[17] Al fin podremos estar juntos...

1.6K 297 131
                                    

¿Qué serían capaces de hacer por amor? Nuevamente esa pregunta que muchos respondían con un escueto "Depende la persona con la que esté".

¿En qué depende? ¿De la belleza de tu pareja? No entiendo aquello.

Casi nadie responde esa pregunta, algunos la evitan o la ignoran alegando nunca haber estado enamorados.

¿Serían capaces de dejar su casa por amor? ¿Por una amistad?

Porque eso era lo que Choi BeomGyu estaba haciendo justo ahora.

Sus maletas estaban hechas, todas sus prendas cómodamente dobladas y organizadas, muy bien apartadas de los productos de aseo personal. Su chofer se encargaba de acomodarlas en el auto que lo llevaría a un rumbo desconocido para su madre y su, recién aparecido, padre.

—¿Por qué te vas? ¡Tienes todas las comodidades aquí! —exclamó su padre asombrado por la decisión de su hijo— No necesitas trabajar, mucho menos estar en zonas... Pobres.

—No voy a una zona pobre, señor —habló firme. Y si, su padre le exigió desde muy pequeño llamarlo "señor"— Solamente me independizaré.

—Eres mi hijo, tu deber era consultarme antes de hacer todo este circo. No te doy permiso de irte.

—Ya soy mayor de edad, señor. Tengo mi propia cuenta bancaria que será llenaba con ingresos que yo mismo crearé, no me agrada la idea de ser un mantenido —BeomGyu estaba sudando frío, no iba a mentir.

—¿Mantenido? —esa pregunta fue lo que desató los gritos en la mansión Choi.

Los dos mayores aferrados a la idea de que BeomGyu no necesitaba trabajar ni irse de su lado, y si bien era verdad que BeomGyu no necesitaba trabajar, él quería hacerlo. Por primera vez en toda su vida su voz se alzó mucho más que la de su padre, por primera vez en toda su vida le expresaba todo lo que sentía a sus padres.

—¡No me voy a quedar aquí siendo un mantenido! ¡Allá ustedes si quieren vivir así! ¡Además, no me quedaré en un lugar en donde no me acepten como soy, en donde no me dejen ser como soy!

—Mi hijo no se juntará con ninguna otra clase y, ¡mucho menos! Será un gay —dijo el militar inflando su pecho y frunciendo aún más su ceño.

Ese gesto servía en la infancia del pelinegro, le hacía encogerse y llorar sin sentido. Pero ahora no, ahora BeomGyu alzó su mentón y habló:

—Si para ser lo que soy tengo que dejar de ser tú hijo, considereme un amigo desde ahora, Choi.

—¡No te he dado el permiso de tutearme! ¡Mira a tu madre! —señaló a la mujer de ojos cristalizados— ¿¡Crees que esto es justo!?

—Esa pregunta la debería hacer yo, Choi —repitió sin temblar ni un momento ni dudar de sus palabras.

—Eres un malagradecido, nosotros te educamos y te criamos de la mejor manera que había, nosotros te cuidamos desde el momento en que abriste los ojos, ¡nosotros siempre estuvimos para ti! —dijo su madre. BeomGyu rió.

—Me educaron con la peor ideología que hay, mis cuidadores fueron las empleadas de servicio y el chofer, muy poco estaban en casa. Y si, ustedes siempre estuvieron allí, para regañarme y castigarme.

—Desde ya, Choi BeomGyu, perdiste nuestro cariño. Ahora vete —dijo el militar furioso.

—Perdí su cariño desde hace años y no se preocupen ya me voy —esbozó una pequeña sonrisa y salió de ahí con la mirada en alto y un andar seguro que se desmoronó en cuanto subió al auto.

El Baile De Máscaras || TaeGyu Donde viven las historias. Descúbrelo ahora