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Los siguientes días fueron iguales, Zero ni siquiera le hablaba a Kaname, pero cuando el castaño estaba dormido, su esposo se quedaba casi toda la noche en vela mirando su rostro, el problema era que eso Kaname no lo sabía y cada día se sentía más solo.

Era un jueves por la tarde cuando Yori se desocupo de sus obligaciones y fue a visitar a Kaname, el castaño estaba comiendo frutillas. Últimamente solo comía eso, se le hacía agua la boca cada vez que pensaba en esas frutas.

- Kaname he venido a verte - dice la chica trayendo en sus manos más de esas deliciosas frutas -

- Yori, esas se ven aún mejores que las que me dieron esta mañana -

- Lo sé, son especiales, mandé a buscar las mejores del reino para ti -

- Gracias - sonrió feliz Kaname al momento que se echaba una gigante a la boca -

Los dos se sentaron en la pequeña salita de estar de la alcoba, Kaname había preparado el té y mientras Yori bebía la infusión y comía pastelillos, Kaname seguía comiendo sus frutillas.

- Eso no es normal - dijo Yori a la semana del desmayó - Kaname, no estarás esperando un bebé - Kaname se atoró con sus frutillas al oír eso - Estás casado, es una posibilidad -

- Pero a Zero no le gustaría, estoy seguro que él no me quiere -

- Kaname, no desesperes, yo creo que es cosa de tiempo, ahora ya duermen juntos, más adelante se llevarán mejor, aunque yo sospecho que Zero está sintiendo cosas por ti -

- Tú crees - dice esperanzado en joven

- Sí, solo dale tiempo -

En eso la puerta se abrió, Kaname salió casi corriendo a recibir a su esposo, pero era solo uno de los lacayos dejando la correspondencia. Kaname se acercó a ver las cartas que el joven dejo sobre una de las mesas.

- No hay nada para usted, todo es para su alteza - Kaname de igual manera las tomó entre sus dedos - A usted nadie le escribe, nadie lo quiere al parecer, ni sus padres - sonrió el joven - ¿Sabía que su hermana le escribe al rey y no a usted? -

Yori que había escuchado se acercó al lacayo impertinente y mirándolo muy molesta le reprendió.

- Si no quieres perder tu empleo, nunca más en tu vida vuelvas a hablar así al esposo de mi primo. Él es el príncipe de este lugar. Así que recuerda que si vuelves a emplear ese tono con él, yo misma me encargaré de que lo pagues -

- Está bien - dice Kaname - No te enfades con él, seguramente no quiso decir eso -

Kaname era tan bondadoso que no veía la maldad aunque esta estuviera frente a él.

Ambos volvieron a la sala, el rostro de Kaname estaba algo rojo y Yori se acercó a sentir su temperatura.

- Tienes fiebre, eso no es bueno -

- Estoy bien, esto pasa a menudo ahora -

- Vete a descansar, haré que mañana te vea el doctor, estoy casi segura que estás en cinta -

Kaname obedeció y se fue a la cama, Yori lo cuido toda la noche. A la mañana siguiente los múltiples compromisos de Yori la hicieron salir del palacio, no sin antes dejar a  Kaname al cuidado de una de las mucamas. El doctor llegaría después del medio día al igual que Yori. Aidou caminaba por los pasillos del palacio cuando vio a la mucama que debía estar cuidando de Kaname deambulando por el lugar.

- ¿Qué haces aquí? No se supone que debes estar con su alteza - dice el jefe de los guardias reales

- Está dormido, es un fiasco cuidar de él. Ahora entiendo porque el rey rehuye de él -

- Es una falta de respeto lo que dices -

- Es la verdad, a ese chiquillo no lo quiere nadie. Es solo un estorbo en este lugar -

- ¡Ve a cuidar del príncipe, Yori te lo ha encomendado! -

- ¡No iré! -

- Pero es tu obligación -

- Si tanto te preocupa ese niñato, ve tú a cuidarlo -

La mujer dio media vuelta y se fue en dirección opuesta a los aposentos reales. Aidou se encaminó a la habitación de Kaname, sabía que Yori estaba preocupada por él y también sabía de las sospechas de su prometida.

Cuando Aidou ingreso a la habitación, Kaname estaba ardiendo en fiebre, puso paños fríos sobre su frente, pero aún así la fiebre no bajaba, por lo que comenzó a destapa y desnudo parte de su cuerpo, la fiebre comenzaba a ceder, cada tanto cambiaba los paños de su frente y limpiaba el sudor de su cuerpo, Kaname estaba completamente dormido, por lo que no sabía de nada.

Aidou sentía una gran simpatía por el joven príncipe, y al igual que su prometida lamentaba profundamente que Zero fuera tan despiadado con el joven que su único error fue aceptar de buen agrado esa boda que le impusieron al nacer.

Había pasado más de dos horas y Aidou volvió a ver si la fiebre continuaba o no, tomó el rostro de Zero, pero no sabía si aún tenía fiebre o no, por lo que emulando a Yori acercó sus labios a la frente de Kaname, momento preciso en que Zero entraba a la habitación.

- ¿Qué haces? - preguntó espantado Zero al ver ese beso entre su esposo y el prometido de su prima

- Nada, solo veía si aún tiene fiebre -

- ¡Mentira! Son amantes - dijo Zero y sin ninguna contemplación tomó a Kaname del cabello, el castaño despertó asustado, Zero era un demonio del mismo infierno que lo remecía con fuerza, le gritaba e insultaba.

Aidou intentaba arrebatarselo de las manos, el escándalo ya era tal que varios sirvientes fueron a ver lo que sucedía.

- ¡Eres una basura desvergonzada!¡Te enseñaré quién es el que manda aquí!¡No me harás ver como un maldito cornudo! -

- ¡Basta! Kaname es inocente - dijo Aidou cuando al fin pudo liberar al castaño que aterrado lloraba sin entender que pasaba.

- ¡Aléjate, Aidou! - ordenó Zero

- No -

- ¿No? -

- Lo siento, Yori me matará si sabe que no lo protegí en su ausencia -

Zero se acercó en forma intimidante y Aidou desenfundó su espada, ese simple acto provocó que los guardias del palacio no le dieran tiempo ni de reaccionar, y siete de ellos se abalanzaron sobre el rubio y le dieron muerte en el acto. Ante la mirada atónita de Kaname y Zero.

El gritó aterrado de Yori los sacó se su asombro, la mujer había vuelto y se encontró con esa escena brutal.

AMOR NO CORRESPONDIDODonde viven las historias. Descúbrelo ahora