Parte 24: La borrachera

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Lincoln ahora entendía como sus padres habían aceptado tan bien que Lola se hubiera emborrachado en esa noche tan especial: Lola había heredado ese gusto por la bebida gracias a generaciones de bebedores. Era cierto que nadie hizo nada muy grave, pero fue una suerte que nadie saliera de la casa. La naturaleza salvaje de esa familia salió a la luz de los que bebieron.

Lucy, Leni y Lily se quedaron sobrias para cuidar a los que sí habían bebido. Tanto Luan como Luna se dejaron llevar, a la vez que Bobby y Lori se acostaron juntos, cantando. Lori concibió a su segundo hijo esa noche. Lynn no se contuvo tanto, pues Ryan y ella compitieron para ver quien podía tomar más. Lana se quedó de mal humor, sin entender como sus padres habían tenido el descaro de regañar a su hermana. No consumió nada, y se entretuvo todo el rato con Lisa, viendo como M.O.N.G.O. crecía poco a poco.

- ¿Yo soy M.O.N.G.O.? -preguntó la plantita.

- Así es, mi querido espécimen -sonrió Lisa- Y pronto estarás de nuevo en acción.

Lincoln tuvo una probada de un vino, y al poco rato dejó de hacerlo, dándose cuenta de que no tenía mucho aguante. Disfrutó con la fiesta, mientras veía a sus familiares alocarse. No dejó de vigilar a todos, pero al final se dio cuenta de que nadie iba a hacer nada. Todos se fueron durmiendo uno tras otro. Después de un rato, Lincoln vio que Lola, aún con su vestido de novia, subía a su cuarto. Lincoln no estuvo seguro, pero creyó ver una botella en las manos de su hermana. El albino tuvo un mal presentimiento, y decidió acompañarla. Lincoln subió las escaleras, evitando a todos los invitados que lo rodeaban. Finalmente, llegó al cuarto de su hermana, donde el sonido llegaba de manera distorsionada, y nadie los molestó. Tocando antes la puerta, entró.

- Lola... ¿Estás bien? 

- Hola, Lincky.. Yo...

Lola se detuvo, pues había llamado a su hermano por el cariñoso apodo que él le había pedido que no usara. A Lincoln no pareció importarle, pues se sentó a su lado, cuidándola. Lola continuó.

- Yo...

- ¿Estás triste por lo de la boda?

- Algo así... Es que... Aunque resultara ser un tonto... Winston salió conmigo por años, y...

Lincoln sintió una opresión en el pecho...

- Entonces estás triste porque te dejó. Claro, iba a ser tu esposo y yo intervine, ¿no es cierto? Debes odiarme.

- ¡No! No te odio, Lincky. Hiciste lo que debías hacer. No creo que nadie hubiera hecho lo que tú hiciste.

- Ni siquiera estuve solo. Y a pesar de todo... Tú amas a Winston, ¿verdad? Debí saber que...

Lola sabía que Lincoln se sentía devastado por lo que creía que pasaba. A Lola le seguía sorprendiendo lo denso que podía ser Lincoln a veces, pero debía entender que Lincoln era un hombre. Sin importar la increíble persona que era su hermano, seguía siendo un chico. Lola había empezado a pensar que Lincoln no la quería como ella creía, pues había interpretado bien su papel de hermano preocupado. Sin embargo, Lola por fin supo que sus dudas y problemas por fin se iban a solucionar, solo con una acción. Lola tomó de la camisa a su hermano y lo besó. Lincoln abrió los ojos y Lola sintió su gemido de sorpresa en su boca. Lola tomó todos sus sentimientos y los puso en ese beso. Lincoln se emocionó con el beso francés que le daba Lola. Que fuera su hermana finalmente había dejado de tener importancia. Lincoln sintió su erección crecer en sus pantalones. Lola lo notó, roja como un tomate.

- Jajaja, ¿solo con un beso, Lincky? -dijo Lola, sonriendo nerviosa.

- Sabes que no tengo experiencia en esto, Lola -susurró Lincoln, avergonzado y fingiendo un poco su ligera molestia. Solo consiguió que Lola lo viera más tierno y lindo que de costumbre.

A quien amo... Es a ti.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora