Jaden MillerSalí del baño sin mirar atrás, no era nada raro ver cómo mi mejor amiga arruina mis planes. Ya no tenía nada más que hacer en esa fiesta.
Cuando estoy en la entrada de dicha casa, oigo como una persona grita mi nombre a lo lejos, pude reconocer la voz. El volumen de la música era alto, y las personas que estaban adentro envés de hablar, gritaban, pero estaba acostumbrado a escuchar sus gritos.
Horribles y malditos gritos.
—Dame una explicación—reprochó.
Me gire para ver a Verónica, esta estaba de brazos cruzados y con el ceño fruncido. Estaba molesta, y claro, sabía la ridícula razón.
—Aquí no—la chica agarro mi brazo bruscamente para salir de la fraternidad, la parte delantera de la casa estaba casi vacía.
Estábamos a solas, pero yo no tenía por que darle explicaciones, no hice nada malo, no aún.
—Listo, empieza.
—No hicimos nada Verónica, llegaste en mal momento, eso es todo—mi mejor amiga elevó ambas cejas, cruzando los brazos de nuevo.
—Jaden, ¿A qué quieres llegar? Te conozco muy bien y sé— suspiro—Que solo la quieres para una noche.
Reí sarcásticamente, esto tenía que ser una broma.
—Solo quiero divertirme.
—No con ella Jaden, ella no es ese tipo de chicas con la que te acuestas una noche, y ya al día siguiente nada paso—Verónica estaba sería, su expresión no era neutral ¿Por qué le importa tanto Maia?
—Por eso la quiero, no lo entiendes ¿verdad?—la chica bajo la mirada al suelo.
Me mantuve esperando una respuesta de su parte, pero ella no se molestó en responder, solo se fue.
Me conocía muy bien, y sabía perfectamente mis intenciones. Me acostumbré a esto, tener noches con cualquier tipo de chicas, incluyendo desconocidas, y lo mejor de todo, sin compromiso.
Enamorarme no está, ni estará en mis planes, el amor es una mierda. No me gustan las relaciones serias, son una estúpida perdida de tiempo. Además, puedo tener a todas las chicas que quiera.
Y voy a ser hasta lo imposible para que Maia sea mía.
El frío comienza hacerse presente, al parecer Verónica se había marchado con su novio, no tenía más razones para quedarme allí. Camino en dirección a mi coche para poder irme a mi apartamento. Cuando estoy apunto de llegar escucho unos gritos de auxilio, provenían de un todo terreno azul que justamente estaba aparcado a tres coches del mío.
Me quedo inmóvil sin saber si ir o no, los gritos no paran de reproducirse en mi cabeza una y otra vez.
Me escabullí sigilosamente para que no me pudieran escuchar, unas de las puertas de la parte trasera del todo terreno estaba abierta. Aunque no quisiera, algo en mí me obligaba a ayudar a la chica, estaba en apuros y tal vez con un malnacido.
—Ven preciosa, no te haré daño—dice aquel chico, su voz era ronca y se escuchaba algo ebrio.
—Suéltame, por favor—suplico la chica rompiendo en llanto. Esa voz, la conozco perfectamente.
Es Maia.
Sin pensarlo dos veces, me incorporo y abro la puerta por completo, el chico sonríe maliciosamente al verme, mientras que Maia me miraba son confusión.
—Suéltala, infeliz—Stevan me observa de arriba a abajo, mientras que suelta a la chica.
—El mismísimo Jaden Miller, no has cambiado nada—mis puños se tensan al igual que mi mandíbula, no puedo golpearlo, por mucho que quisiera.
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Diferente mente iguales.
Teen FictionMe esforcé por entender, lo miré a los ojos fijamente y lo descubrí. Miedo.... Ahí fue donde entendí, que hasta la persona que no lo demuestre, puede tener un infierno interior.