Capítulo 4

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Los alienígenas acabaron tumbados sobre el asfalto mientras Supergirl los supervisaba hasta que llegara el DEO. Esta mañana salió para desfogarse, yendo de un lado a otro para capturar a villanos y malhechores.

—Hey, perdón por tardar —apareció Alex junto a sus agentes que rápidamente se dispusieron a hacer su trabajo—. Habías dejado a uno por el camino... —meneó la cabeza en dirección a la furgoneta y la rubia solo se encogió de hombros. Después de un silencio, Alex continuó—. ¿Estás bien? —preguntó con una mueca y Kara frunció el ceño, mirándola de soslayo—. Es que últimamente has estado distraída... Incluso has dejado a uno corretear por ahí —le recordó preocupada y la rubia sonrió.

—Es que si hago yo todo el trabajo, ¿para qué existe el DEO? —vaciló la heroína haciendo reír a su hermana.

—¿Pero de verdad que estás bien? —le dio un suave toque en el hombro.

—Mejor que bien, Alex —mintió cogiendo a su hermana del cuello para que no viera su rostro.

Porque quién la conocía mejor que nadie era ella. Sabía que las facciones de su rostro delatarían el dolor que enterraba en su pecho y no quería preocupar a su hermana. Además, ¿qué le diría? ¿Qué se había acostado con Lena dos veces, sin explicación alguna, y ella la había echado haciendo como si no hubiera pasado nada? Qué poco creíble sonaba.

Alex solo sabía que Lena se había distanciado de todos por culpa de Lex, que andaban mal las cosas, pero le aseguró que todo estaba bajo control. Solo necesitaban tiempo y espacio. La pelirroja no estaba del todo segura, pero tampoco iba a presionar ni meterse en la relación de ambas ya que ellas eran mejores amigas. Para Alex no es que Lena no fuese su amiga, pero sabía que si ella iba, discutirían y perdería siempre sabiendo la cabezonería de la Luthor. Entendió que solo Kara sería capaz de abrirle los ojos.

—¡Hey, Supergirl! —gritó una voz familiar encima de su cabeza y Kara se dio la vuelta.

—¿Superman? ¿Qué haces aquí? —sonrió con felicidad, viendo como su primo aterrizó junto las Danvers.

—Le hice un favor a Diana. Tenía que traerla aquí, a National City.

—¿Diana está aquí? —preguntó entusiasmada, casi dando saltos por el aire.

—Sí. Pensaba que lo sabías —frunció el ceño haciendo que ambas Danvers hicieran lo mismo.

—¿Por qué lo iba a saber? —preguntó Alex antes de que la rubia lo hiciese.

—¿Por qué va hacerle una entrevista a tu mejor amiga? —casi rio ante su propia pregunta y Kara tensó todo su cuerpo el cual notó el hombre de acero—. ¿Pasa algo?

—Han pasado muchas cosas, Kal —susurró la mayor de las Danvers acariciando el hombro de la rubia—. Pero nada grave.

—Nos hemos peleado —concluyó la rubia sin rodeos viendo el ceño fruncido de su primo.

—Oh, entiendo... Bueno, lo siento por eso, pero seguro que lo arreglaréis pronto —aseguró y Kara miró su rostro, esperando claramente una explicación—. Sois amigas desde hace mucho. No será como Lex y yo —motivó Kal con una sonrisa haciendo que Kara asintiera, ocultando una mueca de disgusto porque era tal y como eran ellos, aunque no sabía si se consideraban como enemigas—. Bueno, yo me marcho que tengo que volver a Metrópolis. Solo me pasé a saludar —levitó un poco y se despidió con la mano—. ¡Hasta luego!

Las Danvers les devolvieron el saludo y siguieron con el trabajo. Después de meter a todos los alienígenas en la furgoneta, Kara se despidió de su hermana con un suave beso en la cabeza sin decir a dónde se iba, aunque la pelirroja no era tonta y sabía perfectamente a dónde se dirigía su hermana: a L-Corp.

Enemigas con derecho / Supercorp AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora