Historias

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          Fue la primera vez que me pasé la noche despierta por algo que no eran pesadillas, sentada de cualquier manera en ese viejo sofá mientras tomábamos cereales con un poco de leche que me había quedado en la nevera. Ni siquiera me daba cuenta de la hora que podría ser, pero ni el sueño ni el cansancio habían hecho muestras de aparecer. Nos dedicamos a hablar, de nuestras familias, de nuestras aficiones, de nuestras historias y a veces, de nada en particular. Divagamos, y reíamos, como si nos hubiésemos conocido toda la vida y parte de una anterior, ni siquiera pensé en las diferencias claramente visibles que teníamos, no importaban. Shirly me contó que ella no trabajaba con su madre, si no que la ayudaba cuando tenía tiempo libre de sus estudios, que no era mucho. Estudiaba legislación y abogacía, y su visión de futuro es abrir un pequeño buffet donde ayuden a las personas sin recursos con sus derechos. "Ni uno de esos estúpidos y emperifollados abogados de la ciudad movería un dedo por uno de... bueno, de vosotros. Les dais igual y sólo miraran por si beneficio. Me asquean.". A veces me preguntaba sobre mi futuro, y realmente no sabía bien que contestarle; ¿Ganar dinero para irme? ¿Irme a donde, exactamente? Quizás, encontrar un trabajo estable, con una buena cantidad de créditos que me permitan mantenerme aquí, sin problemas y ayudar a mi círculo cercano. Nunca me había parado a pensar realmente en cual quería que fuese mi futuro, y sentir que no tenía nada pensado me hizo un pequeño agujero en el pecho.

          Pude notar que era ya de día por los pequeños brillos que entraban por los agujeros de las persianas, me estiré en el sofá y Shirley me paso las piernas por encima de las mías, recostándose en el sofá.

          - ¿Tu madre no estará preocupada?

          - Se habrá supuesto que me he quedado aquí contigo, seguramente ella habrá supuesto igual que tú que no debería volver sola a casa desde tu barrio – Dejó caer la cabeza por el reposabrazos y resopló –. Ella siempre está en todo.

          - ¿Eso es un defecto?

          - No, realmente, pero es exasperante ver como siempre acaba teniendo razón.

          - Mi madre era muy parecida, siempre sabía que tenía que hacer en cada momento.

         Shirly levantó la cabeza y se sentó en el sofá, con las piernas cruzadas y la mirada clavada en la mía. Mis mejillas empezaron a arder pasados unos segundos, no era lo mío mantener la mirada a alguien durante tanto rato.

          - Esta noche... Hemos hablado de muchas cosas, pero... - Hizo una pequeña pausa para bajar la mirada a sus piernas y luego volver a mirar mis ojos. – No has hablado de tu madre, en ningún momento, solo la mencionas por alto.

          Desvié la mirada y suspiré. Es verdad que estaba evitando constantemente hablar de ella, como si así fuese a doler menos.

          - Es porque me hace daño recordarla.

          - ¿Acaso era... cruel contigo?

          - ¡No, para nada! Justo al contrario, creo que podía llamarla mi mejor amiga. Siempre estábamos juntas, íbamos a todos los sitios juntas... Éramos inseparables. Es solo... - Me mordí el labio. – Que recordarla duele, precisamente por eso. Porque ya no está aquí.

          Y no lo estará jamás. Ya no.

          - Lo siento mucho. Debe ser horrible perder a tu madre. ¿Y tu padre?

          - No lo sé, nunca ha estado. Mi madre no hablaba mucho de él, no le hacía feliz hacerlo así que yo tampoco la presionaba. A fin de cuentas, si no estaba era porque no quería estar.

Black and BlueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora