Capítulo 7

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La mañana pasó demasiado rápido para Kara. Le dolían las muñecas de cargar a tantos alienígenas que no sabía si eso era posible, pero es que no paró en todo el día, aunque realmente se preguntó si de verdad era por ir de un lado a otro sujetando a los villanos. Anoche estuvo con Lena hasta las cinco de la mañana haciéndola suya.

Empezaron por la cocina. Los besos eran suaves y gentiles mientras desvestía a la CEO lentamente y ella acariciaba todo el traje. La encimera fue el apoyo perfecto para comenzar la noche de lujuria.

Cuando Lena llegó al orgasmo siguieron besándose con más pasión. No quería que todo terminara ahí, así que, cuando la CEO se recompuso, anduvo de espaldas dirigiéndose al sofá. Supergirl le dio la vuelta y empujó a Lena suavemente, cayendo de rodillas sobre el asiento y posando sus manos en el respaldo. Los labios de la heroína conquistaron su nuca, mandíbula y oreja mientras que sus dedos arañaban y caían hasta penetrarla.

Aunque las piernas de Lena flaqueaban y sus brazos temblaban, aguantó hasta que arqueó hacia atrás y llegó al segundo orgasmo. Sus manos se posaron en el cabello de la rubia con necesidad como si fuera un soporte para no dejarse caer haciendo que la heroína sacara sus dedos. Supergirl la abrazó con fuerza por el vientre mientras Lena dejaba de jadear, calmando su respiración y descansó la cabeza en su pecho, pero ese abrazo duró tan poco como un pestañeo.

La CEO giró su cabeza cogiendo el cuello de Kara, atrayéndola y la besó con mucha necesidad, como si no se hubiera saciado lo suficiente. Sus manos cogieron las de la heroína llevándolas hacia su pecho. Le dio permiso para que siguiera toqueteando y pellizcando su cuerpo, cosa que hizo con gusto. La rubia sentía como sus manos quemaban de lo ardiente que estaba su piel.

Lena finalmente se dio la vuelta, poniéndose en pie y siguieron besándose con pasión. Le murmuró varias cosas obscenas e hizo que Kara gruñera para contener sus ganas de ahorcarla cuando la sujetó por la garganta.

Se desplazaron juntas por todo el ático de la pelinegra. Una heroína que no se quitaba la capa y una CEO totalmente desnuda a su merced.

Anduvieron entre besos como si estuvieran tomando un descanso hasta que volteó a la pelinegra y la aplastó contra el cristal de su balcón. Solo las estrellas fueron testigos de cómo Kara volvió a penetrarla de manera más salvaje que excitó demasiado a Lena.

Llegado al tercer orgasmo, la pelinegra tuvo que frenar un poco porque sentía que le iba a dar algo. Estaba sudada y el corazón latía con frenesí contra su caja torácica debido a la excitación. Se volvió y Kara la dejó respirar porque el latido de Lena retumbaba en sus oídos, pero no paró de besarla dulcemente por todo su rostro.

Lena buscó nuevamente su boca, calmando su respiración con besos lentos y abrazando a Kara por el cuello. No sabía cómo es que todavía tenía fuerzas para aguantar todo lo que la rubia le proporcionaba, pero no quería parar, a pesar de haber estado casi 15 horas de pie y necesitando una ducha —de agua fría—.

Juró que sentía sus labios y espalda estaban en carne viva, notando el bombeo de su sangre en cada extremidad por los azotes, arañazos y agarres. Deseó que Kara también los sintiese cuando ella hincaba sus uñas o mordía su hombro, aunque sabía perfectamente que para ella esto era como asistir a tu decimotercera clase básica de levantamiento de pesas y las marcas desaparecían como un pestañeo.

Los besos dulces se volvieron agresivos. Lena estaba hipnotizada y sedienta y Kara estaba borracha de poder que tenía sobre la pelinegra a la hora de hacerla suya. Se dirigieron hasta la habitación posando a Lena sobre su cama y a la mierda el autocontrol. Todo el ambiente se volvió tan ardiente que la misma chica sintió que se iba a desmayar de un momento a otro.

Enemigas con derecho / Supercorp AUDonde viven las historias. Descúbrelo ahora