¿Cómo podría empezar?Esto se había convertido en una situación repleta de emociones, en realidad, todas las situaciones junto a él lo eran, así fuera buena o mala, las añoraba hasta más no poder.
Aún seguimos en el lago, los besos habían cesado a medida en que se hacía notar una pequeña tensión sexual entre nosotros. Estábamos en la misma posición, mis piernas abrazaban su cintura con firmeza, al igual que su agarre en mi cadera había crecido. Sus labios estaban hinchados y supongo que los míos han de estar iguales o peores que los suyos.
El agua seguía estando helada, pero nuestros cuerpos estaban bastante lejos de estar fríos. Ok, ya van muchos detalles.
—Yo también te he extrañado —confiesa el pelinegro, haciendo que mis mejillas se ruborizen al instante.
Esto debe de ser un sueño, todavía me cuesta creer que todo esto esté pasando, que él me confiese una cosa así no es algo tan común, y por lo que me han dicho Vero y Logan, a Jaden le cuesta abrirse a las personas, tendría que estar muy, pero muy borracho como para soltar algún dato relevante a su vida personal, o de sus sentimientos.
Solo me limito a mirarle con ternura y darles cortos besos en su barbilla recién afeitada, causando que de su boca salgan sonoras carcajadas. Problamente le debe de dar gracia ver cómo me sonrojo, y que el culpable de dicha acción eran sus halagos o uno que otro piropo de su parte. Aún así, me encanta ser yo la razón de sus risas, verle de cierta forma feliz me reconfortaba tanto, que aunque no lo crean, olvido mi burbuja, con ella también mi ansiedad, mis problemas y la miseria que me persigue desde hace bastantes años.
—Maia, ¿Te parece bien si salimos?—inquirió Jaden mientras debilitaba su agarre en mis caderas.— No quiero que te enfermes por mi culpa— asentí, quitando mis piernas de su cuerpo.
Comenzamos a nadar hasta la orilla, cuando mi cuerpo y el suyo se separaron el calor se esfumó tan rápido como llegó, provocando que mi cuerpo se congelara en cuestión de segundos. Salimos del lago, recogí mis cosas y él hizo lo mismo, me di cuenta de que no había traído su coche o al menos eso parecía. Le indique rápidamente dónde había aparcado el auto de Verónica, no estaba tan lejos y pudimos llegar sin necesidad de ensuciarnos los pies.
Cuando llegamos hasta el vehículo, me di cuenta de mi estado físico. No me podía colocar mi suéter, este iba a absorber toda el agua, y ahí si me podría enfermar. Abrí la puerta del copiloto y tiré mis zapatos debajo del asiento, observé la prenda que tenía entre mis manos e hice una mueca.
—Toma—giré levemente la cabeza, encontrandome con Jaden.
Aún seguía mojado de los pies hasta la cintura, ya que se deshizo de su camiseta toda empapada, quedando solamente con su chaqueta de cuero, y dejándome una gran vista de su abdomen.
Vamos Maia, piensa en la biblia...
Me relamí los labios, tal vez estaba quedando con una total idiota, pero seamos honestos ¿Desperdiciarias la oportunidad de verle el abdomen al chico que te gusta?
Sí, definitivamente no lo harías.
—Maia—me llamo el chico, interrumpiendo todos mis pensamientos— Mis ojos están aquí arriba—dijo burlón mientras que aparecía su sonrisa de: "Tranquila, ya sé que babeas por mí".
—Solo me estaba asegurando de que no tuvieras algún rastro de agua en tu pecho, te podrías enfermar— mentí, poniendo mi mejor cara de niña inocente.
El chico soltó una risa por lo bajo— Ajá, vamos hacer que te creo... —rodé lo ojos exageradamente, haciendo notar mi molestia —Pero la que se va a enfermar eres tú, si no te quitas esa ropa mojada.— Con su dedo índice, me señaló de forma infantil—Toma—me tendió un mono deportivo.
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Diferente mente iguales.
Teen FictionMe esforcé por entender, lo miré a los ojos fijamente y lo descubrí. Miedo.... Ahí fue donde entendí, que hasta la persona que no lo demuestre, puede tener un infierno interior.