ᴛʀᴇᴄᴇᴀᴠᴏ

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— Extraño a mi hermano.

Yoongi dijo aquello con una sonrisa en el rostro, con una ligera emoción carcomiéndole por dentro y con las manos inquietas dentro de los bolsillos de sus pantalones.

Su traje permanecia limpio y en orden, pero por dentro él era toda una maraña de emociones y nerviosismo. No había visto a su hermano desde que se había ido a los Estados Unidos cuando ellos eran unos adolescentes, porque por más que había deseado volver a Corea, sus responsabilidades habían sido agobiantes por años, tanto que recién ahora podía pasar una cena de navidad en casa con su padre, su nueva esposa y un pequeño crío que tenían de dos años al que tampoco había podido conocer hasta entonces.

Pero su emoción se centraba en Agust. Porque a pesar de hablar por mensajes de texto o llamadas, no era lo mismo que tenerse cerca. Poder abrazarse, golpearse el brazo o, de manera torpe, mostrarse tatuajes o perforaciones como cuando eran niños.

La emoción iba centrada a su hermano pero se había quedado congelado al verlo llegar, porque cuando dijo "Llevaré a alguien que quiero presentarles" nunca espero que apareciera de la mano con el chico del que había estado enamorado en la escuela básica.

— Agust. — Saludó su padre en medio del ambiente tenso cuando abrió la puerta.

— Padre. — Respondió el rubio mientras le miraba con cierta indiferencia.

En todo ese tiempo, Agust tampoco había vuelto a pisar la casa de su padre. De hecho no se hablaban en lo más mínimo, Agust sabía de su padre por lo poco que hablaba de él con Yoongi. Y ahora, era la primera Navidad que pasaban juntos en años solo porque Yoongi había vuelto de Nueva York.

Y el aludido podría haber ayudado a que el ambiente fuera mucho menos tenso, pero solo tenía la mirada fija en el bonito rubio detrás de su hermano con la sonrisa más hermosa que pudiera recordar. ¡Es que no había cambiado en nada!

Y por su parte, Jimin estaba igual, un poco más nervioso, más receptivo y en definitiva se movía más que Yoongi, porque debía parecer todo tan normal. Pero en efecto, había logrado lo que quería, volver a ver a Yoongi.

— ¿Que haces? — Jimin preguntó en un tono dulce, con una sonrisa en sus labios mientras terminaba de servir una de las copas con champagne en la barra de la cocina.

Yoongi había aparecido detrás suyo, rodeando su cadera con una de sus manos y acercando su rostro a su cuello. Jimin aún tenía ese aroma dulce a melocotón que recordaba. Tal vez, si Jimin le hubiera dicho aquello con un tono hostil y molesto, Yoongi habría parado, pero su voz solo lo había hecho querer estar más cerca.

— Nada en particular, vine a llenar mi copa.

Cuando Yoongi dejo la copa de cristal sobre la barra, Jimin sirvió casi la mitad de la misma con champagne. Las manos de Yoongi eran inquietas, demasiado, y en cuanto estuvieron libres no pudo evitar abrazar la cintura de Jimin, pegándole a su cuerpo por la espalda. Al terminar, Jimin se giró sobre sus talones para mirarle, tomó sus mejillas y juntó sus frentes. Sus respiraciones eran sincronizadas y Jimin no pudo evitar morder su labio inferior al tenerlo tan cerca. Ninguno quiso decir nada, las palabras sobraban en ese momento.

Los labios les picaban y Jimin trataba de pensar claro que estaban en una casa ajena y su pareja estaba en la sala, pero también pensaba que tenía años deseando esto, que tenía años pensando en Min Yoongi y que sería de él.

Pasaron unos segundos y en cuando sus labios estuvieron más cerca que nunca, Jimin se separó del cuerpo de Yoongi para ir al comedor con las copas de champagne.

— Jimin yo... — Yoongi habló bajo y Jimin se giró a mirarle sonriendo. 

— No tienes que pedirlo. — Dijo Jimin con una sonrisa, tomando ambas copas y acercándose a su oído al pasar a su lado.

|| Los Mellizos Min ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora