Capítulo 29 Solsticio

36 2 1
                                    


La calma que llega a tu vida en el momento preciso cuando estás bien cuando estás completo, es la mejor sensación. Es poder respirar sin dificultad, sin dolor.


Últimamente, estoy o más bien estamos aprendiendo a adaptarnos uno al otro. Dante es un chico genial, pienso y la verdad nadie tiene un tipo de persona en específico con la cual salir o de quien enamorarse, yo creía que lo tenía y mira, Dante resultó totalmente opuesto a ello. Me encanta la manera en la que su cabello negro alborotado deja su lugar para ondear con cada paso que da, su hoyuelo que se forma en su mejilla derecha a un costado de sus labios rosados, el ángulo que forma su mandíbula haciéndose tan notable en cualquier momento y la forma en que achina los ojos cuando algo no le parece o no le sale como esperaba, él no se enoja tan fácil como yo y doy gracias porque para mí él es lo más parecido al aire fresco en un día caluroso.

Si rebobino mi memoria, recuerdo el día que me encontraba de más frustrada por un trabajo para las ultimas evaluaciones del semestre, había hecho mal algunos trazos para el saco del traje sastre que entregaría pero por esa equivocación la medida no fue la correcta y me percate de eso hasta después de coser, nadie más tenía la culpa solo yo, pero me pase ese día y una semana antes armando todo que mi estrés me estaba ganando, comencé a llorar en la habitación que ocupaba como estudio, no dejaba de llorar sentada en el piso, trate de calmarme pero no podía y estaba bien solo tenía que sacarlo pero no dejaba de hacerlo, mis mejillas empapadas, sentí que alguien abrazo desde atrás arrodillándose conmigo, supe que era él, su aroma, y su complexión además del tatuaje de tinta negra con la frase en su antebrazo. No dijo absolutamente nada solo me abrazo. No fue incomodo en lo absoluto, no fue malo, solo fue y así entendí como se era estar en calma.

—Cariño, levántate— Dante susurro a mi oído

Abro los ojos y le sonrió—¿Qué hora es?

—7:30 en una hora tienes que estar en la universidad

—Gracias

— ¿Por levantarte?— interroga frunciendo el entrecejo

— No, bueno en parte si— digo haciendo ademanes—me refiero a lo de ayer

— No tienes

La noche anterior cuando paso lo de mi pequeña crisis Dante se quedó conmigo en el departamento y mientras tanto después de ayudarme a calmarme, me levanto y me ayudo hasta que termine por completo el traje. Le pedí que se quedara toda la noche, no era muy común que lo hiciera o yo con él en su departamento, debido a que con nuestras carreras, horarios y proyectos los dos necesitábamos nuestro espacio pero las veces que nos quedábamos con el otro eran estupendas, en verdad.

— Tal vez no tengo pero quiero hacerlo— deposito un beso en su frente, y el jala de mí, haciendo que los dos caigamos en la cama, esta de frente y lo único que veo es el color de sus ojos que gracias a los pequeños destellos del sol a punto de salir hacen que se vean más claros

—Jamás me cansaría de esto

— ¿De nosotros?— pregunto retirando su cabello de la frente

— Si, y de acostumbrarme a que lo primero que vea por las mañanas seas tu

—Dante Hayes ¿Acaso me estas proponiendo algo?

—Creí que ya era bastante obvio— me contesta sonriendo— pero te daré la oportunidad de que lo pienses, además no me refiero a que lo hagamos hoy mismo pero piensa en lo grato que seria

— Me voy a bañar—me levanto y antes de desaparecer le digo — por supuesto que me encantaría ver como el sol hace trazos sobre tu rostro cada mañana

¿Qué Nos Queda?Donde viven las historias. Descúbrelo ahora