Parte 23: La cancelación

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Ronnie Anne dejó de cantar, pues la canción había terminado. No tenía ni idea de porqué quiso escuchar esa canción tan de repente, pero no le vino mal.

- Aunque eso si... Siento como si hubiera sido utilizada para algo mayor -murmuró en voz baja la latina- Solo espero que todos estén bien. Tengo la sensación de que todo saldrá bien. Para los verdaderos héroes, tarde o temprano les llega la recompensa... Eso espero...


- Más vale que tengas una buena explicación, Alastor. ¡¿Cómo perdiste a unos simples pueblerinos con un ejército nacional?!

- Pero madre, ¡había una latino! ¡ÉL latino! El que contratamos.

- ¡¿Un latino?! Eso es imposible.

- ¡Pero es cierto! Peleaba como los de la combi. Alto y moreno, estúpido y tierno... ¡Ah! Daban ganas de abrazarlo.

- Ya no hay latinos en esta boda. ¡¿Por qué crees que evitamos invitar a su familia?! Apenas logramos que viniera solamente uno, ¡¿y ese único es el que arruina todo?!

- ¡Filtró el plan! No tuve opción más que...

- ¡Agh, olvídalo! Si quieres que algo se haga bien, tienes que hacerlo tú misma. Me encargaré personalmente de...

- Y aquí es donde entramos nosotras -se oyeron dos voces.

Sin saber cómo, Alastor y Amanda fueron sorprendidos en esa habitación separada de la fiesta. Todos los guardias que cuidaban a los dos familiares estaban tendidos en el suelo. Varios de ellos tenían golpes o mordidas de criaturas en sus cuerpos. Lucy y Lana sospechaban que alguien más podría intervenir, de modo que convocaron a los reptiles, anfibios, murciélagos y mascotas que pudieron encontrar, y atacaron a los guardaespaldas. Incluso el más macho de todos gritó como una niña cuando sintió la viscosidad de una rana en su ropa.

La gótica y la mecánica posaron como agentes secretos,  mientras sus cabellos volaban por los aire. Sus vestidos enmarcaban los atributos y la hermosura de ambas. Amanda se vio rodeada por un sinfín de animales. Unas ranas se posaron en los hombros de Lana, mientras que unos murciélagos volaban sobre Lucy.

- Me parece que no irán a ningún lado -dijo Lana.

- No se atreverían a hacerme nada. ¡Soy Amanda Fygerald! ¡Nadie puede tocarme sin enfrentarse a las consecuen...!

Una lagartija se metió en el vestido de Amanda y la mujer gritó, espantada.

- ¡No, n-noooo! Yo soy...

Un murciélago le rompió parte de sus costosas prendas, haciendo que Amanda gritara más.

- ¡¿Qué le hacen a mi madre?! ¿Cómo se atreven a...?

Las miradas iracundas de las dos hermanas fueron lo último que Alastor vio antes de caer inconsciente. Lucy y Lana golpearon con ahínco cada centímetro de Alastor que lograron encontrar. La práctica que tenían de casi dos décadas de peleas entre hermanas, sobre todo si dos de esas hermanas eran Lola y Lynn, fue un gran entrenamiento de lucha. Los zapatos de las mujeres eran solo prendas, pero para un hombre a veces representan armas. Los tacones son filosos, las botas pueden ser duras y ningún latino no conoce a la famosísima "chancla del mal". Sin importar qué tan lejos uno esté, el zapato de una mujer lanzado por una mano hábil siempre encuentra su objetivo.

Alastor recibió la punta del tacón de Lucy en un brazo, y el de Lana en su estómago. Combinado con los golpes que recibió, el primogénito cayó. No importó nada todo el entrenamiento militar que había tenido Alastor, eso había sido suficiente.

A quien amo... Es a ti.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora