Musica bajo El Reflector

Capitulo 5: Viejos amigos, nuevos talentos

Luz POV:

"¡Luz!" La voz chillona de King llamó mi nombre mientras repetidamente golpeaba mi cara con su pata. "¡Vamos, levántate!" Se aseguró de golpear el puente de mi nariz un poco más fuerte, haciéndome abrir un ojo antes de empujarlo lejos.

"Cinco minutos más." Murmuré en un tono ronco, rodando sobre mi costado. Los pequeños pasos de King hicieron crujir las tablas de madera debajo de nosotros mientras se movía frente a mi cara. Apenas abriendo los ojos, vi al demonio sentado frente a mí con la cabeza ligeramente inclinada hacia la izquierda.

Luego volvió a golpearme la cara, haciéndome sisear. "¡Pero Luz! ¡Tengo hambre y no puedo esperar ni cinco minutos!" El pequeño demonio gimió.

Entonces haz que Eda te traiga algo. Le dije, colocando mi mano en la parte superior de su cabeza y dándole una suave palmada. Luego, mi mano se deslizó lentamente por su rostro mientras comencé a dormirme de nuevo, mi mano se conectó al piso de madera con un ruido sordo. Su pequeña pata golpeó la parte superior de mi brazo, un gemido bajo proveniente de su hocico.

"¡Pero Eda no sabe cómo hacer esos pasteles cuadrados!" Se quejó, golpeando mi brazo de nuevo. Frotándome los ojos, lentamente me senté y me estiré, haciendo una mueca de dolor cuando mi espalda apareció en diferentes lugares. Mi cuerpo se sentía un poco adolorido, realmente necesito pedirle a Eda que me consiga un colchón o algo.

King se subió a mi regazo, esperando pacientemente a que me levantara. "¿Cosas de pastel cuadrado?" Le pregunté, incapaz de entender lo que quería decir porque mi cerebro todavía no funcionaba. Asintió frenéticamente con la cabeza, con las pupilas muy abiertas.

"¡Sí! ¡Los pequeños pasteles cuadrados que harías cuando estuvieras aquí! Tenían pequeños agujeros cuadrados por todas partes". Señaló con sus pequeños dedos y asomó el aire, señalando pequeños agujeros.

Pensé por un momento, destrozando mi cerebro por algún tipo de comida que coincidiera con esa descripción. "¿Waffles?" Pregunté finalmente, lo que hizo que King asintiera con entusiasmo.

"¡Sí, gofres! ¡No los he comido desde que te fuiste!" Levantó los brazos en el aire, solo negué con la cabeza con una risita. Recogiendo al pequeño demonio, me levanté del suelo y comencé a bajar las escaleras.

"¿Eda incluso tiene cosas para gofres?" Le pregunté a King, que se encogió de hombros. "Bueno, esperemos que lo haga. De lo contrario, es posible que no tengas suerte".

King se rió, bajándose de mis brazos y colocando sus manos en sus caderas e hinchando su pecho. "¡El poderoso Rey de los Demonios nunca pierde la suerte!" Simplemente rodé los ojos y negué con la cabeza mientras pensaba en algunas ocasiones en las que la suerte del pequeño demonio se quedó corta. Al bajar las escaleras, noté cómo cada paso crujía ruidosamente bajo mis pies.

El pequeño demonio bajó los escalones detrás de mí, su linda risita resonando levemente en las paredes abarrotadas. La casa estaba sorprendentemente tranquila, lo que significaba que probablemente Eda y Hooty todavía estaban durmiendo.

Ambos migramos a la cocina, King se subió a la encimera y agarró un tazón grande de color marrón oscuro. Me dirigí a los armarios, abriendo algunos mientras buscaba los ingredientes.

"¿Eda movió todo en los armarios o algo así?" Pregunté, encontrando una bolsa que se parecía vagamente a harina. Abriendo la bolsa, miré dentro y con cuidado metí la mano en ella, sacando un poco de polvo blanco. Haciéndolo rodar entre mis dedos, se sintió como si fuera harina.