Era viernes. Todos amaban los viernes, ya que significaban la llegada del fin de semana, pero para mí... para mí significaba que el día de mi primera tutoría con Jason estaba cada vez más cerca.
Estaba en la última clase del día: lengua y literatura. Quizás la razón por la que no podía escribir una obra era porque jamás presté mucha atención a la clase de lengua. Solo estudiaba lo suficiente como para aprobar, saber leer como la gente y no cometer errores ortográficos como para lastimar la vista de algún ser inocente.
Cuando por fin la clase terminó, tomé mis cosas con poco ánimo y me dispuse a salir de la sala. Ese día había un partido de fútbol americano en la escuela, por lo que todos se fueron casi corriendo a sus hogares para así volver en la tarde con más ánimo.
Yo no sabía si volver. Normalmente asistía a todos los partidos de fútbol americano, ya que Corah era porrista, Cory jugaba en el equipo y, además, Jack era el capitán. Pero esa vez, no me sentía con tanto ánimo, principalmente porque no sabía si quería ver a Cory jugar.
Corah se había ido inmediatamente, pues las porristas debían llegar antes a practicar una última vez la rutina.
De pronto, un mensaje de mi amiga llegó a mi celular: "Espero que vayas al juego... ya faltaste al de basquetbol de hace dos semanas".
A mí no me interesaban los deportes, para nada, mi mejor deporte era tragar comida... y quizás tener sexo, pero asistía solo para ver a Corah animar a los equipos. En toda la vida había visto distintos partidos de fútbol, fútbol americano, rugby y básquetbol; todo por Corah y su pasión anti natural.
Eran las seis cuando volví a la escuela. Todos estaban vestidos con los colores del equipo, con banderines y pintura en la cara. Yo solo me había puesto una camiseta azul y pantalones blancos para no desentonar y terminar siendo abucheada por "amargada".
El partido comenzaba a las siete, así que comencé a buscar un asiento vacío hasta que me topé con alguien conocido: Harry.
—¡Ven! ¡Te guarde un puesto! —me gritó.
Me metí por entremedio hasta llegar al asiento vacío junto a mi compañero, quien, a su otro lado, tenía a sus desagradables amigos. A veces no entendía porqué Harry se juntaba con ese grupo, el que, yo sospechaba que solo lo utilizaba por su popularidad, dinero e influencia.
—¿Y tus padres? —pregunté, al notar que los señores Roberts no estaban por ahí.
Harry apuntó a la primera fila.
—Son los padres del capitán, tienen preferencias.
La chica que estaba al lado de Harry, lo rodeó por los hombros con su brazo y se pegó a él casi como un gato cuando quería atención.
—¿Después del partido vas a ir con nosotros? —le preguntó, dándome a mí una mirada amenazante.
—Claro —respondió Harry sin notar lo que pasaba.
O Harry era muy despistado o era un idiota.
Cuando el juego comenzó, casi quedé sorda. Los gritos de apoyo eran una tortura para mis tímpanos.
Las porristas saltaban y hacían su rutina, eran extremadamente coordinadas y cada vez que levantaban a una y la dejaban caer, podía ver que su cabeza se estrellaría contra el suelo. Por suerte eso no pasó en la realidad, solo en mi cabeza.
En cuanto los equipos, los visitantes eran bastante buenos, pero no tenían a ningún jugador tan bueno como Jack. El chico era rápido, ágil y fuerte; lo tenía todo para ser una estrella del fútbol americano algún día.
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Mi Vida, Mi Obra
Teen FictionSummer decide inscribirse en un concurso de su escuela para escribir la obra dramática que se presentará al final del año escolar. Escribir obras no es lo suyo, solo lo hizo para intentar ganarle a uno de sus compañeros de clase que detesta: Jason. ...