Capitulo 1

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Las delicadas teclas de aquel piano se hundían debajo de sus dedos, inundando aquel salón con un grato sonido.

Ocultos tras mascaras elegantes y frias, rostros estirados y llenos de prejuicio. Si conocía alguno no era relevante, ni mucho menos interesante. Todas las miradas se encontraban sobre ella, a la espera de cualquier error, juzgandola mientras sus dedos se deslizaban por el costoso piano de su padre.

En cuanto aquel espectaculo termino, se deslizo por el escenario con gracia y elegancia, dando su presentación por finalizada con una leve reverencia, siendo recibida por aplausos que no provocaban más que nauseas en su ser. Su cumpleaños número dieciocho por fin, y en lugar de sentirse vigorosa de energía y felicidad, su cuerpo era consumido y drenado como si aquella fiesta que su padre preparo para presentarla a la sociedad, no fuese más que un circo en el que ella era espectaculo principal.

Una ridicula fiesta de mascaras...

Deseando apartar todas esas miradas de ella, bajo del escenario aparentando una falsa emoción mientras saludaba con educación y se abría paso por entre los invitados, todo para llegar a su padre, quien desde una esquina la miraba fijamente sin dejar de hablar con sus colegas.

__Caballeros, mi hermosa y talentosa hija menor, Hinata.

Como si de un trofeo se tratase, fue empujada al frente para que aquellos viejos y deprabados hombres la mirasen con descaro. Sin poder huir por el agarre firme de su padre en su espalda, permanecio con una sonrisa falsa, llena de incomodidad.

Se sentía asqueada. Los hombres eran tan desagradables, todos con sus miradas lascivas y gestos obscenos, como si las mujeres fuesen solo un trozo de carne a su disposición.

__Un gusto Caballeros__ Un saludo mientras se inclinaba fue suficiente para que su padre estuviese feliz y la ignoraran por completo.

La charla entre hombres se reanudo como si nunca hubiese llegado ella, pero las miradas de reojo nunca pararon. Deseaba tanto poder retirarse de allí, poder volver a su habitación y descansar de todo aquello, no es como si ella fuese importante ahí, su cumpleaños no era más que otra excusa para que hombres ricos se reunieran a presumir sus riquezas y sus bellos sacos de carne que se dedicaban a sonreir como idiotas esperando ser la mas bonita del baile.

Si por lo menos su hermano estuviera allí, o como minimo se le permitiese sentarse, porque parecía ser que su padre olvidaba por completo que ella llevaba tacones.

__¿Le ofrezco una bebida a la señorita?__ Sintio la necesidad de rechazar inmediatamente, pero lo cierto es que se moría de sed en ese momento, y aunque en verdad lo que deseaba era un enorme vaso con agua, no le sentaría nada mal una copa de vino con tal de mojar su boca.

Con anhelo giro a ver a su padre, quien era el unico que podía responder por ella, porque sí, no había forma de que ella dijese o hiciera algo sin que el lo autorizara primero.

__No lo necesita, gracías.

Nisiquiera se molesto en preguntar si ella quería, simplemente respondio cortando cualquier posibilidad de obtener aquel trago que tanto necesitaba. Conociendole, sabía que objetar solo la metería en problemas, asique se mantuvo en su lugar, intentando mojar su boca con saliva porque eso sería todo lo que podría hacer durante la noche, o por lo menos hasta que su padre recordase que a ella tambien le daba sed.


No fue hasta después de un largo e interminable tiempo, que observo acercarse a la unica persona en el salón que podría socorrerla. Su amada nana chiyo, aquella anciana que por su edad apenas era capas de caminar sostenida con un baston. Sin realizar gesto alguno, la observo fijamente hasta que esta con una sonrisa en su arrugado rostro le dio a conocer que entendía su grito silencioso de ayuda.

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