—¡Deja de lanzar las cajas! —grito al darme cuenta de que todas nuestras cosas van a romperse.
—¿Te quieres calmar? —me pregunta retóricamente el chico de la mudanza.
Vuelve a girarse y coge de nuevo otra caja, con la menor delicadeza posible.
—¡Para! ¡para! —chillo enfurecida. —Ya lo hago yo.
Camino hasta él y empiezo a sacar las cajas de su furgoneta, dejándolas en el suelo.
Hoy es el día de la mudanza y estoy realmente emocionada por poder empezar a desempaquetar el principio de nuestra nueva vida, pero las malas formas de tratar nuestras cosas que tiene el chico de la mudanza me esta enfureciendo y eso era lo que menos quería hoy.
—Ya puedes irte. —digo de mala gana.
—¿Qué pasa Steph? —Lucas alza una ceja mientras se acerca a paso lento hacia nosotros.
Se queda mirándome parado en medio de la acera, delante de unas cuantas cajas que ya habíamos bajado de la furgoneta.
Que tengo ganas de asesinar al caraculo este.
—Este imbécil que nos lo rompe todo. —contesto enfadada.
—No es para tanto —replica el chico. —¿una propina? —pregunta estrechando la mano.
Me limito a lanzarle una mirada asesina, lo último que le daría sería una propina.
—Vamos tío, lárgate ya.
El chico de la mudanza me insulta por lo bajito pero decido ignorarle, no quiero que me arruine la mañana. Veo como rodea el vehículo y abre la puerta para subirse y marcharse.
Me agacho para empezar a mover las cajas pero puedo notar la vista de mi hermano clavada sobre mi. Me incorporo y conecto mi mirada con la suya.
—¿Y tus amigos los superhéroes que nos venían a ayudar dónde están? —pregunto sosteniéndole la mirada, el chico me ha puesto de malhumor.
—Joder Steph, ¿estás con la regla? —replica Lucas entregándome mi par de llaves.
—No, ¿y tú? —bromeo intentando tranquilizarme.
—Venga, que te aguanto el ascensor. —me indica con un movimiento de cabeza.
Me guardo las llaves en el bolsillo trasero del pantalón y agarro la primera caja para subirla al apartamento.
Al abrir las puertas de nuestro nuevo apartamento quedo profundamente enamorada. Hay dos sofás de dos asientos cada uno de color azul oscuro con una mesa de café en el centro y un televisor colgado de la pared. El suelo es de baldosas claras, puedo añadir una alfombra para separar la sala de la zona del comedor, cuya mesa marrón de madera ocupa todo el espacio.
Entro y empiezo a caminar por el lugar, puedo verme viviendo aquí. Llego hasta la cocina de armarios blancos, tiene mucho lugar para almacenar cosas, aunque en realidad no tenemos tantas.
Dejo la caja que sujeto en las manos encima de la encimera y me muevo hasta el pequeño pasillo que hay. Tres puertas blancas, los dos extremos son nuestras habitaciones y en el centro está el baño.
Las habitaciones tienen exactamente el mismo tamaño, con una cama de matrimonio, un armario empotrado y un escritorio. La única diferencia es que una tenía balcón mientras que la otra no.
Tengo ganas de empezar a decorar y hacer nuestro este lugar, y el primer paso para ello es traer todas nuestras cosas.
Dejo la puerta abierta y empiezo bajar las escaleras, vamos a vivir en el cuarto piso así que no son demasiadas. Cuando llego a la calle de nuevo puedo ver a mi hermano hablando con otros tres chicos.
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Mil veces tú, Steph.
Roman pour Adolescents-Vas a subir o tengo que saltar hasta tu balcón? -pregunta jugando conmigo. -No sé, lo cierto es que aquí abajo se está muy a gusto. -respondo todavía con el libro entre las manos. Sin alzar la vista puedo ver cómo baja desde su piso hasta el mío...