Los primeros rayos de sol entraron por la ventana y la despertaron. Abrió los ojos obnubilada y se encontró en una habitación que no era la suya. Miró a su lado en la cama y se encontró a Flavio durmiendo plácidamente como un niño.
Samantha se llevó la sábana al pecho para cubrirse. “¿Qué había hecho? Se enrolló la sábana al cuerpo destapándolo a él y dejándolo desnudo. Sam tuvo que reunir todas su fuerza de voluntad para levantarse de la cama y volver a su habitación. Miró despacio y escuchó en silencio por si Hugo se había levantado ya. Nada, quitando de los pitidos de los coches por el tráfico mañanero. Todo despejado. Salió de la habitación de puntillas y se fue a la suya.
Ya dentro suspiro aliviada contra la puerta. Soltó la sábana y todavía desnuda se metió en la cama mirando al techo. Necesitaba pensar en lo que había ocurrido. ¿En qué punto los dejaba eso? ¿Cómo suponía que iba a ser ahora su relación? Había sido un error, no debería haber mezclado lo profesional con lo personal, eso solo traía problemas.
- Un error – dijo en voz alta – un error muy dulce.
Sam cerró los ojos y recordó lo que había pasado entre ellos la noche anterior:
“Flavio la había mirado con deseo y sin esperar un segundo había aceptado su invitación acercándola a su cuerpo y besándola con fervor mientras le sujetaba el pelo. Sin previo aviso la había levantado del suelo y ella había enrollado sus piernas alrededor de su cintura dejándose llevar a la habitación sin poder dejar de besarse”
Samantha se acarició los labios recordando sus besos.
“Luego la había dejado sentada en la cama, había dado un paso atrás y había empezado a desnudarse delante de ella. Sam se mordía el labio viéndolo, era muy erótico, pero frustrante, tardaba demasiado en quitarse la ropa. Tuvo que levantarse para ayudarlo y de paso arrancarse su propia ropa. Flavio la había besado y tirado a la cama mientras llenaba su cuerpo de besos”.
Sam fue repitiendo con sus dedos el reguero que él había marcado la noche anterior.
“Había empezado en sus labios, había subido por su cuello y luego descendido por su cuello hasta llegar al seno izquierdo”.
Samantha se acarició el pezón como si fuera la lengua de Flavio. Después, le dio el mismo trato a su pezón derecho. Sentía que volvía a lubricarse, el cosquilleo en el centro de su ser y la pérdida de cordura en busca solo de placer.
“Solo con sus besos había estado a punto de llegar al orgasmo, mas él no le había dejado hacerlo. Siguió descendiendo besándole él ombligo para continuar con su camino. Al llegar a su monte de venus le sopló. El cambio de temperatura hizo que se le erizara la piel y deseara que la besara allí, pero él se mantenía quieto. Sam había levantado su cuerpo con los brazo para verlo entre sus piernas mirándola a ella. Cuando sus miradas se encontraron, él sonrió y bajó la cabeza”.
Samantha ya tenía su mano en el clítoris rememorando los orgasmos que le produjo Flavio con su lengua.
“Después del tercer orgasmo había perdido la cuenta y el sentido de la situación de la situación hasta que él la penetró. Fue entonces cuando volvió a sentir su cuerpo y como este se deshacía en miles de sensaciones”.
Estaba llegando de nuevo al clímax cuando escuchó la puerta abrirse. Sam miró hacía la puerta. Flavio estaba allí mirándola.
- ¿Necesitas ayuda con eso?
Era real. Estaba ahí. La había pillado masturbándose pensando en él. Todo su cuerpo se puso rojo por la vergüenza.
- Creo que lo que necesitas es una ducha de agua fría. – añadió.
Sam lo observó. No la estaba censurando, al contrario, tenía una mirada pícara y le brillaban los ojos. Le gustaba lo que estaba viendo y a su entrepierna también.
- Tienes razón –le contestó Sam levantándose de la cama.
Sam se acercó a él y le acarició él pene por encima del bóxer negro.
- Alguien me tiene que frotar la espalda – le susurró al oído.
- En eso soy un experto – le contestó él cogiéndole de la mano y arrastrándola a la ducha.
Samantha fue la primera en entrar y ponerse debajo del chorro de agua. Si estaba fría su cuerpo no lo notaba. Flavio se quedó un rato mirando el espectáculo que se desarrollaba delante sus ojos. El agua acariciaba a Samantha como si la venerara, creando un manto húmedo a su alrededor. Parecía la Venus de Botticelli, pero ella se mostraba ante él sin pudor.
- Estoy muy sola aquí – le dijo para que se reuniera con él.
Flavio se bajó el bóxer y dejó que resbalara por sus piernas hasta el suelo donde con un pie lo elevó y lo cogió con la mano. Luego le dio vueltas y lo lanzó a la cesta de la ropa sucia. Sam tuvo que reprimir una carcajada, parecía una quinceañera con él y le gustaba.
