El mercado

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          Gareth refunfuñó por lo bajo, pero no dijo nada más, los tres empezamos a caminar, buscando a Vold que había desaparecido mientras conversábamos. Cada vez más gente dejaba de prestar atención a el pelo naranja que se movía entre el gentío y, por lo tanto, la muchedumbre se agolpaba dificultándonos el caminar. Me sobresalté cuando una mano cogió la mía con delicadeza. Shirly me miraba de reojo y me sacó la lengua. "No te pierdas, que cualquiera te encuentra con ese color tan simplón que tienes." Reí y me puse a su altura, enganchando el chaleco vaquero de Gar con la mano libre. Ni se inmutó, siempre hacía el mismo gesto y ya estaba acostumbrado.

          - No puede ser tan complicado encontrar a un tío con el pelo azul...

          - Conociéndole, se habrá comprado un sombrero con forma de tucán. Esperad, quizás tengo cobertura.

          Sacó de su bolsillo un teléfono móvil, tanto Gar como yo nos quedamos mirándolo como si acabásemos de ver una aparición. Ella chasqueó la lengua llamándonos la atención.

          - ¿Qué?

          - Nunca... Había visto uno.

          - ¿No habías visto un teléfono? ¿Jamás?

          - Aquí no tenemos esas tecnologías, ni siquiera podemos tener paredes que no se derrumben – Gar volvió la refunfuñar mientras se cruzaba de brazos –. Tendríais que dejar de creer que todos tenemos vuestros privilegios de ciudad.

          - Cálmate, chico. Me he criado diferente a ti, para mi esto es normal y lo extraño es que no se conozca y para ti lo inverso. A mi me sorprende que tengáis ventanas que tenéis que subir vosotros mismos – Se giró hacia mi y me tendió el dispositivo –. Sujétalo un segundo, buscaré los auriculares.

          El teléfono era pequeño, como la palma de mi mano, y apenas tenía peso. Un fino borde plateado bordeaba una pantalla que tenía de fondo una foto de Vold, Shirly, otro chico y un perro enorme. Se veían felices.

          - Gracias por sostenerlo

          - ¿Quién es el otro chico? De la foto.

          - Ah – Miró la foto y se encogió de hombros –. Mi novio.

          Gar soltó una carcajada mientras ella se alejaba marcando números en su teléfono, me giré a él con la cara visiblemente colorada y le golpeé en el hombro. Sabía de qué se reía perfectamente. Aproveché que estaba ocupado riéndose para subirme a su espalda de un salto, desequilibrándolo ligeramente.

          Era agradable tener a un amigo alto y fuerte, sobre todo si tú eres la viva definición de persona estándar. Él me sujetó de los muslos y alcé mi cabeza por encima de la gente, buscando algún pelo azul que resaltase entre los tonos pálidos y oscuros que había. Shir había vuelto metiendo su móvil en el bolsillo y encogiéndose de hombros. "En una fábrica de churros", había pocos sitios donde hicieran churros por el mercado, y el más conocido estaba relativamente cerca, si quitamos a toda la gente que bloqueaba el paso. Empezamos a andar, yo sin bajarme de Gar y Shirly a nuestro lado, observándolo todo con curiosidad. Me había dado cuenta de su gusto por observarlo todo, aunque no lo parezca, le gusta mirar cada detalle que pueda. Lo que no entendía era el por qué. El llanto incesante de una niña desvaneció mis pensamientos, no tendría más de cinco o seis años, y estaba agarrada a la pierna de su madre mientras lloraba sin descanso. Shir aminoró su paso, atendiendo a la niña de reojo.

          - Ela, ya te hemos dicho que no puede ser.

          - Pero... yo... lo quiero – La niña sorbía sus mocos para intentar hablar, pero nunca parando el llano

Black and BlueDonde viven las historias. Descúbrelo ahora