanas en las cuales Kaname no había dejado de observar al general.

El hombre aparte de guapo, era muy preocupado de sus camaradas, respetuosa con las damas y sobre todo muy protector con él, eso era algo que a Kaname le gustaba mucho, le hacía sentir seguro a su lado, cosa que jamás sintió con Zero, con el peliplateado siempre se sintió pequeño, vulnerable, débil, feo, inútil, pero con el general todo era diferente.

Esa tarde Kaito había llegado al campamento con Takuma herido, aunque no era de gravedad, Kaname sintió que su corazón se destrozaba cuando vio la sangre de Takuma, fue tal su estupor que fue incapaz de ayudarlo, Rima se hizo cargo de las heridas del general.

Esa noche Kaname estaba alterado, no podía dormir, así que aunque no era correcto, se calzo sus zapatos y fue en camisón hasta la tienda de Takuma.

El cuerpo del castaño temblaba completo, pero aunque estaba aterrado, una parte de él le pedía ir a los brazos de eso hombre.

- Perdón, no quería molestarlo - dice Kaname al ver que el general se incorporaba desde su cama

- ¿A pasado algo? Te sientes bien - pregunta el hombre preocupado al ver a Kaname en su tienda y vestido solo con un delgado camisón

- Creo que sí, aunque tengo miedo -

- ¿Miedo? -

- Sí - responde acercándose a Takuma que ya estaba de pie al lado de su vieja cama

Takuma sonrió nervioso, si bien era diez años mayor que Kaname, y tenía más experiencia que el castaño, nunca un doncel le había alborotado así el corazón y alma.

- No pude ayudarle cuando llegó herido -

- Estás no son heridas, son solo unos ligeros rasguños - le sonríe Takuma

- Pensé que iba a morir -

Kaname estaba al borde del llanto, era verdad al ver la sangre de Takuma sintió pánico de que el hombre muriera, nunca se imaginó que el general pudiera ser herido.

- Calma, estoy bien -

- Si usted muere no... No sabría que hacer - lloraba Kaname

Takuma acercó sus manos a las mejillas de Kaname y limpio esas lágrimas, luego acercó su frente con la de ese hermoso jovencito. Kaname seguía llorando, las cálidas manos de Takuma le estaban dando el valor que le estaba haciendo falta. Takuma no lo creía ese chiquillo le había dado un beso, un torpe beso en sus labios.

Kaname jamás en su vida había besado en los labios y tampoco había sido besado como lo hacía el general, ese hombre era tan amable, tan dulce que sentía que el corazón se le iba a salir.

- Ahora usted va a pensar que soy un ofrecido - dice Kaname rojo de vergüenza

- No, nunca pensaría algo así de usted - dice Takuma - Solo que eres lo que más amo en esta vida -

- Pero voy a tener un bebé de otro - dice Kaname mirando su barriga

- Para mí eso no tiene ninguna importancia, yo me enamore de ti, no de tu pasado. Si estuviste casado o no en el pasado a mí no me importa, solo me importa que estoy enamorado de ti -

- ¿Eso es verdad? -

- ¿Crees que miento? - pregunta Takuma

Kaname no respondió nada, solo lo miró a los ojos, esos ojos verdes que brillaban con una intensidad que el castaño nunca había visto.

- No lo creo - dice finalmente

Takuma lo besó una y otra vez, hasta que cansado se sentó en la cama con Kaname sobre su regazo.

Esa noche fue mágica para ambos, Kaname nunca había sido tocado con tanto amor, nunca le habían susurrado palabras de amor al oído, nunca le habían amado.

Takuma era suave entendía que con Kaname no podía ser de otra manera, el joven era inexperto, además tenía a su bebé dentro de él, por lo que procuró besarlo, acariciarlo, pero sin llegar a consumar el acto sexual, no era el momento, no era el lugar, ya tendrían toda una vida para ello.

A la mañana siguiente se oficializó lo que para todos era obvio. Takuma y Kaname eran pareja.

Kaname ayudaba a preparar la comida cuando Rima se acercó a su amigo.

- ¿Y? - dice la chica sonriendo pícaramente

- Y ¿Qué? -

- Como estuvo eso anoche -

Kaname se ruborizó lo que hizo que Rima riera abiertamente, las demás mujeres que estaban junto a ellos también rieron

- No debería avergonzarse - dice una de las mujeres una regordeta de mejillas rojas - Del tiempo que lo conozco siempre tuvo una mirada llena de tristeza, pero ahora es diferente. Ahora se ve feliz -

- Es verdad, no conozco su historia, pero debe haber habido mucho dolor, ahora aprovecha de ser feliz -

- Ves que no soy solo yo la que piensa así - Dice Rima

- Sí, voy a ser muy feliz -

Rima lo abrazo con fuerza, al fin las cosas pintaban bien. Aunque no para todo el mundo.

La madre superiora del convento donde Yuuki había sido enviada por sus padres estaba furiosa, con la joven.

- Jamás en mi vida había visto una criatura más asquerosa que usted -

- Una monja no debería hablar así - dice Yuuki ofendida por las palabras de la religiosa

- Una mujerzuela que seduce a un sacerdote no merece ninguna otra palabra -

- Me culpa solo a mí, pero para bailar hacen falta dos -

- El padre Rupert, era un hombre intachable hasta que usted llegó aquí, usted y una auténtica figura demoníaca, pero yo le enseñaré a no provocar las a los hombres -

- ¿Qué me hará? - pregunta desafiante

- Lo que sus padres no tuvieron el valor de hacer -

La religiosa sacó de entre uno de las gavetas de una estantería un cinturón de acero.

- Si vas a abrir las piernas, me encargaré que no puedas hacer nada -

Yuuki intento salir corriendo, pero fue detenida por otras dos religiosas y fue así como la joven a sus dieciséis años se vio obligada a usar un cinturón de castidad de acero.

- Ahora ya puede retirarse señorita Yuuki, la esperamos en media hora en la capilla, rezaremos hasta que sea hora de la merienda - dice la madre superiora

AMOR NO CORRESPONDIDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora