Again [KiriBaku]

My Love

Para nadie era un secreto que el gran domador de bestias Katsuki Bakugō había sentido algo por el dragón que hace un tiempo fue su sirviente para posteriormente ser su amigo, aquél pelirrojo que era bastante opuesto a él se había ganado su confianza y algo más que el gran orgullo del rubio no estaba dispuesto a aceptar.

El rubio aún recordaba el como se conocieron.

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Todo comenzó cuando el pequeño Katsuki se encontraba en un bosque en el que decían se encontraban muchas bestias indomables, peligrosas e imposibles de derrotar.

Por supuesto impulsado por una provocación que uno de los estúpidos sujetos que trabajaban en la herrería que estaba cerca de su casa, soltaron cuando pasaba por allí.

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"ー ¡Oye pequeño Bakugo¡ Sabías que cierto rumor se escucha por allí.ー. Empezó con una sonrisa uno de ellos mientras miraba al rubioー. Dicen que eres un domador increíble y que jamás has fallado, apuesto a que solo son tonterías que dicen para hacerte sentir mejor.

ー ¿A qué quieres llegar, imbécil?ー. Exclamó el aludido perdiendo la poca paciencia con la que contaba.

ー Te reto a ir al bosque del sur y domar un dragón, si eres tan increíble podrás hacerlo ¿No es así?

ー Espera Nayu, ¿No crees que es muy arriesgado y podría morir si va? Recuerda que solo tiene 8 añosー. Dijo otro sujeto preocupado por lo que le podría pasar al chico que estaban retando.

ー Bueno sino quiere ir no lo vamos a obligar, pero ahora serás solo una gallina cobardeー. Sólo esa frase y una sonrisa burlona fueron el incentivo para que Katsuki aceptara sin más."

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Y fue así como éste chico se dejó llevar a una aventura en la que era posible morir en las garras de alguna bestia de ese hermoso pero peligroso bosque.

Ahora solo se encontraba caminando pensando en lo antes sucedido.

Para el rubio era pura basura lo que había dicho ese sujeto, podía tener 8 años pero aún así él era capaz de vencer con todo lo que se le atravesara en el camino. No era una gallina cobarde, así que fue allí a probar que no lo era. De paso les callaba la boca a esos estúpidos y colocaba en práctica todo lo que ha aprendido.

Pasado un pequeño tiempo en el que solo veía ardillas y ciervos, se sentó en una roca para beber un poco de agua de los suministros que había llevado.

Mientras bebía escuchó un ruido detrás de él, giró un poco la cabeza enfocando la mirada en un claro que había visto antes, pero cuando lo vió por primera vez, no se encontraba el pelaje de un alce, y este ahora solo era un saco de piel.

Un fuerte gruñido provino del dragón de color rojo que estaba viendo hacia donde él se encontraba.

De inmediato sacó su alfanje y corrió hacia el dragón intentado hacerle daño, con la ayuda del impulso que tomó al correr enterró el arma en una de las patas delanteras del animal.

El arma quedó atorada entre las escamas así que la dejó allí. Luego se deslizó con una rapidez impresionante por debajo del zarpazo que la bestia le arrojó. Sacando una daga debajo de su capa roja la enterró con fuerza en el pecho del animal.

Esperó unos segundos esquivando más ataques hasta que de repente el gigantesco ser se desplomó mientras se transformaba en un humano, fue víctima del veneno que tenían impregnado las dos armas con las que le habían apuñalado.