Café y odio

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Después de aquel incidente con el auto papá me hizo entrenar mucho más tiempo; tanto por separado como con los demás chicos de la academia. Cuando no me obligaba a practicar: desde seguir poniendo a prueba mi telequinesis (en la cual seguía fallando) hasta intentar meterme en la mente de mis hermanos (lo cual no era de mi agrado, pues todos tenían unas fantasías extrañas) se la pasaba estudiándome, me conectaba unos cables a la cabeza y se ponía a anotar, jamás entendí el objetivo de esto y nunca pregunté por respeto. Me encontraba de nuevo en su oficina, la mayoría de mi tiempo estaba ahí o en el campo de entrenamiento, tenía aquellos cables extraños conectados y otros más en mi brazo; había un aparato extraño al lado de mi que intuí que tomaba medidas, de él salía un ruido y números
-Ok, Número 8, quiero que respires profundo, cierres tus ojos y visualices- dijo Sir Reginald Hargreeves- ¿que mierda quería que visualizara?
Cada que estaba ahí me pedía lo mismo, y jamás sabía que hacer
-Pogo- lo llamo Reginald - tráeme la inyección.
Pogo entró al cuarto. Déjenme hablarles un poco respeto a este: es un chimpancé y también el mayordomo, en un principio me resultó extraño pero con el tiempo te acostumbras a su compañía e incluso llegas a preferir pasar tiempo con él que con cualquier otro. Colocó una charola de aluminio que contenía una inyección sobre la mesita que estaba a mi lado. Una o dos veces por semana me inyectaban un líquido verde del cual tampoco tenía idea de para qué servía.
- Número 8- dijo mi padre mientras le daba las gracias a Pogo y le pedía que se retirara- no veo un progreso en ti, a comparación de tus hermanos tú sigues sin poder controlar tus poderes -
-T/N: Mis poderes son distintos a los de mis hermanos y mucho más difíciles- mi tono de voz era molesto - y tal vez pudiera mejorar si me dijeras para que mierdas es todo esto - señalé los cables y la inyección -
- Accediste a que te ayudara, y parte de la ayuda es no preguntar, señorita - me respondió Sir Reginald Hargreeves
-Si, se que accedí a todo esto - dije más calmada - PERO JAMÁS ACEPTÉ QUE ME TRATARAS COMO UNA PUTA MARIONETA, estoy harta de esto. Del entrenamiento, de que me tratas como si no valiera nada y de todos en esta casa- dije gritando mientras me quitaba cada uno de los cables conectados a mi cuerpo y me levantaba para salir de ese cuarto
Escuche a mi padre gritarme a lo lejos "Número 8, no te di la autorización de irte. Número 8, regresa" corrí para que no pudiera alcanzarme, gire por uno de los mil y enormes pasillos que tenía esa casa y me topé con unas escaleras, subí rápidamente, al final daban a un enorme balcón, me acerqué a la orilla donde había una pequeña reja y me senté. Era una linda noche, sentí el aire rozar cada parte de mi, me tumbe sobre mi espalda y respiré profundo, estaba agotada. No quería saber nada de nadie; ni de papá, tampoco de mis hermanos y mucho menos de mis habilidades. Desearía tanto haber sido normal.

- Así que aquí estás- escuche una voz detrás de mí así que me senté y voltee para ver quien era.
Grandioso, mi noche no se podría poner mejor
-T/N: ¿que demonios quieres, Número 5?
-Papá me mando a buscarte - dijo mientras se sentaba a mi lado - ahhhh y esto es para ti - me tendió una taza llena de café - Pogo la mando
Tome la taza, le di un enorme sorbo y le agradecí
-¿Cuanto llevas aquí, _____? ¿Dos meses? -
Habían pasado ya dos meses desde mi llegada a la academia, y no había conseguido nada. No lograba controlar mi poderes (hasta sentía que empeoraba) y tampoco lograba encajar con ninguno de mis hermanos, ellos ya iban más avanzados que yo por lo tanto cuando entrenábamos juntos era una carga o provocaba accidentes. Una vez le arroje a 5 un enorme estante por "error", aunque la verdad es que me había irritado, tal vez esa sea la razón del porque nos llevamos tan mal, pues de todos era con el que menos lograba encajar y tampoco era como que me importa.
-T/N: si, dos meses
-Vaya, que rápido pasa todo, ¿no lo crees? Dos meses y sigues siendo tan inútil como el primer día
-Y a ti que te importa - le respondí con enojo - no es problema tuyo
- Te equívocas - dijo - es problema mío, al decir verdad, es problema de todos, gracias a ti y tú poco control en tus habilidades es que ninguno de nosotros ha podido hacer las cosas bien - recordé aquella misión que tuvimos en el banco y lo desastrosa que había salido - así que hazte un favor y date por vencida
Número 5 se paró, estaba apunto de irse cuando yo cegada por la ira decidí meterme a su mente (nunca lo había echo con él, era el único que no me lo había permitido) quería demostrarle que si podía, que era mejor que él y su estupido ego.
-Sal de mi mente - me grito furioso mientras volteaba para verme. Quedamos frente a frente, por un momento creí que me golpearía pero no fue así, cayó de rodillas y comenzó a gritar
Así que no te gusta pensé, veamos que más tienes. Poco a poco me iba adentrando en cada uno de sus recuerdos, los veía pasar ante mi. Decidí dejar eso de lado, ahora quería ver sus deseos. No entendía lo que estaba viendo, me veía a mi; estaba ahí, cada uno de los pequeños y cortos momentos que 5 y yo habíamos pasado (la mayoría eran peleas), los momentos en los que me reía porque Klaus había dicho algo que termino por hacerme gracia, ¿estaba viendo uno de sus mayores deseos? ¿yo era su deseo?
Este pensamiento hizo que me desconcentrara y lo siguiente que vi era algo que jamás iba a olvidar. Me encontraba parada en medio de la destrucción y un montón de escombros, decidí caminar un poco más y entonces lo vi, vi a Número 5, estaba ahí parado y tenía un rostro que reflejaba desconcierto al igual que el mío, no, era tristeza; "CINCOOOOOO" le grite lo más que pude pero él jamás me escuchó, iba a gritar una segunda vez cuando algo llamó mi atención, Número 5 veía algo, no, era un alguien. Me acerque más para poder ver también yo, y entonces supe lo que pasaba, estaba parada en los restos de la Academia Umbrella, caminé un poco más siguiendo a 5, se detuvo e instantáneamente yo también: había un cuerpo ahí tirado, estaba boca abajo y en medio de los escombros, me arrodillé cerca del cuerpo para poder reconocerlo y así fue, a quien veía era a Diego, pero no al niño, era una versión más grande él (lo supe porque tenía sus cuchillos aferrados a su mano) ¿pero que carajos es esto? pensé, seguí caminando un poco más y entonces.... me vi, estaba ahí, tirada, un palo me atravesaba por el estomago y de mi boca brotaba sangre, Número 5 se acercó a mi y me susurró un "lo siento tanto ___"
Logré salir de la mente de Número 5 y podía escuchar como me gritaba "pero que mierda te pasa" decía. Lo esquive y me fui caminando rumbo a la puerta, un líquido salía de mi nariz (sabía que era sangre) pero esta vez no me importo y seguí caminando mientras tenía a 5 detrás de mi gritándome, todo el mundo me daba vueltas y entonces todo poco a poco se volvía oscuro, borroso. Caí al suelo

Del odio al amor (número 5 y tú)Donde viven las historias. Descúbrelo ahora