Capítulo 2: "Te cantare siempre"

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"Cántame, que la luna no se entere que yo anoche no dormí"

En la cama se encontraban los dos pequeños niños enrollados.

Harry tenía su cabeza en el pecho de Louis mientras este pasaba un brazo por su cintura. Una imagen tierna a la vista de cualquiera. Solo dos niños. Uno de 6 y otro de 4.

Anne miraba todo desde la puerta. No le gustaba en lo absoluto que su hijo pasara tanto tiempo con el castaño. Había notado desde un principio que el chico era diferente. Y ella no quería eso para su Harry. Se encargaría de separarlos. Sabía que su hijo era muy pegado con Louis, que era su mejor amigo. Pero a ella eso no le importaba. En lo absoluto.

–No sabes cuánto le agradezco a Harry –Anne se sobresaltó por la voz a sus espaldas. Volteo y ahí estaba Jay mirando a los dos niños como que si fuera lo más hermoso que había visto. Y es que lo era, pero no para la señora Cox–. Louis llevaba días sin dormir. Y tu hijo le canto y logro lo que pastillas no habían logrado –una traviesa lagrima rodo por su mejilla–. No sé cómo le pagare eso.

La señora solo la miro con desprecio sin que esta lo notara.

–Me llevare a Harry –dijo sin más acercándose al cuerpo de su pequeño. Lo agarro un poco fuerte haciendo que ambos niños se despertaran.

–¿Que paso, mami? –pregunto Louis mientras soltaba un bostezo.

–Harry tiene que irse pequeño –Jay se le acerco quitando los mechones de cabello que tapaban su vista.

–Yo no me quedo ir –Anne miro un poco furiosa a su hijo–. Quiedo quedame con Lou. ¿Puedo mami?

–Claro, cariño –suspiro con frustración. No podía quedar mal delante del pequeño. Él era su tesoro–. ¿Vengo por ti más tarde?

Harry asintió efusivamente mientras ambas señoras se retiraban de la habitación dejando a los dos solos.

–Lou ¿Que oda es?

–Son las 7, Harry. Hemos dormido 3 horas –contesto Louis mientras se sentaba el borde de la cama–. Gracias.

–¿Poque? –pregunto inocente el pequeño mientras agarraba a su oso y lo abrazaba.

–Me has cantado. Y gracias a ello he dormido.

Harry sonrió enormemente mostrando esos dientes tan pequeños.

–Lou –este lo miro. Indicándole que siguiera–. ¿Poque tu habas bien y yo no?

–Porque yo estoy más grande –se acercó a él dándole un abrazo–. Tú cuando crezcas hablaras igual o mejor que yo.

–Y te cantade siempe –brinco en la cama emocionado.

–¿Quieres ir a comer? –pregunto Louis levantándose y colocándose los zapatos.

–¡Sí! –chillo emocionado Harry saliendo corriendo del cuarto.

(...)

Estaban viendo una película. Harry miraba todo atentamente con mucho cuidado, no se perdía ningún detalle. Su madre había llamado avisándole que no podía pasar por él por qué se le presento algo urgente en el trabajo. Jay le dijo que no se preocupara que ella cuidara del pequeño como que si fuera hijo propio.

Después de una merienda –galletas con leche–, ambos niños subieron a dormir. El pequeño aun reproducía esa imagen una y otra y otra vez en su cabeza. Tenía curiosidad. Quería saber lo que se sentía.

–¿Lou? –lo llamo.

–Dime, Harry –este se sentó en la cama mientras que el ojiverde se subía a ella con su oso en brazo.

–Yo quedo sabe que se senté –hablo con sus mejillas sonrosadas.

–¿Qué se siente qué? –cuestiono confundido.

Harry se le acercó al oído mientras le susurraba:

Que te besen aquí en etomago.

Louis entendió lo que quería su amigo. En la película había pasado una escena donde la protagonista le daba pequeños besos a su novio en el abdomen.

Harry se acostó en la cama subiéndose la camisa y dejando el oso a un lado. Louis lo miro mientras llevaba un beso a ese abdomen tan plano y blandito. El de un niño pequeño. Siguió dando besos como había visto en el televisor. Subió sus besos y solo se dejó llevar y chupo una tetilla del chiquitín, justo como en la película.

–Ya Lou –se removió debajo del chico mientras reía–. Eso hace coquilla. –Dijo mientras se seguía riendo–. Me toca.

Ahora era Louis el que estaba acostado. Harry no sabía lo que hacía así que solo dejaba saliva por donde pasaba. El pequeño como todo inocente que era se sentó en las caderas del mayor. En todo su pene. Empezó a saltar en modo de juego.

–Yo sato. Yo sato –era lo único que repetía Harry.

Al ser tan pequeños ambos no sabían lo que hacían. Solo reían. Pero Louis si podía sentir unas cosquillas abajo. Pero nunca llego la erección, porque ambos no sabían que era desear al otro en forma sexual.

Luego de tantos juegos, Johanna les dijo que tenían que dormir.

El menor agarro su oso mientras lo abrazaba y se ponía cómodo. Louis hizo lo mismo.

–¿Qué quedes que te cante? –pregunto contento Harry.

–Lo que tú quieras.

El menor empezó a tararear una canción. El mayor se sentía en paz. Sentía una satisfacción dentro de sí. Quería saber que canción cantaba su mejor amigo, pero siempre se quedaba dormido.

–Te quiedo, Lou –susurro bajito Harry mientras besaba su frente justo como hacia su madre con él. Se acostó a un lado de su mejor amigo mientras pronunciaba una última palabra para también quedarse dormido–. Descansa.


Cántame {Larry Stylinson}Donde viven las historias. Descúbrelo ahora