Parte 1: La victoria

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- Y la ganadora es... ¡Lola Loud!

Una vez más, Lola Loud era la ganadora de una nueva pasarela. Mientras su familia la vitoreaba, Lola saludó a todas las personas presentes. Vio como los jueces aplaudían y gritaban, emocionados. Lola mandó besos volando y posó unas cuantas veces más, para deleite de sus admiradores.

Se volteó para salir del escenario, encontrándose con las miradas de sus contrincantes. Hubo ciertas miradas molestas o celosas, pero no muy intensas. Después de todo, ya estaban acostumbradas a perder. Lola las felicitó por sus buenas actuaciones. Muchos lo hubieran confundido como una burla si Lola lo hubiera hecho cuando era más niña, pero ya había crecido y madurado bastante a comparación de antes. Nadie se lo tomó a mal y le devolvieron el saludo.

Lola moderó su maquillaje y se arregló para ir a cenar a su restaurante favorito, promesa que sería cumplida en caso de que ganara. Al reunirse con su familia, Lola vio como las hermanas que aún estaban en casa la felicitaban emocionadas. Lori, Leni, Luna y Luan ya habían salido del nido, todas ya exitosamente posicionadas en la sociedad. Lori, la mayor, era una de las mejores jugadoras de golf del país, algo que Lynn le reverenciaba con respeto, pues la deportista gustaba de ver a alguna de sus hermanas ganando en los juegos. La propia deportista estaba a punto de entrar a su último año de la universidad, decidiéndose entrar a un equipo de fútbol americano, a uno de hockey, y a uno de basquetbol. Nadie entendía como Lynn era capaz de hacer todo eso al mismo tiempo, pero como Lynn Jr. nunca se quejaba, nadie la reprendía, y menos cuando ganaba.

Fue por eso que la deportista fue la primera en felicitar a la princesa cargándola sobre sus hombros, a pesar de que, a sus dieciséis años, Lola ya pesaba un poco. La gemela de Lola, Lana, la vitoreaba de cerca, ansiosa de poder comer en el bufete que Lola había elegido para ir a cenar. La mecánica extrañaba poder hacer desorden con Luna, pues era la hermana que más ruido solía hacer. La rockera tocaba con su banda, la cual tenía una gira por todo el país. Luna era la hermana que más solía visitar la casa, pero aún así podían pasar varios meses sin que nadie le viera ni un pelo.

Lola veía con encanto el hermoso vestido que su hermana Leni, profesional modista, le había confeccionado. Mientras avanzaban para irse a cenar, Lola recordó a su inocente hermana mayor, quien era aclamada a nivel mundial por sus diseños de moda. Leni había logrado lo que nadie había hecho antes: Lograr que las chanclas combinaran con los calcetines. Era lógico que le pagaran inconmensurables cantidades de dinero por uno solo de sus diseños. Lola seguía sin poder creer que le hubiera REGALADO el hermoso vestido que portaba en esos momentos.

Lola sintió unos ojos pegados en ella, y se volteó para ver a su novio, Winston, observándola con ojos brillantes y una enorme sonrisa. Al ver que notaron su presencia, Winston se acercó con una caja envuelta en un listón.

- Espero que puedas sentirte feliz con este pequeño detalle, mi amada -dijo el rubio, con todo el encanto que pudo reunir.

Lola suspiró, adorando la vista de su novio actuando como el caballero que era.

- Me halagas, amor.

Lola abrió el regalo para revelar unos aretes de cristal pintados de color dorado. Lola se los puso de inmediato, encantada por el brillo que le proporcionaban.

- ¡Los amo! Gracias, amorcito.

Lola le dio un beso a su novio quien, rojo, sonrió y se fue con su propia familia. Lola estaba segura de que Luan ya habría hecho una broma sobre ello, pero Luan era la que más recientemente se había ido de la casa. La comediante apenas empezaba a desarrollarse en el mundo de la comedia, pero sí que tenía potencial. Luan recaudaba cada vez más sonrisas y risas con sus actos en televisión.