Flavio entró con ella en la ducha y se puso bajo el chorro de agua.
- No está lo suficiente fría.
- ¿Para qué? ¿Para enfriar nuestra calentura?
- ¿Eso es posible?
Flavio fue a darle un beso, pero lo apartó y dio un paso atrás.
- Deja que te vea ahora yo.
Flavio levantó los brazos y colocó las manos detrás de la cabeza como si fuera un detenido. Eso acentuaba los músculos de su pecho y las venas de sus brazos. San se mordió el labio y lo observó. Empezó su escrutinio minucioso por la cabeza y fue descendiendo poco a poco. Para ser alto y un poco desgarbado estaba bien proporcionado. Sobre todo un amiguito suyo que se había alegrado al verla.
- ¿Ya has terminado? Porque me muero por tocarte.
- Demasiado ansioso estás tú, pero no te preocupes, por hoy lo dejaré pasar – le dijo acercándose –Otro día te enseñaré lo que es esperar.
Sam se lanzó a su boca y lo besó ardientemente. Luego se apartó, sonrió en su boca y le dio un mordisco en el labio.
- ¿Estás preparado para el mejor viaje de tu vida?
- Sorpréndeme.
Sam le dio un mordisco en el cuello, tras lo que bajó al hombro, otro mordisco, otro en el pectoral así fue descendiendo con un reguero de mordiscos. Al llegar al pene, Flavio dio un respingo.
- Ahí un mordisco no.
- Tengo mejores planes.
Sam le dio un lametón desde la base hasta la punta y lo miró desde abajo como él la noche anterior.
- Samantha – dijo en un gemido.
- ¿Continúo?
- Por favor.
Sam sonrió y se lo metió entero en la boca. Flavio tuvo que sujetarse a la pared con una mano y a la barra de la ducha con la otra mientras miraba el tengo y se concentraba en no terminar rápido como si fuera su primera vez. No pudo aguantar esa tortura mucho más. La separó, la levantó por los hombros ayudándola para que no se resbalar y después la volvió a levantar, esta vez enrollado sus piernas alrededor de su cintura y colocando su espalda contra los fríos azulejos.
- ¿Preparada ahora para mi juego? – preguntó él.
- Sorpréndeme – le contestó repitiendo sus mismas palabras.
Flavio le introdujo su miembro poco a poco, centímetro a centímetro hasta estar completamente dentro de ella. Sam le estiró del pelo pidiéndole más, más velocidad, más intensidad. Él se la dio.
De repente Flavio paró y le puso una mano en la boca para mitigar los gemidos de Sam.
- ¿Otra vez en la ducha, Flavio? – preguntó Hugo.
- Nunca se está lo suficiente limpio – le contestó él con la voz entrecortada.
Samantha no sabía dónde meterse, parecía que su hermano los perseguía.
- Solo que vengo de correr y aún me estoy recuperando – dijo carraspeando para que no sospechara.
- ¿Corres, Flavio? No conocía esa faceta tuya.
- Sí, acabo de empezar.
Sam tuvo que reprimir una sonrisa ante el doble sentido de sus palabras.
- Podíamos ir los dos a correr. ¿Qué te parece?
- Claro – respondió Flavio no queriendo ser descortés - ¿Querías algo?
- Solo vengo a mear.
Hugo levantó la tapa, hizo pis y la volvió a bajar. Algo había aprendido con los años de regañina de Samantha.
- Mañana quedamos para correr, Fla.
- Vale – dijo apretando los dientes deseando que se marchara.
- Pero por la tarde. Yo no madrugo para correr.
- Como quieras.
- Entonces perfecto. ¿Por dónde suele ir?
- Hugo, ¿podemos hablar de eso más tarde? Quiero relajarme.
- Sí, sí, claro. Lo siento.
Samantha escuchó como su hermano se marchaba y se quedó mirando a Flavio.
- Parece que nos huela.
Flavio se acercó a ella y le olió el pelo.
- No me extraña. Hueles a vainilla, eso puedo olerse a cien metros.
Sam le pegó en el pecho juguetona, pero él no se reía, se había puesto serio de repente.
- ¿Qué pasa?
- Creo que tenemos que poner un pestillo – le dijo como si estuviera hablando del gobierno.
Luego sonrió de forma tímida y Sam lo volvió a besar antes de continuar con su ducha.
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En medio de tus silencios (Flamantha)
FanfictionSamantha trabaja en un hotel y vive con su hermano en Madrid. Todo parece ir bien hasta que los problemas empiezan a amontonarse. Primero su jefe le da un ultimátum y luego su casero le sube el alquiler. Como solución solo le queda conseguir un nuev...