Capítulo 4: Despedidas

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Hoy es el gran día "D". En la noche, llegará Daniel y le pediré que me lleve con él. Es una idea muy tonta y absurda pedirle a un desconocido que me cuide, pero ante sucesos inesperados, se toman medidas desesperadas.

Orielle está muy triste y deprimida por la gran bomba que le solté ayer. Seguro lo asimilará mejor cuando esté lejos y hayan pasado algunas semanas. Los señores están felices como siempre y nos contaron acerca de su cena de anoche y lo bien que la pasaron. Nos trajeron algunos regalos.

—Este es para ti —dijo el señor entregándome una mochila de color beige.

Sonreí tristemente, porque esas dos personas han sido como padres para mí y me han aceptado con todas mis actitudes molestas y rarezas. Saben que no me gusta arreglarme, que prefiero la practicidad y que a menudo descuido mi apariencia. Se acoplan a mis necesidades y me regalan una mochila para que pueda meter todo de forma más fácil y sin problemas. Me han prestado atención, y eso solo se puede hacer cuando hay cariño de por medio.

—Gracias, no se hubieran molestado — solo atiné a decir eso.

—Pero qué cosas dices, revoltosa. Nosotros encantados de comprarte cosas, ya te hemos dicho que eres nuestra hija. Si te sucediera algo, no sabría qué hacer... — dice la tía Daniella.

—¿Y yo? — interrumpe Orielle. Me da una mirada muy significativa, como diciéndome "me debes una".

—¡Tú! Tú tienes lo que siempre has estado pidiendo. Te hemos comprado la saga de libros que tanto pedías. Además, te hemos comprado un par de aretes que hacen juego con el collar que te compraste... — comenzaron a hablar de todas las cosas familiares de las que pronto no formaré parte.

Me metí en la conversación e hice un montón de bromas y comentarios sarcásticos arrancándoles varias sonrisas a mis oyentes, a mi pequeña familia a la que pronto abandonaré. El desayuno fue muy alegre y feliz, un desayuno que quedará grabado para siempre en mi memoria, así como sus rostros estarán grabados en mi corazón.

Me pasé todo el día sirviéndoles la comida, atendiéndoles en cualquier cosa. Ellos estaban muy complacidos y no tuvieron en ningún momento la duda de que algo iba a suceder. Estaban felices de que "su hija" los atendiera con cariño. Por la tarde, fui a mi habitación para grabarla en mi memoria. Esa habitación que toda la familia McGill hizo con tanto cariño para mí. Los colores eran tan cálidos y estaban llenos de amor que me recibieron desde el primer instante en que pisé esta casa. Extrañaré todo esto. No cabe duda de que echaré de menos cada rincón de este cuarto.

Me acerqué a mi escritorio y dejé la mochila beige que me dieron al costado de la lámpara. Busqué entre mi papelería decorativa y tomé la mejor hoja adornada que tenía para escribir la carta a los padres de Orielle. Una vez que ordené todas mis ideas, me puse a escribir.

Querida familia McGill,

Quiero expresar mi agradecimiento por todo el tiempo que he pasado con ustedes. Realmente ha sido lo mejor que me ha pasado en mucho tiempo. Me he sentido parte de su familia y les aseguro que los considero mis padres. Sra. Daniella, gracias por invitarme a su casa y por apoyarme siempre. Usted ha sido una madre muy cariñosa y comprensiva. Siempre me brindó su afecto, a pesar de que a veces podía decir cosas fuera de lugar que la hacían reír tanto. Reconozco que no siempre he sido la mejor compañía, pero he disfrutado de mi tiempo con ustedes. Sr. Tim, usted ha sido una persona y un padre genial. Siempre tan juguetón y alegre. Lamento tener que despedirme de esta manera, pero estoy segura de que si lo hubiera hecho en persona, no me habrían dejado marcharme. Orielle, gracias por todo y por ser una hermana mayor para mí. Siempre te recordaré y te querré.

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