Capítulo 26: ¿Por qué me gustaba?

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Llevaba dos días sin descifrar que era lo que hacía tan especial a Cory en mi cabeza, por lo que el lunes llegué a la escuela dispuesta a descubrirlo.

Llegué a la sala de clases y en vez de sentarme con Corah, me senté justo al lado de Cory. Claramente le debí explicar a Corah porqué, por primera vez, no me sentaría a su lado. Preferí no decirle la verdad completa, solo le dije que quería acercarme más a Cory, ahora que éramos pareja para el baile.

En el momento en que me senté, Cory me miró extrañado.

—Hola —lo saludé.

—¿Hola?

—Estaba pensando... ya que iremos juntos al baile, deberíamos convivir más ¿no?

Cory se quedó pensando y luego asintió.

Le di una sonrisa amable y abrí mi cuaderno.

—¿Cuál es tú color favorito? —pregunté, de pronto.

Él se encogió de hombros.

—No tengo.

¿Qué clase de salvaje no tenía color favorito? Comprendía a la gente que tenía dos, o tres o cuatro, pues los colores eran hermosos..., ¡¿pero ninguno?!

—¿O sea que te gustan muchos? —pregunté, intentado solucionar la situación.

Negó.

—¿Todos?

—No pienso mucho esas cosas, solo son colores.

Pestañeé varias veces. ¿Estaba hablando con Cory o con el amargado de Jason?

—Discúlpame un momento.

Cory, quien tenía su vista puesta en su celular, asintió.

Yo me paré y fui directo al puesto de Jason para tomarlo de la camisa y hacer que me mirara.

—¿Qué te dio? —me preguntó Jason, extrañado.

—¿Cuál es tú color favorito?

—Verde manzana.

Lo solté y arreglé su camisa.

—Buena elección.

Luego le explicaría porque había hecho tal cosa, pero en ese momento me preocupaba más lo que sucedía con Cory.

Me di media vuelta y volví a mi puesto junto a Cory.

—Te gustan las manzanas.

Asintió

—¿Y te gusta el color manzana?

—¿Color rojo? —preguntó.

—No, las verdes. Verde manzana.

Negó.

—No como manzanas verdes.

—¿Pero te gusta el color?

Se encogió de hombros sin quitar la vista de su celular. Ni siquiera estaba haciendo algo importante, solo estaba revisando sus redes sociales.

—¿Tienes alguna enfermedad?

Negó.

—¿Alguna alergia?

Nuevamente una negación.

—¿Fobia?

Negó por tercera vez, lo cual iba a provocar que me tirara por la ventana. No solo era muy poco comunicativo a la hora de responder, sino que tampoco me preguntaba nada de vuelta, lo que hacía que, en vez de una conversación, eso pareciera un interrogatorio.

Mi Vida, Mi ObraDonde viven las historias. Descúbrelo ahora