Capítulo 25: Confesión

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Era viernes, por lo que había decidido ir a ver a Harry en la tarde. A pesar de que, quizás, nuestra relación seguía siendo algo incomoda, él se había preocupado por mi cuando me habían operado por la apendicitis... lo correcto era que yo fuera a verlo también.

Jack me llevó con él en su auto y cuando entramos a la casa, nos encontramos con Harry jugando con una raqueta de tenis en la sala.

—¡Suelta eso Harry!

Al escuchar la voz de Jack, Harry soltó la raqueta y la pelota de tenis, tirándolas al suelo.

—Las acabo de encontrar.

—A tu cuarto.

Harry caminó lo más rápido que podía en dirección a su cuarto y yo lo seguí.

—¿Qué haces acá? —me preguntó Harry, sentándose en su cama.

Yo cerré la puerta detrás de mí.

—Vine a ver como seguías.

—¿No estabas enojada?

—No, tú eres el loco que se enoja y me ataca sin una verdadera razón.

Harry rodó los ojos.

—"Tú eres el loco que se enoja y me ataca sin una verdadera razón" —dijo, imitándome.

—Que maduro.

—¿Te vas a quedar toda la tarde?

—Si tanto quieres que me vaya, me voy —dije, caminando hacía la puerta.

—¡No! —exclamó—. No dije eso.

Solté la perilla de la puerta y lo miré con seriedad.

—¿Entonces?

Harry dio palmadas sobre la cama para que me sentara a su lado.

—¿Crees que volveremos a ser amigos así de fácil? —pregunté, cruzándome de brazos.

—No dije una mentira —alegó.

—No, no la dijiste... —acepté—. La gritaste, ese fue el problema.

—Estaba molesto —se excusó, como si eso sirviera.

—¿Puedo saber por qué?

—¿Qué importa?

—A mí me parece importante —le dije—. Me gustaría saber que pasó para que te molestaras conmigo, porque no recuerdo haberte hecho nada.

—Me hablaste en un mal momento, eso es todo.

—¿Por?

Harry comenzó a mirar alrededor de la pieza, evitando responder.

—¿Por? —insistí.

—Me metí en un problema.

—¿Qué problema?

—Se quienes me golpearon... —cambió de tema.

Sabía que estaba haciendo eso con la intención de evitar responderme, pero ese era un tema que también me interesaba, por lo que decidí seguirlo.

—¿Quiénes fueron? —pregunté, curiosa.

—Bueno... ¿recuerdas a mi ex?

—¿La universitaria? —quise corroborar.

Asintió.

—¿Ella fue?

Harry soltó una risa.

—Ella no mataría a una mosca moribunda.

Mi Vida, Mi ObraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora