*La Cita*

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Apenas había transcurrido media semana y yo ya había salido con alguien, había sido odiada por el grupo de niñas presumidas de mi ciclo, habíamos terminado y ahora estaba a punto de salir con una novia de mi amiga, con el pretexto de poner celoso a mi ex novio.


— Le dijiste a Samara que saldrías conmigo ¿verdad? — cuestioné a Victoria cuando nos encontramos en el parque detrás de mi edificio, para que Dulce no sospechara nada.


— No, ¿tenía que avisarle?


— ¡Pues claro, es tu novia! Si alguien nos ve y le dice se puede mal interpretar y no saldría bien para ninguna de las dos.


— Ella me dejaría al instante, tú perderías a tu amiga y ambas seríamos libres para hacer lo que quisiéramos, ¿eso te parece algo malo? — dijo desafiante inclinando su cuerpo hacía el mio y acercando su rostro.


— Si, lo suficientemente como para saber que no quiero estar más aquí… el plan es que Julián nos vea, se enoje y vea que no necesitamos tener dobles intenciones para salir como amigas ¿ok?


— Entendido guapa — me sonrió de lado, algo que me hizo enfadar y a la vez me erizó los vellos del cuerpo.



Caminamos por las calles aledañas a la universidad hasta que lo encontramos con su grupo de amigos, nos sentamos en una banca a platicar un poco mientras comíamos una bolsa de papitas y nos reíamos de los chismes que una a la otra nos contábamos.


— Ya veo que no estaba tan equivocado, si te gustan las mujeres — dijo plantándose frente a nosotras.


— Claro que no, es mi amiga, novia de mi amiga y podemos salir sin interés en nada más.


— Si obvio, puede ser que tú todavía no caigas en sus redes, pero ésta — dijo señalando a Vico — tiene más interés en ti de lo que yo tenía en acostarme contigo.


— Deja de decir estupideces — gritó Victoria al escucharlo, evidentemente estaba en estado de ebriedad.


— Eres un idiota y me alegro mucho de ya no tener nada que ver contigo.

Tome mi bolso y la mano de Victoria y empecé a alejarme del lugar.


— ¿Te sientes bien?


— Si, es el mayor de los idiotas que he conocido pero supongo que debí haberlo sospechado, ¿por qué otra cosa se debió haber fijado en mi un chico como él? Lo único que les interesa es la virginidad — recargue mi espalda sobre la pared y me fui deslizando lentamente hacia el suelo.


— Por qué eres increíblemente tierna, inteligente, hermosa, simpática, divertida, hay mil motivos y me parece estúpido que se haya fijado en algo tan simple como el número de veces que haz estado con alguien en la cama.


— ¿Qué de raro tiene que sea virgen? Se que hoy en día eso no es tan común.


— ¿En serio lo eres? — me preguntó sorprendida.


— Si, lo soy y no voy a ceder ante la presión de la sociedad por perderla con cualquier idiota, yo si quiero que sea especial.


— Vaya, si que es raro pero a la vez supongo que cuando el momento llegue será algo muy especial y con alguien que te guste mucho y te haga sentir cómoda en todo momento.


— Mmjmm — dije mirándola a los labios, con unas ganas inmensas de besarla, de robarle un beso.


— ¡Vico! — gritó alguien a lo lejos y logramos distinguir que era a Sam a quien le pertenecía aquella voz.


— Sam, por acá — levantó su mano y en seguida llegó mi amiga a abrazarla y besarla.


— Me dijeron que las vieron discutiendo con Julián, ¿Qué pasó?


— Estaba borracho y dijo tonterías, nada de importancia.


— Que bueno que terminaste con él, se veía que era un patán.


— Si, bueno debo irme, gracias por acompañarme Vico — me despedí con un gesto de la mano y me encaminé hacia los dormitorios.


No estaba entendiendo mis sentimientos ni mis pensamientos. Esas ganas de besar a la novia de mi amiga no eran normales, tenía que empezar a verla únicamente como lo que era, una amiga.

Amor sin remitente Donde viven las historias. Descúbrelo ahora