Capítulo 1: Nueva Vida

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Y pensar que dentro de unos meses se cumplirán tres años desde que estoy con la familia McGill. Todo este tiempo ha pasado volando, como si hubiera sido ayer cuando la tía Daniella me trajo a esta casa y, junto a su esposo, el tío Tim, me acogieron en sus vidas, en su hogar y en su familia. Ambos me han demostrado cariño y afecto en todo momento, sin esperar nada a cambio, acogiendo a una chica que no conocían y que todavía sigue siendo una desconocida para ellos. Y no es que pueda ayudarlos con eso, ya que ni yo misma sé quién soy.

Pero no hay que dejar de lado a la persona que ha ocupado un gran lugar en mi vacío corazón, Orielle, la hija de esta extraordinaria pareja. Ella es la perfecta combinación de su papá y su mamá, añadiendo su propia personalidad. Es una persona amorosa, inteligente, bondadosa, abierta a ayudar a los demás, pero también es entrometida, terca, chillona, y siempre quiere tener la razón.

Escucho que la puerta de la habitación se abre y alguien entra con total confianza.

—¿Qué estás leyendo? — pregunta Orielle.

—A Dimitri, el hermoso, y mi heroína, Rosemarie Hathaway. — aunque empecé a divagar en un momento y terminé pensando en mi llegada a esta casa, pero no tiene importancia.

—¿De nuevo leyendo ese libro?

—No es mi culpa que no te gusten los vampiros. A mí me encantan. Y eso es suficiente para disfrutar de Dimitri. Espero que Rosemarie no se ponga celosa si me escucha decir eso. — Orielle solo rueda los ojos y me arrebata el libro de las manos.

—¡Oye! Estaba en la mejor parte, cuando...

—¡No quiero saberlo! — me interrumpe Orielle, caprichosa.

—Anda, agarra un libro de hombres lobo y quédate tranquila.

—"Ellos" son guapos. — vocaliza de una forma casi exagerada.

—Te gustan porque son más atractivos, ¿verdad? A mí no me engañas. —su cara se pone roja y yo estallo en carcajadas.

—¿¡Cómo se te ocurre decir eso!? No me gustan solo porque sean más... atractivos. — se toma su tiempo para decir la última palabra.

—Hots— recalco.

—Bueno, lo son, pero no solo por eso. Son más humanos, más cercanos a nosotros, los humanos. — repite la misma palabra para tratar de hacer llegar bien su mensaje.

Eso solo hace que ruede los ojos y tome de vuelta mi libro. Le hago un gesto con la mano para que busque algo de su interés; señalo el estante de libros para que lea Luna Nueva y busque a su Jacob. Me irrita hablar o solo escuchar algo referente a los licántropos. No es que no me gusten o me desagraden, pero leer sobre ellos me da dolor de cabeza y a la vez me fastidia. Prefiero los vampiros, son más fuertes y más difíciles de dañar, creo.

—¿Por qué siempre menosprecias a mis lobitos? — me dice Orielle ahora con un puchero en el rostro. Me río.

Hago espacio para que se siente a mi lado.

—No lo sé. Tal vez porque son muy humanos, como tú dices, y pueden lastimarse. No quiero ver a un animal herido. Tú sabes que soy defensora de los animales. — ella se ríe entre dientes y niega con la cabeza. — ¿Qué es eso? Tú también estás en contra del maltrato animal.

—Pero, ellos son hombres lobo, fuertes, grandes, fuertes... — vuelve a repetir "fuertes" como si estuviera tratando de decirme algo.

—No, son frágiles. Pueden lastimarse y no quiero escuchar a un perro llorar. — me río de nuevo.

Noche de LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora