Capítulo 3: Pequeñas Memorias

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Se marchó esa misma noche el Adonis de Orielle. Habló un poco más sobre lo que significa ser "sacerdotisa". Aún no concibo la idea de estar ligada a ese término y tener el destino marcado desde el momento en que nací. Saber que el único objetivo en mi vida es salvar al mundo del mal que lo acecha y mantener la balanza equilibrada entre el bien y el mal. El único problema es que el mal está ganando poder, fuerza y seguidores, lo que está ocasionando que la balanza se incline hacia el lado equivocado. Según dice el lobito, tengo una gran energía espiritual que me convierte en la futura matriarca de ese pueblo al que pertenezco. Es decir, mi destino es volver a equilibrar esa balanza y exterminar todo el mal que se está extendiendo. Una vida de lucha y pérdidas. ¡Qué reconfortante!

Daniel mencionó que sus amigos de cuatro patas han aumentado la vigilancia en los alrededores debido al aumento de los nocturnos. Esto indica que algo se acerca o que el mal se está extendiendo, pero no comprenden el motivo o la razón detrás de ello. Mencionó que nos contaría más cosas a su regreso, pero que necesitaba permiso para hacerlo. Aunque prefiere que esté presente en la "Noche de Fogata" en su pueblo, donde cuentan historias relacionadas con los inicios de los nocturnos y sus raíces.

No negaré que la idea me pareció emocionante: salir e irme de aventura, adentrarme al bosque y estar rodeada de cambiaformas contándome historias de cómo no les caigo bien. Así que prefiero esperarlo en mi habitación, rodeada de mis cuatro paredes y bien resguardada. Él solo rió y se tiró por la ventana desde mi cuarto piso. Claro que gritamos, pero al asomarnos por el balcón con miedo de ver a un lobo hecho puré, solo vimos a un chico caminar por la acera muy campante y feliz. Sabíamos que no era humano, pero confirmarlo nos hizo ver que todo lo que pasó esa noche era cierto y todo lo que dijo aún más.

Orielle no quiso irse a su cuarto, quiso dormir conmigo y lo agradecí en mi interior. Pedir ayuda en voz alta, no es algo que hubiera podido hacer.

Ella se quedó a mi lado y con eso pude sentirme segura.

El desayuno fue extraño, Orielle estaba dándole vueltas a su comida y yo no tenía hambre. La cabeza me daba vueltas, sentía que me iba a explotar en cualquier momento. Tal vez tenga una fuerte contusión por el porrazo que me di contra la pared por culpa del nocturno.

—¿Qué sucede? ¿Te sientes mal? — pego un saltito, pues no esperaba que me hablara el señor Tim.

—No, solo no tengo hambre —veo que la señora se tapa la boca y ve a su esposo con una mirada preocupada. El señor se para y se me acerca.

—¿Qué sucede? ¿Te sientes mal? Y no me digas que no. —me toca la cabeza justo en donde me había golpeado, no pude evitar dar un grito.

El tío Tim con mucho cuidado me revisa la cabeza y su diagnóstico no fue diferente al mío: fuerte contusión.

—Lo mejor será hacerle unos exámenes. Los golpes en la cabeza no son cosa de juegos, niñas. Creo que se los he repetido en reiteradas ocasiones.

Orielle y yo asentimos. Nos pusimos algo rápido y nos dirigimos a urgencias para realizar los exámenes que mi doctor crea necesarios para estar tranquilo. Todo salió bien, solo tomar algunas pastillas y reposo absoluto. Me preguntaron cómo me golpeé, miré a mis tíos sentados a mi lado y solo pude sentirme mal por lo que tenía que decir.

—Me caí y me golpeé muy fuerte contra la pata de la cama. No le di importancia —dije.

Regresamos a casa. Todo el camino lo hicimos en silencio. Los padres de Orielle debieron de pensar que había algo mal con nosotras debido a nuestra falta de alboroto o bulla, pero no podíamos decir nada o explicar la situación. Me sentí mal por haber involucrado a Orielle en esto y le pedí disculpas por no poder acompañarlos un rato más, ya que estaba cansada y quería recostarme en mi cama. Los tíos asintieron y se miraron entre ellos, preocupados por mí. Solté un fuerte suspiro y me fui a mi habitación. Me recosté en la cama y miré el balcón cerrado por las mamparas delgadas, ocultas por las cortinas, como si eso pudiera detener lo que entró anoche.

Noche de LunaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora