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La una nube tapo la luna y todo se volvió mas oscuro, "como una hermana, como una hermana para mi" por que le dolió tanto por que no pudo aguantar las lagrimas y se echó a llorar allí mismo.

- ¿kagome? Kagome que te pasa… - dijo preocupado-

- nada. Solo déjame… ir… - lo miró a los ojos, dorados, extrañamente dorados, atrayentes, no él solo el solo la estaba confundiendo, desordenando su vida, sus sentimientos, su equilibrio, su seguridad. Aterrada ante esto salió corriendo.

Inuyasha la miró alejándose, por que de pronto sintió miedo de él, el pudo contemplar como la cara de kagome cambio de semblante, nunca la había visto reaccionar de esa forma, siempre seria, siempre callada, sus ojos tristes, que era lo que le sucedía a esta joven que pasaba por su cabeza, en ese momento por su rostro pudo decirle que estaba asustada, confundida y él era el culpable.

- ¿que secretos escondes kagome? - se vio a si mismo, con parte de la silueta que dejo el cuerpo de kagome cuando lo abrazó, y ese abrazo impetuoso lo dejo algo perturbado quiera o no el descubriría ese misterio.

- ¿quien eres, oye tu, me escuchas?! – Lanzo una piedrecilla en su cabeza-

- hey! Que te crees… baka acaso no sabes que soy… podría matarte aquí mismo preciosa – dijo acercándose a ella-

- si claro, demonio serás, pero ante mi poder espiritual no puedes hacer nada.

- veamos… - la tomó de la cintura… se apodero de los labios de la joven en un impetuoso beso, desesperado por apaciguarla, por domar a esa hembra…

Golpeaba el pecho de ese ser de cabello plateado y ojos como el sol… hace días que se habían encontrado, el herido y ella lo cuidaba. Un día se fue y ahora lo reencontraba, ese sentimiento ¿ que era? En su formación nunca le hablaron de algo así. Casi se le fue el aliento cuando su boca fue invadida por la lengua de el y ya no hubo mas que acceder a la rendición… y le correspondió.

Abrió los ojos, miró el techo, sus cortinas aun estaban cerradas, se sentía cansada y sin ánimos, sola… sin nadie que le entendiera, como le gustaría seguir soñando, para poder sentir los brazos cálidos de aquel ser, quien visitaba sus sueños, ser esa bella sacerdotisa, quien con su dulzura había conquistado a aquel demonio.

Miró por la ventana y se dio cuenta de que estaba nevado, he allí la razón de por que tanto frío, recordó lo que sucedió anoche en el gimnasio de su instituto, el corazón le latió a mil, ahora si que hikaru no la perdonaba, en todo caso ya daba lo mismo, ya estaba hecho. Cerró los ojos recordando aquel abrazo que le había dado al joven, se revolvió en el lecho intranquila, tenía tanta vergüenza no iba a ser capaz de mirarlo a la cara, nunca nadie le había hecho sentir así, lo mejor que podía hacer es alejarse de él, algo le decía que nuevamente saldría muy herida.

Cuando cerró los ojos para volver a dormir, tocaron a su puerta.

-Kagome… hija alguien te busca… - dijo la Sra. higurashi a través de la puerta- baja por favor.

- si madre. – añadió con pereza.

Se vistió con uno de sus cuantas prendas negras. Un pantalón y un suéter de ese color, nada ajustado. Bajo como siempre lo hacia fue a la sala y allí lo vio, casi se calló de la impresión, ¿por que le hacia sentir aquellas sensaciones?, se veía muy atractivo. Se notaba que afuera hacia frió pues el iba con un abrigo, un pantalón negro también, se acercó a saludarlo, y pudo notar que el ¿ llevaba un pendiente en su oreja?, hey! En que cosas se estaba fijando…

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