Bienvenida Luz

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Dos años.

Dos largos años desde la última vez que estuve en las Islas Hirvientes. Dos años en los que apenas he tenido contacto con mis amigos, o con mi mentor. Dos años desde que comencé a aprender y practicar magia. Dos largos años desde que vi mi hogar lejos del hogar.

Y ahora, finalmente había llegado mi momento de volver. Me paré en la puerta de mi habitación, una bolsa de lona llena de cualquier cosa que necesitaba y una llave en mi mano.

Miré la llave que Eda me había dado hace un par de años. El ojo amarillo brillante en la parte superior del mango aún resplandece intensamente como se me fue entregada. Mi pulgar pasó por encima de él, mirando la luz que se acumulaba en su ojo.

Tomando una respiración profunda, miré a mi habitación una vez más, una suave sonrisa en mi rostro se formó mientras observaba las paredes bastante vacías de mi antiguo cuarto. Lugar que recordaré con mucha nostalgia. Luego, girando sobre mis talones, metí la llave en mi bolsillo y bajé las escaleras, lista para regresar a las Islas Hirvientes.

Esta vez, para quedarme.

Mis pasos resonaron con fuerza en las paredes mientras bajaba rápidamente las escaleras, si no fuera cuidadosa, ya hubiese caído de cara al piso. Saltando los últimos tres escalones, me agarré de la barandilla y me colgué por un momento.

"¿Mamá? ¡Ya me voy!" Grité, moviéndome hacia el espejo que colgaba de la pared. Mirando mi reflejo, rápidamente ajusté mi gorro y acomodé el cuello de mi chaqueta antes de formar pistolas con mis dedos. "Todavía lo tienes Noceda".

De repente, detrás de mí, pude ver a mi mamá aparecer en el espejo. La vista de su reflejo me sobresaltó, salte cómo un gato asustado. Mi bolso cayó al suelo con un ruido sordo, haciéndola estremecerse. Puso sus manos sobre mis hombros para tranquilizarme y respirar, asegurándose de que no me cayera de lo temblorosa que estoy.

"¡Oh Dios! Solo eres tú mamá." Empecé a reír, ganando una mirada confundida de mi mamá. "Pensé que eras un espectro por un segundo." Me las arreglé para salir entre risas.

"Espero que no lleves algo frágil en tu bolso". Dijo, esbozando una pequeña sonrisa. Eché un vistazo a mi bolso y luego me encogí de hombros.

"Eh, de hecho si, estoy segura de que se puede arreglar con un poco de magia." Le guiñé un ojo, ganándome un suave suspiro. Ella me miró de arriba abajo por un momento, sus manos se movieron para ajustar el cuello de mi camisa de cuadros.

Sus ojos se encontraron con los míos antes de que me aplastara entre sus brazos. "Te voy a extrañar mucho mija." Dijo suavemente, abrazándome un poco más fuerte. Dudé por un momento, luego la rodeé con mis brazos como pude.

"¡Wow! Mamá, estás actuando como si nunca me volvieras a ver". Murmuré mientras ella se alejaba de mí. Pude ver que sus ojos brillaban con pequeñas lágrimas.

"A veces siento que no te volveré a ver". Dijo ella suavemente. "Quiero decir, te voy a dejar ir a vivir a otra dimensión repleta de magia".

"Honestamente, me sorprende que me dejes ir". Comenté, ganándome un pequeño bufido y otra sonrisa.

"Yo también estoy sorprendida." Ella respondió moviendo sus lentes para secarse los ojos. Me agaché para recoger mi bolso y lo tiré por encima del hombro. Los ojos de mi mamá pasaron a mi gorrito. "¿Realmente necesitas eso?" Preguntó, tratando de quitármelo de la cabeza.

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