ᴅᴏᴄᴇᴀᴠᴏ

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— Woooh! Esta increíble, tu proyecto es muy bueno.

El chico de cabellos rubios frente suyo decía aquello con una sonrisa radiante y hermosa. Sus labios gruesos eran sobresalientes y el brillo en sus ojos por igual.

— Podríamos hacerla en mi casa, ¿Te parece? Tengo un estudio donde podríamos colocar los elementos.

El chico seguía hablando, pero Yoongi no podía concentrarse, no podía si quiera escuchar lo que le decía, porque tenía la vista fija en el chico rubio dos pupitres después del suyo, detrás de la ancha espalda del chico a su lado.

— ¿Min Yoongi? ¿Me estás escuchando?

— Ah, lo siento, lo siento, sí, sí, como tú digas, Seok-Jin, disculpame. 

— ¿Qué miras, eh? —El chico de labios gruesos sonrió y se giró a buscar detrás suyo lo que sea que Yoongi observará.

Su sonrisa era bonita, pero nunca más que la de Park Jimin. ¿Así se había presentado no? Era el nombre más hermoso del mundo.

— Oh, ¿Te gusta Jimin? — Preguntó sin rodeos Jin cuando se dio cuenta e hilo las miradas de Yoongi con el rostro angelical de Jimin.

— No, no, que dices. — Yoongi se excusó de inmediato, pero la sonrisa en el rostro de Jin indicaba que no iba a tragarse esa excusa. Él ya había notado todo.

— Vaya, sí, Jimin es un angelito. — Dictaminó antes de voltear a verlo.— ¿Quieres que te ayude? — Yoongi se sorprendió al escucharlo, abriendo los ojos y sintiendo sus mejillas ligeramente rosadas. De seguro que se notaba, porque su piel era demasiado pálida.— No me importa, te voy a ayudar, ¿Bien? Estate atento.

Justo en ese momento, la profesora del taller de fotografía indico que era momento de terminar la clase y todos los alumnos comenzaron a levantarse para retirarse, a excepción de Jin Quién espero pacientemente a que Jimin tomara sus cosas y se levantara de su asiento para salir.

En ese instante, Jin tomo su mochila y corrió a la salida, golpeando el hombro y codo de Jimin, haciendo que sus libros y su mochila cayeran al suelo.

— ¡Jin! ¡Ten más cuidado por dónde vas! — Gritó ligeramente molesto y frunció el seño.

— ¡Perdóname, Jimin! — Se giró a gritar mientras le guiñaba el ojo a Yoongi, él era el único que seguía en el salón de clases y por ende, el único que podría ayudarle.

Se quedó congelado unos segundos. No era como que estuviera listo para conversar con él, ni siquiera había pensado en una conversación ficticia en su mente. Pero si algo sabía en ese instante es que no podía dejarlo así como así, porque no era algo que le agradará.

— ¿Estás bien? — Preguntó bajo mientras se colocaba en cuclillas frente de él y le ayudaba a tomar los bolígrafos de colores del suelo.

— Sí, no ha sido nada. — Murmuró sin prestar atención a Yoongi, centrando su mirada en el suelo y en los bolígrafos que recogía con cuidado.— Son de mi hermano y si les pasa algo me ma....

Me mata, eso iba a decir, pero en cuanto alzó la vista para ver a Yoongi se quedó callado, helado por lo perfecto que se veía con sus ojos de gatito, una sonrisa y su piel pálida. Segundos que parecían horas pasaron, con sus miradas conectadas y sin decir nada, parecía ser que buscaban memorizar las facciones del otro y es que en todo ese tiempo, Jimin nunca sintió atracción o un gusto particular por nadie, pero ese niño de cabellos oscuros frente suyo le resultaba... Bonito.

— G-gracias, en verdad. — Murmuró Jimin mientras tomaba los bolígrafos que Yoongi le ofrecía, para volver a guardarlos en su mochila color azul celeste.

|| Los Mellizos Min ||Donde viven las historias. Descúbrelo ahora