Efímero. [Na Jaemin]✔️

Nueve: Viaje.

Sus asientos están ubicados a la mitad del autobús, por capricho de Jaemin (decía estar demasiado agotado como para conducir) se dirigen a las montañas junto a más de una docena de personas, bueno, en realidad al pueblo cercano.

Mia observa por la ventana mientras su hombro es utilizado como almohada. Después de un rato imita a su amigo, ambos duermen hasta que el transporte llega a su destino y el conductor debe acercarse a ellos para despertarlos.

Con la cara roja de vergüenza bajan y toman sus cosas, piden indicaciones para llegar al lugar donde al día siguiente se llevará a cabo la sesión. Una reserva natural de luciérnagas en lo alto de una montaña.

Un transporte especial los deja en la entrada, un encargado los recibe y guía a la recepción. Una señora les da la bienvenida, les da una breve semblanza del lugar junto a un recorrido, finaliza llevándolos a su cabaña. En general, sólo hay un comedor, dos cabañas y un gran espacio para acampar.

Pero debido a la época, están remodelando una cabaña.

Jaemin deja su mochila y la de Mia junto a la puerta. Prácticamente es solo una habitación, en un extremo una cama junto a un pequeño ropero y en el otro una mesa con cuatro sillas frente a una chimenea. No hay electricidad, velas y candiles son la iluminación. El baño está aparte, un cubículo de madera al que deben echarle aserrín para matar los olores ya que es ecológico.

Regresan rápidamente al comedor, se mueren de hambre y la señora les ofreció comida. Harán tiempo hasta que el sol se oculte y puedan disfrutar del recorrido.

Cuando es hora, Na camina sosteniendo la mano de Mia, procurando que no tropiece o le ocurra algo. Son guiados a través del bosque hasta llegar a una parte alta de la montaña. Esperan pacientemente a que el sol termine de ocultarse para que comience el espectáculo.

Poco a poco se hacen presentes pequeñas lucecillas color verde, Mia estira sus manos con esperanza de tocar alguna luciérnaga, desafortunadamente ninguna se acerca a ellos. Aunque sus manos estén sueltas, ninguno se aleja del otro, la oscuridad les impide ver sus rostros, pero Jaemin puede imaginar lo amplia que debe estar la sonrisa de Mia y eso hace que la suya se agrande.

Al retroceder un paso, trastabilla con una piedra, pierde ligeramente el equilibrio, no lo suficiente para caer, pero Mia lo nota y sujeta su mano.

¿Cómo lo supo? Fácil. Quería que sus manos volvieran a estar juntas. Fue una coincidencia que lo agarrara en ese preciso momento.

—¿Todo bien? —Le pregunta ella.

—Por supuesto. Es muy lindo, ¿no lo crees?

—Nunca había visto nada más bello en mi vida. Gracias por traerme.

—Gracias a ti por aceptar venir.

Caminan un poco más hasta que llega el momento de regresar. A Jaemin le hubiera encantado fotografiar el espectáculo de luces que presenciaron, pero es algo prohibido.

Se despiden de la guía frente a la cabaña después de tomar una taza de café y pasar al baño, Jaemin abre la puerta y deja que Mia entre primero. Van despojandose de sus gruesas chamarras, antes de que pudieran llegar comenzó a lloviznar, por suerte no se mojaron mucho y tienen más ropa abrigadora de repuesto.

Se detienen al topar con la cama.

—Ah, es cierto. Solo hay una cama. —Dice él.

—Si, pero es lo suficientemente grande. —Responde Mia, se apresura a ir al ropero para sacar un par de almohadas y cobijas, arregla todo antes por sus cosas. Él la sigue, ambos abren las mochilas sobre la cama, Mia saca un suéter de lana demasiado grueso, un pantalón y otro par de calcetines.