II

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Cuando se encontraban descendiendo por las escaleras hacia el subsuelo, que por cierto, la madera de cada escalón crujía a causa de que se estaban pudriendo por los años, el sonido tan rechinante no se hizo esperar.

Las cuatro paredes que los rodeaban eran de ladrillos. Se veían desgastados. Hasta daban la impresión de que si hubiese un sismo toda la arquitectura se desplomaría hasta quedar hecho polvo.

Aunque lo peor no era solo eso, sino que en el ambiente un hedor similar al excremento se hizo presente.

Mientras descendían hacia el abismo se escuchaba ligeramente la risa maquiavélica del sociópata. Se burlaba de ellos. Le hacía gracia la desesperación tan asfixiante de la pareja. Él anhelaba verlos a los ojos sollozos, y escucharlos pidiéndole misericordia hasta que se queden sin saliva. Y luego de eso, matarlos o enterrarlos vivos en el cementerio. Le producía excitación tan solo la idea de pensar que si los entierra con vida la desesperación que tendrían haría producirle un derrame de semen en sus pantalones. Aunque lo mejor, según él, sería verlos cómo intentan desesperadamente emerger de la tierra, cómo una flor. La idea de saber que sus dedos están rasgando el lodo, y que sus pulmones se llenan de tierra, le causaba un sobresaliente orgasmo. Un clímax que ninguna mujer de la faz de la tierra sería capaz de brindarle. Ni aunque fuese en una orgía de una fiesta negra.

El antisocial se quedó inmóvil delante de la trampilla sin abrirla. Solo se lograba escuchar su jadeante respiración, era similar a la de un hombre masturbándose llegando a la eyaculación.

Entre tanto, Julia, en eso, no se percató de que al final de la escalera se carecía de los últimos cinco escalones, y al intentar apoyar el pie derecho en ese supuesto escalón, aterrizó ferozmente por una altura de cinco metros.

Su cuerpo terminó desplomado en el suelo. El dolor ha sido lo primero que sintió. Desde la cintura para arriba, el sufrimiento era tan intenso que ningún analgésico podría aliviar aquel malestar. Pero quien se había llevado la peor parte había sido el cráneo. Siente que alguien le batea la cabeza. Literalmente hablando.

Por culpa de su esquizofrenia su cuerpo se sentía fragmentado, hacía ya tiempo que no se percibía de eso modo.

La esposa de Ignacio se retorcía de dolor en el suelo de adoquín. Ardía en lamentos, su cuerpo se hallaba en consumo. Sus huesos se corrompen, y su alma se corroe. Se encontraba afligida hasta el punto de desear su propia muerte. Su sufrimiento se asemejó a los dolores de parto. Pero nada de eso se iba a comparar con lo que le sucedería a continuación. Esto sería lo que en verdad le haría hablar a su lengua, lo que sin dudar obraría a su cuerpo en exigir de rodillas la misma muerte.

La carne de su cuerpo experimentaba a montones las picaduras de los escorpiones, cómo si los aguijones al penetrar la zona escarbaban hasta lo más profundo, y cuando la hacían gemir de dolor, el tamaño aumentaba el doble hasta producirle querer entregarle el alma a la muerte.
Se le produjo una enorme llaga repugnante y maligna en la frente, cómo si Julia hubiese aceptado la marca de la bestia. Ella buscaba la muerte, aunque no la hallaba; ansiaba morir, pero la muerte huía. Y en eso, su cuerpo poco a poco, ardía, cómo si un fuego imaginario la estuviese quemando. Le hervía la sangre. Burbujeaba su piel. Se derretía su carne. Ella vio un humo intenso similar al que hace un horno emanar de su cuerpo. Creía que el infierno se apoderaba de ella, y terminaría con todos los impíos: los inmorales, los idólatras, los adúlteros, los sodomitas, los pervertidos, los ladrones, los avaros, los bebedores, los difamadores y los usurpadores. Pero antes que su cuerpo sea reo en un lago de fuego y azufre, sintió unas manos esqueléticas agarrándola de las piernas cómo brazos, queriendo que atraviese el suelo.

Cuando se creía que se rendiría y se dejaría envolver por aquellas entidades que la trasladarían al averno observo que su esposo no había sido tan desafortunado en caer cómo a ella le pasó y aterrizo en pie. Ian se quedó inmoble observándola en silencio.

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⏰ Última actualización: Sep 06, 2020 ⏰

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El Laberinto de la Muerte © (EN PAUSA) Donde viven las historias. Descúbrelo ahora