Capitulo 12

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Los días transcurrieron con tanta monotonía que ya había perdido la noción del tiempo. Aquel lugar al que sus captores llamaban hogar había terminado tan desholado, que si alguien pasara por ahí y la viese creería que se trataba de un fantasma, un alma en pena deambulando por aquellos pasillos interminables en busqueda de algo nuevo.

Los primeros días agradecío enormemente el que aquellos tres personajes se fuesen a quien sabe donde, no volviendo a verlos u escucharlos más que un par de minutos cuando decidían aparecer para dejar alimentos y marcharse de nuevo, dejando la entrada principal abierta como una especie de burla por sus nulas intenciones de marcharse. Lo cierto es que lo había intentado, no podía negar que en su momento, al encontrarse en completa soledad, no dudo en salir de ahí, corriendo descalza en dirección a la carretera, con toda la intención y el anhelo de ser libre por fin... pero justo cuando a sus ojos aparecio la gran carretera, la realidad la golpeo tan fuerte que casí la hizo caer de cara al suelo.

¿A donde iría? ¿Quien la ayudaría a limpiar su nombre? ¿Que haría?... ahora no era más que una criminal, no solo inculpada por los delitos de su familia, sino tambien por el homicidio de aquel hombre en el centro comercial.

Fue completamente humillante, pero no le quedo de otra de devolverse sobre sus pasos, arrastrando sus pies mientras asumía la realidad de su vida. No había nada que hacer, asique esta vez y sin nadie que la obligase, se encerro en la habitación otorgada por sus secuestradores y no salio incluso cuando esa noche escucho la prescencia de aquella mujer rubia en la cocina.

Desde entonces se mantenía allí, siguiendolos por todo el lugar cuando estos decidían aparecer, solo para tener algo de compañia y no enloquecer en completa soledad. Se sentía agotada mentalmente, la monotonía la estaba enloqueciendo, provocando una seríe de pensamientos intrusivos que llevaban desde entregarse a la policía sin importar ir a la carcel, hasta terminar con su vida allí mismo porque seguír así era una tortura.

De entre las dos opciones, le daba más miedo la primera...

__Deje el desayuno en la cocina, nos vemos querida.

Esa fue la ultima vez que escucho la voz de otra persona ademas de la suya. Tsunade había salido hace días y desde entonces no había vuelto, dejandola sola mientras aquellos pensamientos la rondaban día y noche. Cuando esa mañana fue a servirce algo de cereal y prescencio la falta de productos en la alacena y la leche mala en el refrigerador, las alarmas se encendieron en su cabeza.

¿Hace cuanto tiempo se fueron?.

Corrio por todo el lugar buscando algun indicio de que pudiesen volver, de que no se habían olvidado de ella, que no la habían dejado allí para que muriese, pero todo lo que encontro fue unas prendas sucías en la lavandería, las mismas que Tsunade había dicho lavaría cuando volviese.... estaba sola.

No había llorado tanto desde el día en que Itachi le dijo sobre los planes de su hermano con ella. La desesperación la consumio por completo, tiro algunas cosas, grito y pataleo con desespero, arranco los tablones que ocultaban la ventana de su habitación, se mordio las uñas hasta que de estas salieron sangre, todo para que al final aquel pensamiento volviese a su cabeza con mayor fuerza.


Consumida por el miedo a estar sola, tomo la dificil desición de acabar con aquello de una vez, no era capaz de enfrentar el mundo exterior, asique en cuanto el sol se oculto, y las lagrimas dejaron de salir, se dirigio al unico lugar donde sabía encontraria lo que necesitaba.

Todo el lugar estaba en penumbras, pero ya estaba acostumbrada a caminar por aquellos pasillos asique no le costo mucho llegar a la cocina, donde sin pensarlo mucho tomo el primer cuchillo que encontro en la repisa. Lo haría ahí mismo, para que si algun día volvían aquellas personas, pudiesen ver en primer plano lo que habían provocado en ella, el como la indiferencía era peor que cualquier maltrato fisico que hubieron podido darle.

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