Todo nuestro apartamento esta amueblado, faltan dos semanas para empezar la universidad y lo único que nos falta es encontrar trabajo. Lucas y yo estamos sentados en la mesa del comedor pasando las páginas del periódico, necesitamos el dinero para poder pagar el alquiler.
—¿Tienes clases de ocho a dos?
—Sí, tendré que buscar un trabajo de tardes o de noches. —explico estirando los brazos en el aire, estoy cansada de buscar.
—¡Lo tengo! —exclama mi hermano marcando una redonda en el papel.
—¿El tuyo o el mío? —pregunto mientras le doy la vuelta al periódico para mirar lo que ha marcado.
—El mío. Repartidor de cafés en una empresa de siete a diez de la mañana.
—¿Y tus clases?
—Yo voy de tardes, me las han cambiado.
Se levanta de la silla y camina hasta la cocina para servirse un poco de café mientras yo sigo buscando trabajo.
Hay uno por la noche sirviendo hamburguesas en el centro, otro limpiando un edifico de la zona más alejada de nuestro barrio y uno en un bar. La tercera opción es la que suena más apetecible.
No tengo carnet de conducir ni dinero para sacármelo ya que las clases prácticas cuestan bastante dinero, el autobús y mis piernas para caminar son mis mejores amigos.
—Voy a pasarme por el bar esta tarde a preguntar. —comento apuntándome la dirección en un post-it.
Tras terminar de colocar los libros en la estantería de mi habitación ya había terminado de ordenar el apartamento por completo. Lucas y yo fuimos hasta el mercadillo hippie del barrio para comprar cosas de decoración y por menos de diez euros conseguimos dos cuadros y una nueva planta ya que la que traje no la pude salvar.
Mi habitación había cogido forma, sobretodo gracias a la lámpara que me regaló Lucas, que le daba carácter a la estancia. La había decorado con posters, pegatinas y mi gran estantería con todos mis libros, que en vez de una decoración son una necesidad.
Me visto, escribo la dirección del post-it en google maps y cierro la puerta del apartamento con llave ya que Lucas se ha ido a casa de Rick.
Al girarme mientras guardo las llaves en mi bolso puedo escuchar unos pasos acercarse hacia mi. Camino hasta el inicio de las escaleras para empezar a bajar y me cruzo con mi vecino de arriba.
—Tú. —carraspea él.
—Hola eh, tengo nombre. —contesto pasando por su lado.
Él sube y yo bajo.
—Lo sé, Stephanie. —dice pronunciando mi nombre lentamente.
Aparto la vista y empiezo a bajar más escalones pero me agarra del brazo, impidiéndome que siga y haciendo que todo mi cuerpo esté alerta.
—He visto que te has quedado la habitación con balcón. —suelta con una media sonrisa.
Su pelo oscuro esta algo más corto que la primera vez que nos habíamos conocido, lleva una camiseta blanca y unos pantalones verde oscuro, el mismo color que mis ojos.
Me deshago de su agarre esperando a que continúe hablando, pero no lo hace.
—¿Algo más que hayas visto Víctor? —pregunto notando como sus ojos me examinan por completo.
Si sigue mirándonos así, nos vamos a desmayar.
—Hay muchas cosas que todavía me quedan por ver. —contesta guiñándome el ojo y empezando a subir hacia arriba.
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Mil veces tú, Steph.
Подростковая литература-Vas a subir o tengo que saltar hasta tu balcón? -pregunta jugando conmigo. -No sé, lo cierto es que aquí abajo se está muy a gusto. -respondo todavía con el libro entre las manos. Sin alzar la vista puedo ver cómo baja desde su piso hasta el mío...