Lisa era incluso más inteligente de lo que era antes, razón por la cual la científica creaba invenciones semanales para la ciencia. Mientras Vanzilla se dirigía hacia el restaurante, Lily, la hermana menor, suspiró de hambre, ansiosa de probar toda la comida que pudiera. La pequeña de once años sorprendía a todos comiendo casi tanto como Lynn y, sin embargo, manteniendo una esbelta figura. Lisa la inspeccionaba de vez en cuando, sospechando de tales habilidades, pero solo podía concluir que tenía un muy buen metabolismo.

Al llegar al restaurante, Lynn Sr. y Rita pidieron una mesa para nueve personas. Lynn Sr. se sentó con un poco de dificultad, pues ya tenía algunos años sobre su espalda. Su esposa, fiel como pocas, se sentó junto a él y le pidió un corte para empezar. Las seis hermanas y el hermano se acomodaron en sus propios asientos. Lola tuvo a Lucy a su izquierda. La gótica era la única que hacía algo fuera de lo común. En los últimos años, había desarrollado una fascinación por la animación. La gótica creaba semanalmente una miniserie protagonizada por una chica en una Transilvania antigua. Su gusto por los vampiros no cambió, pero se pasaba horas compartiendo ese gusto no solo por sus poemas, sino por las animaciones que recibían decenas de miles de "Me gusta" en las redes sociales.

Lola se pasó hablando un buen rato con Lucy sobre el tema, pues incluso Lola se sentía a gusto sobre esas animaciones. Lucy se sentía cómoda al hablar con ganas sobre cómo realizó su trabajo, alabando la idea de una de sus amigas de introducir a un hombre lobo en el último episodio.

Ambas hermanas dejaron de hablar un momento para comer, en el cual Lola vio a su familia disfrutar de la cena. Mientras su madre hablaba con su padre sobre los cinco libros que Rita tenía publicados, su padre contaba en su mente las buenas ganancias que tenía su restaurante en tan solo ese día. Lana jugaba con Lynn usando la comida, Lisa calculaba la cantidad de calorías que tenía su platillo, Lily comía con los ojos entrecerrados, extasiada por la explosión de sabor en su boca, y Lucy se tomaba su momento para comer un poco. Luego, Lola se volteó hacia la derecha al sentir que alguien lo tocaba el hombro con un dedo.

- ¿Qué pasa, Lincoln?

Su hermano mayor, el hermano del medio, el único hijo varón de la familia, el que empezaba a estudiar literatura, le acercaba un tenedor lleno de comida a su boca.

- Tienes que probar esto, Lola -le dijo Lincoln con una sonrisa-  Está delicioso.

Lola hizo un gesto con su cara, pensando en broma si sería una buena idea.

- Ah, no lo sé, Lincky -dijo Lola, tocándose la barbilla exageradamente- ¿Cómo sé que no está envenenada?

Lincoln le siguió el juego. Se comió lo que tenía en el tenedor, lo masticó de más, y tragó. Limpió el tenedor y lo rellenó del platillo de origen francés que se había servido del bufete.

- Le aseguro mi señora -dijo Lincoln, haciendo gala del acento de mayordomo que había usado en sus juegos de la infancia con su hermana princesa- Que esto va a ser más que digno de su divino paladar.

- De acuerdo -dijo Lola, juntando sus manos en su regazo, cerrando los ojos y abriendo ligeramente la boca.

Lincoln le metió el tenedor en la boca, esperó a que Lola uniera sus labios, y retiró lenta y suavemente el tenedor.

- Mmmhhh... ¡Mmmhhh! -Lola masticó con deleite su comida- Gracias, Lincky. Eso sí que estaba delicioso, tenías razón.

- Te lo dije -sonrió Lincoln.

Lola rio ante la gracia de su hermano, quien, además de ser uno de los mejores chicos que había conocido, era su entrenador de sus pasarelas.

A quien amo... Es a ti.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora